Primer día.

48 5 5
                                    

Anhela con toda su alma unas caricias, un abrazo, unos mimos, unos besos que signifiquen amor, comprensión, cariño y protección. Necesitaba la aceptación de sus propios padres quienes le repetían constantemente que era un inútil, un obeso que no sabe hacer nada más que comer. ¡Mentira! ¡En lo último mentían! Él se la pasaba haciendo dietas que a su parecen funcionaban, hasta se metía los dedos hasta el fondo de la garganta para provocar el vómito luego de comidas y expulsar todo lo que podía.

Había una chimenea, sobre la cual tenía fotografías de cuando era pequeño. Estaba... Delgado. Debía ser perfecto para poder caer bien en su nueva institución, sino nadie le hablaría y de nuevo caería en ser... el punto blanco para tirar un dardo. No quería salir lastimado, debía cuidarse; vestuarios engreídos, ver noticias que uno no vería porque en sí, están manipuladas y no son nada relevante. Pero debe aparentar la suficiente madurez como dicen tener ellos; salir de un laberinto, superar todo y vivir « feliz », si la felicidad es aceptarse a uno mismo, exactamente eso quería.

— ¡Levantate, levantate que llegas tarde! —Gritó la madre desde abajo, Jimin se despertó de un salto, asustado y recordando que debía ir al instituto. Le respondió con una mueca aunque no fuera visible para ella y soltó un quejido.
Inhaló y exhaló, cambiándose con los ojos cerrados cual robot, después de todo era la misma rutina todos los años, quizá el primer día de clases era diferente aunque los restantes del año sean iguales. Luego fue al baño y observó la hora.

« 7:20am. » ¡Dios mío! ¡Era tarde!
Corrió hacia la puerta con la mochila e hizo una reverencia marcada hacia su madre, despidiéndose.

Cuando por fin llegó, visualizó su curso y división. Sus piernas empezaron a temblar y no pudo abrir la puerta por su cuenta; apretaba los dientes, su corazón empezó a palpitar más fuerte de lo normal. El profesor, quien estaba hablando de que vendría un chico nuevo pero aún no llegaba, lo cual explicaba cierta preocupación, abrió la puerta para ir a buscarle y encontró al susodicho.

— ¡Justo a tiempo! —Exclamó, abriéndole paso y señalándole la pizarra para que se presente.

— Yo... —Los labios del nuevo estaban mordidos y secos. Escribió su nombre en la pizarra como debía.— Park Ji Min.

— Espero que se lleve bien con todos y le atiendan las dudas necesarias. Cualquier cosa estamos aquí. —El profesor le señaló el asiento.
Jimin simplemente fue hacia allá, sentándose en silencio.
« Fisicoquímica, eh... »

Escuchó el timbre sonar cuando finalizó la clase.

Visualizó una figura conocida en la cafetería; destacaba por su altura, sus hoyuelos tiernos, su sonrisa brillante.
Había conocido alguien así, a éste se le había roto la bolsa de las compras, y toda clase de frutas cayeron en los pies de Jimin, quien obviamente ayudó. El recuerdo era hermoso, pero jamás creyó encontrarle en la misma institución.

« ... ¿De qué curso será...? »

Si le hablaba, molestaría. Así que decidió no molestar y siguió su día hasta que llegó la hora de irse. Aunque Namjoon, el joven de hoyuelos tiernos, ya le había observado a lo lejos. Jimin agarró sus cosas, poniéndose la mochila en la espalda.

Cayó. Cayó cuando un rubio le empujó a la salida con toda su fuerza.

— Marica. ¿El nuevo tenía que ser un homosexual? Qué asco. —Aquellas palabras le hirieron. Todos estaban mirando, ¿por qué nadie hacía nada? ¿por qué no le estaban ayudando a levantar?
Jimin se reincorporó y siguió caminando, pero tres jóvenes le acorralaron en la pared, golpeándole el estómago.

— L-Lo siento... —De rodillas, se disculpó por causarles alguna molestia. No era su intención; pero nadie comprendió, pues observó cómo la mano se levantaba para darle una bofetada en la mejilla. Jimin cerró los ojos con fuerza, odiaba la violencia, no quería agredir a nadie. Ya estaba acostumbrado a que le pegaran, no creía que su primer día sería así tan rápido.

— Detente. —Una voz gruesa y firme se escuchó, y la mano nunca llegó a su mejilla, pues Namjoon la frenó. Gotas de lluvia empezaron a caer. El cielo estaba hermoso, la gama de azules que había eran fascinantes.
El rubio le iba a pegar a Namjoon, mas de un movimiento todos estaban yéndose por temor a pasar a mayores.

— ¿Estás bie-. —Se dio cuenta quién era. Era Jimin, el chico lindo quien le había ayudado con sus compras.— Jiminnie.

Sus ojos fueron directo a las lastimaduras que poseía la víctima. Moretones, cicatrices, tenía una piel hermosa manchada por la desagradable gente que existe en el mundo.

— Gracias... —Las lágrimas se mezclaban con la lluvia, dando un efecto a película cuando sabía, que en una película, había finales felices pero en su vida no.

Namjoon no dudó en abrazarle de forma paternal, rodeándolo con sus brazos. Jimin no logró asimilarlo, hacía años que no sentía la calidez de un cuerpo contra el suyo.

— Ni agradezcas. —Se separó, cogiéndole la mano y llevándolo a un lugar donde no se mojen. Nadie quería enfermarse.— Kim Namjoon.

Cuando se presentó, Jimin le hizo una nueva reverencia, indicándole que le tenía respeto. Después de todo, era su mayor, o eso creía.

— Cierto que nunca me dijiste tu nombre. Es bonito, Namjoon. —En su primer encuentro, le pidió el nombre a Jimin para agradecerle por ayudarle, pensando que nunca más le vería, no tenía porqué presentarse.

Limpió sus lágrimas.

¿Por qué seguían ahí, juntos, sabiendo que debían llegar temprano a casa? Por parte de Jimin, sí o sí debía ser puntual.

— ¿Eres de cuarto? —Namjoon rompió el silencio.

— Sí. ¿Tú?

— De quinto. —El menor sabía ya que era mayor, quizá podría decirse que lo dedujo por la altura que éste tenía.

Namjoon tomó la barbilla de su opuesto, levantándola para apreciar sus ojos rojos por el llanto, apreciar el arte que tenía frente.

— Sonríe. Te haré sonreír. —Fueron sencillas palabras que hicieron que Jimin tenga sentimientos cálidos, los cuales jamás sintió, no sabía identificarlos.

— Pensé que jamás te volvería a ver.

Ambos sabían que no se venía fácil la vida que tenía el otro, por ende, debían ayudarse a superar sus traumas y no regarlos para que crezcan. Jimin siguió su rumbo, no sin que Namjoon le acompañe hasta la puerta del restaurante donde trabaja.

Jimin se puso el delantal y empezó a atender. No le molestaba en absoluto, desde chiquito le gustó trabajar en lugares así, pues ayudaba a su abuela que estaba actualmente en el hospital. Su padre yacía desaparecido, su madre convivía con él. Una familia de recursos medios, ni tan altos ni tan bajos, lo necesario para el día a día.

No tardó muchas horas, sólo trabajaba dos. Un hombre estaba fuera, observándolo pero le restó importancia y se fue a su departamento.

"Llámame cuando llegues, ¿sí? "

Recordó la voz de Namjoon cuando le dio su número. Sacó su móvil y no tardó en enviarle un mensaje.

Park.❄

[ ¡Heh, llegué! ]

Nam el súper cool.

[ Me alegra. ]

Park.❄

[ Me iré a bañar. ¿Cómo estás? Bye que mi madre me mandará la chancla. ]

Nam el súper cool.

[ Bañate bien(?). Bien, bien; ve, bonito. ]

Apenas leyó bonito se tapó el rostro inconscientemente.

› { Bueno, espero que sea de su agrado. Tengo varias ideas para la historia, sólo que las iré plasmando de a poquitico.
Si tienen algo que decir: bienvenido sea, leeré todo. } ‹

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 19, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Blue side.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora