Can't take my eyes off you

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Bucky escuchó el murmullo de la hierba, el viento suave que se hacía sonar a través de carrizos como si se tratara de un silbido. Respiró el aire limpio y se bañó con los últimos rayos del Sol al atardecer. Se sentía tranquilo, invadido por una serenidad que había perdido muchos años atrás, y sin embargo, le faltaba algo. No se trataba de su brazo, ese que aún no le habían entregado, pero que estaba prometido. No se trataba de sus recuerdos, ni mucho menos. Aquello que le faltaba se sentía peor que una amputación, era un fantasma dulce y doloroso al mismo tiempo. Era cruel no por su naturaleza, no por sí mismo; era cruel porque la tragedia, el daño, lo había cometido Bucky mismo.

Steve lo miró quieto, sin moverse y sin atreverse a respirar sonoramente siquiera. Lo miró mientras Bucky estaba de espaldas, frente al lago y la mirada perdida en la puesta de sol. Se preguntó vagamente, si era conveniente molestarlo, si era bueno arruinar la evidente paz que fluía en su amigo. Se preguntó si, tal vez, era mejor marcharse y dejarle ahí, teniendo una vida tranquila, sin él. Después de todo, se dijo, "el único que siempre ha estado apegado a Bucky, he sido yo". La tragedia de su mejor amigo, había sido sólo una: conocerlo.

Bucky suspiró y lentamente se sentó sobre la hierba húmeda. El lago estaba tranquilo, a veces perturbado en su superficie por una corriente baja de aire o por un pez furtivo que se había aventurado a comer un insecto, posado cuidadosamente en el agua, y la había hecho ondular. Sólo quería una cosa mientras veía caer el día... Se terminaba el día, un día más, uno más sin verle. Se lamentó internamente por su propia decisión, aunque estaba seguro de que había hecho bien, no podía dejar de pensar que, tal vez, de no haberse congelado, habría podido ir con él a donde quiera que éste fuera. Sí, lo único que quería Bucky, mientras el sol desaparecía, era ver a Steve.

Steve lo contempló otro rato más. Era curioso que Bucky no se diera cuenta de su presencia, quizás era porque estaba ensimismado en sus pensamientos, o bien, porque algo había aprendido, Steve, de las técnicas de espionaje de Natasha. Fuese como fuese, se alegraba un poco. De esa manera irse sería más sencillo. Nunca pensó en la despedida antes, sólo hasta ese momento, ¿por qué? Porque, tal vez, quería que Bucky fuera feliz, que estuviera lejos de los problemas que siempre significaba él, desde que eran niños y corrían por las calles de Brooklyn. Por su culpa, en cuántas peleas no participo Bucky; por su culpa, por su maldita manía de no escapar de las peleas. Suspiró, lo único que él quería, mientras veía a su amigo, era que éste tuviera la vida que siempre le arrebató.

Inició la retirada, pero cometió un error, pisó, sin querer, un ramita seca y ésta tronó quebrando por completo el silencio. Bucky dio un respingó, se puso de pie de inmediato y giró hacia sus espaldas. Fue cuando ambos sintieron que el corazón les saldría por la garganta. Steve tragó saliva, y se dijo un insulto mentalmente. Ya no podía, simplemente, irse. Bucky sonrió sin darse cuenta, pero le duró muy poco al notar que Steve estaba en camino de marcharse.

—¿A dónde vas?—preguntó frunciendo el ceño, tratando de evitar el nudo en la garganta que le provoco sentir que quizá, Steve, no quería verlo. Parecía un pensamiento estúpido, pero la culpa es un sentimiento que suele traicionar a la razón más ecuánime y lógica.

—Yo... sólo...—balbuceó Steve—... No quería molestarte.

Bucky lo miró, lo miró mucho, en un largo silencio. ¿Molestarlo? Steve jamás lo molestaba, jamás había supuesto un problema para él. Negó lentamente.

—¿A dónde vas?—repitió, como si decidiera volver a empezar la conversación—Acabas de llegar ¿o no?

Sonrió, sonrió porque quería que la evidente tensión entre ellos disminuyera, y sonrió un poco más cuando Steve le sonrió de vuelta.

Can't take my eyes off youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora