magenta

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Magenta; inocencia y delicadeza.

Nos envolvíamos en los brazos del otro, mientras escuchábamos esa canción tan clásica que te gustaba en la vieja radio de tu habitación.

Siempre hablo de lo embriagador que son tus besos, de lo adictivo que es tu aroma, de lo mucho que me hacías suspirar.

Esa tarde el cielo se pintaba de un hermoso color magenta, nos detuvimos a admirar el cielo que ahora estaba estaba celoso de nuestros encuentros.

Siempre le pedía a la luna cuando no podía verte que cuidara de ti, que te cubriera con su manto porque eres el hijo de la luna ¿verdad? por eso nadie se resiste a tus encantos.

Ella era mi confidente, la única que era testigo de lo que hacíamos siempre que decidías quedarte, la única que me veía llorar por ti cuando discutíamos o algo salía mal, la única que veía cuando te escribía poesía.

Apoyé mi cabeza en tu cuello... no tardaste mucho en abrazarme ¿Cómo podías ser malo si lo único que me hacías era hacerme sentir bien? Quizás así funcionaba el pecado y quizás estaba empezando a amar el infierno que vivíamos juntos, después de todo... Era nuestro y siempre lo será, por los siglos de los siglos.

Arco iris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora