¡Al fin lo entendí!

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¡Al fin lo entendí!

-¡Ah...! Que día tan pesado -exclamaba con pereza una chica pelirroja, caminando con desgano por el largo pasillo rumbo a su hogar. Un sin fin de errores en los sistemas y miles de documentos que corregir acabaron destrozando su paciencia.

-A este paso este trabajo acabará matándome -Se decía a si misma en voz baja, arrastrando los pies en su andar -Aún sigo sin creer que yo tuviera que cargar con toda la responsabilidad por los errores de otros.

Kobayashi miró con desgano hacia la izquierda, directo al oscuro cielo de la ciudad. Todo a su alrededor le parecía muy simple y monótono, casi sin sentido. Continuó en silencio, dirigiendo su vista de nuevo hacia el frente, quedando su destino cada vez más cerca a ella.

"Si esto sigue así, no creo poder continuar más con todo esto" Pensó "Cada día el estrés es mayor y mi jornada diaria parece nunca tener fin... ¿Será que esto es lo correcto?"

Se detuvo de golpe frente la puerta de su casa. El gélido viento corría tras ella, logrando tiritar su cuerpo con el roce de su piel. Kobayashi permaneció inmóvil y en silencio sin mirar a un punto en específico, tratando de sopesar la desdicha de su día.

-Si tan solo hubiera algo en que apoyarme... Algo que me ayude a aligerar esta carga -Soltó ella tras un largo suspiro, abriendo finalmente la entrada a su destino.

-¡Estoy en casa! -Exclamó sin ánimos y asegurando la puerta. Cerró los ojos, esperando escuchar una aguda voz perforar sus oídos. Sin embargo, en vez de ello, la sensación de un par de cortos y suaves brazos invadió su vientre.

-¡Kobayashi! -Gritó con alegría la pequeña albina -Por fin llegaste.

-¿Kanna? -preguntó la pelirroja, tratando de no caer por el peso de la niña -¿Qué haces despierta tan noche?

-No podía dormir, Kobayashi... No hasta que tù llegaras -Respondió Kanna, abrazando con más fuerza a nuestra protagonista. Segundos después una figura de mayor estatura se acercó a ambas chicas.

-Bienvenida a casa, Kobayashi -saludó alegre la dragona del caos, con una sonrisa más amplia que de costumbre -Veo que Kanna ya te dió la bienvenida.

Tras ello, el trío de chicas se dirigió al comedor, donde Tohru tenía ya preparada la cena. Kobayashi tomó su habitual asiento en la mesa, recostando su espalda en el respaldo de la cómoda silla. Trató de relajarse lo mayor posible antes de comer, pero pronto algo captó su atención. Sin querer, Kanna apareció frente a ella, notando de inmediato que la más pequeña la miraba con insistencia y parecía ocultar algo entre sus manos.

-Kanna, ¿te sientes bien? -preguntó nuestra humana, confundida por la actitud de la pequeña.

-Si -respondió secamente la pequeña.

-¿Qué ocultas en tu espalda, Kanna? ¿Tuviste dudas con alguna de tus tareas?

-No. No es nada de ello, Kobayashi -respondió la dragona ojiazul, igual de seria que la pregunta anterior.

Kanna se mantuvo en silencio, mirándola con enorme seriedad. Sus azulados ojos penetraban cuál espada helada reforzada por un incómodo silencio. Tras unos segundos, la misma Kanna rompió la pequeña tensión.

-Kobayashi...

-¿Si, Kanna?

-Y-yo...

-¿Ocurre algo malo, Kanna?

-No, Kobayashi... pero...

La menor finalmente desvió su mirar, encontrando al fondo los ojos de una amable Tohru, quién regaló una sonrisa que aparentaba una aprobación. Kanna asintió y volvió su mirada hacia la humana.

¡Al fin lo entendí! (Kobayashi San Chi No Maid Dragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora