Kai: Bajo La Lluvia

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Me senté frente a la ventana, con la vista fija en un punto inexistente. Estaba lloviendo, las pequeñas gotas empapaban todo a su paso, hacían que la maleza brillara, cargaban de a poco las ramas de los árboles, que cada cierto rato dejaban caer el agua acumulada en una fina catarata, le daban vida a todo lo que tocaban. No podría decir que amara la lluvia, pero después de lo que paso, ya nunca tuvo el mismo significado para mí.

Era invierno, en uno de los pocos días secos, los rayos del sol se asomaban débilmente por entre las nubes, movidas por el viento en forma danzarina. Yo estaba recostada sobre el pasto del parque, apoyada en un viejo árbol que me daba sombra.

Frente a mí, estaba el, tan perfecto como siempre, sentado en una banca, distraído, con una libreta y un lápiz en la mano, pensando quizás en que... o en quien.

Yo lo miraba a escondidas, presa del miedo a ser descubierta, él tenía una novia, una afortunada chica un año mayor que el, yo la envidiaba y admiraba a la vez. Estoy enamorada en secreto de Kim Jong In.

Nunca logre imaginarme ocupando el lugar de aquella chica, él es demasiado perfecto para mí.

Casi inconscientemente saque una pequeña navaja de mi bolso, y comencé a tallar mi nombre en el árbol sobre el que estaba recostada "Tn" lo envolví en un corazón, y lo deje así, solitario, como la verdadera chica detrás de esas letras.

Jong In se puso de pie, y camino de vuelta a su casa, creo que también era hora de que yo volviera a la mía. Pasaron dos semanas, yo seguía con mi rutina del parque, siguiendo a aquel chico de cabello negro y ojos café, lo seguía con mi mirada. Todos los días, el hacia el mismo recorrido, y permanecía en aquella banca por más o menos media hora, pensando y anotando cada cierto tiempo algunas frases en su libreta.

El día número quince, no llego solo, levante ilusionada la vista al sentir sus pasos, exactamente a las cinco de la tarde, pero tras él, se escuchaba el eco de los pasos de sohee, su novia.

Ambos parecían enfadados, el caminaba apresurado, en un intento de dejar a la chica atrás, pero ella le tomaba del hombro y lo atormentaba con preguntas que lo llenaban de furia "¿Cómo?" "¿Por qué?" "¿Quién?" esas palabras se repetían una y otra vez en aquella escena.

Él se despojó de la mano de ella con brusquedad, y ella tomo aquella reacción como una pequeña iniciativa para la batalla, lo que provoco que después de unos segundos la mano de la chica quedara marcada en la mejilla derecha de Jong In.

Yo solo observaba aquella pequeña escena, conmovida por las lágrimas de sohee. Lo único que pude escuchar salir de su boca antes de que ella saliera corriendo fue

Jong In: ya no podemos seguir juntos

Ahora Jong in estaba libre para otra chica, de su altura, que pudiera enamorarlo.

No para mí.

Pasaron los meses, el ya no iba tan seguido al parque, y yo me quedaba por horas con la vaga esperanza de verlo aparecer, sumergida en mis pensamientos y en una fría lluvia que jamás podría apagar el fuego de mi corazón impaciente hasta que caí enferma. Debía quedarme en cama, tenía un feroz resfriado, con alta fiebre. Pero eso no me importaba, lo único que deseaba era recostarme en la hierba, reposando en aquel viejo árbol y esperar el profundo sonido de los pasos de Jong In al aproximarse, era la música que llenaba mi alma, pero las constantes visitas y preocupaciones de mi exagerada madre no me permitían mi ansiada fuga.

Hasta que un día, tras avisarme de una rápida ida a la farmacia de la ciudad, cumplí mi deseo.

Al escuchar la puerta cerrarse, pude abrigarme con una vieja chaqueta, y Salí a la calle, con apresurados pasos rumbo al parque, llegue a situarme junto a mi querido árbol, cuyas ramas me cubrían al fin de la fría lluvia.

Me apoye en su corteza, sorprendida de que junto a mi nombre tallado hubiera otro escrito Kim Jong In, sonreí irónica, que despiadada alma se divertía con aquella broma a costa mía, alguien que hubiera descubierto mi profundo y tormentoso amor.

El resfriado comenzó a hacerse notar en mí, junto a una horrible y asfixiante tos, me senté en la hierba fina apenas pudiendo respirar.

De la nada, unos cálidos brazos rodearon mi casi helado cuerpo, y una dulce voz me susurro al oído, llenándome de su embriagador aroma

X: no te preocupes, yo cuidare de ti

Eso es todo lo que pude recordar, antes de caer en un profundo sueño, cuando abrí los ojos estaba en mi habitación, la cegadora luz de la lámpara de techo provoco que entre cerrara los ojos, con molestia.

Junto a mi pude ver dormido al chico que tanto tiempo había estado esperando. Estaba cansado, se le notaba en el rostro. Me moví despacio intentando levantarme, pero de forma tan torpe que logre despertarlo. Jong In me dedico una sonrisa, mientras me deseaba los buenos días, yo lo mire confundida

Jong In: te encontré en el parque Tn - lo escuche decir como si solo fuera parte de mi sueño, un sueño del que nadie en mi situación desearía salir jamás- quise traerte a casa - continúo Jong In-

Me quede mirándolo a los ojos por un momento, que se hizo hermosamente eterno para mí y luego le sonreí agradecida.

El tiempo corrió como de costumbre, en su incesable carrera que dejaba atrás tanto bueno como malos momentos y convertirlos en recuerdos.

Con Jong In nos hicimos buenos amigos, ¿Quién diría que eso podría suceder alguna vez? Éramos inseparables, únicos y tan iguales a la vez. Pero aun la pequeña llama de mis sentimientos hacia él se hacía notar cada vez que él tomaba mi mano y me sonreía de forma dulce.

Un día bajo la lluvia y cobijados juntos al ahora nuestro viejo y querido árbol del parque, el me hizo una confesión, ¿Qué iba yo a imaginarme que él había sido quien había tallado su nombre junto al mío en el árbol? Acaso alguien como yo tenía una oportunidad con alguien como él. Lo único que puedo decir, es que apenas hubo pronunciado esas palabras tan reveladoras, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, acalladas por el sentimiento y la sensación de tener los labios de Jong In compactados con los míos.

La sensación del único y primer amor revelándose es increíbles.

Yo siempre pensé que era invisible para él, y tampoco hacia un esfuerzo por hacerme notar, solo dejaba que las cosas sucediesen como debían suceder, pero el destino me revelo que no era tan insignificante ante sus ojos como creía. Lo nuestro recién había comenzado.

 Lo nuestro recién había comenzado

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