❲⚘❳ ❛ Colmillo Blanco ❜ . -kookmin

❛ Colmillo Blanco ❜

El viento rugía con una gélida potencia. Era difícil divisar algo palpable en el panorama, que no sea tan solo nieve y una densa oscuridad. El ciervo se deslizaba con dificultad en ese bosque, pues sus patas se hundían en la tierra blanca de manera constante, congelando con crueldad sus enclenques piernas. Los árboles con sus ramas torcidas se doblaban y formaban garras amenazantes que convertían ese lugar en una zona demasiado hostil y dantesca.

El ciervo olfatea el suelo en busca de algo comestible. Pero en esa zona despoblada, todo rastro de vida ha sido consumido por la voracidad del frío y la nieve insípida. El animal ha recorrido kilómetros hasta perderse en ese lugar, desafortunadamente. Tras caminar un poco, el ciervo eleva sus orejas, al oír algo más que el silbido del viento; una rama se parte, poniendo así en alerta al animal.

Pero este, al escanear con su mirada, se percata que una presencia le ha echado el ojo. Se encuentra parado a un par de pies en la distancia, pero su cuerpo y cabeza apuntan en su dirección. La persona tiene puesta una capa larga y gruesa de color celeste, que le protege del viento junto con una canasta en manos. Este desliza la mano en el interior de su cesta y el ciervo levanta una pata, con intenciones de marcharse lo más rápido que puede. Sin embargo, desiste a esto pues ve que la persona encapuchada le tiende un racimo de uvas.

El animal brinda un paso inseguro. Luego otro, olfateando. Y uno más, con un poco de ansiedad mientras el chico no mueve un solo músculo con la mano aún extendida, insistente.

Finalmente el ciervo llega hasta el chico y empieza a comerse el racimo de uvas jugosas que son una buena cantidad, suficiente para darle la fuerza necesaria para salir de ese bosque. El desconocido retira la mano y el ciervo, tras haber masticado lo que resta de la preciada fruta, se queda quieto, observando atento al chico quien tampoco se mueve. No hasta que entiende el mensaje y alarga la mano con lentitud, para luego acariciar la cabeza del animal quien parece agradecerle con la oscura mirada.

Sin embargo, algo irrumpe con la escena tan poco frecuente; un potente aullido que resuena a lo lejos y parece extenderse en todo el bosque. El viento ha cesado, permitiendo así que el sonido se propague y se oya con claridad. Así que el ciervo empieza a correr despavorido, pero el desconocido solo ajusta la correa de su capa y empieza a caminar sin temor alguno.

No hay nada en ese lugar que pueda hacerle daño.

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Busan es un pueblo que, no es como todos, pues tales habitantes son los únicos que se atreven a vivir en un lugar en el cual solo neva. Y cuando no neva, llueve de manera violenta y constante. Es por ello que las grandes casas son firmes y el suelo es de barro. Las personas portan trajes oscuros y hay muchas fogatas en cada esquina en donde no hay gruesas capas de nieve. El día está nublado, todo transcurre de manera tranquila y normal. Algunos vehículos se desplazan y dejan mantos de humo mientras algunos comerciantes vocean sus productos.

Nada fuera de lo común en Busan.

Sin embargo, como si romper ese esquema estipulado fuese un pedido de auxilio, un vehículo de gran tamaño y prominentes ruedas se hace presente, llamando la atención de más de una persona que voltea a ver extrañada. Este vehículo tiene una estructura poco convencional que provoca un sonido muy estruendoso y parece estar reforzado con un metal muy grueso. Las personas se amontonan en el sitio donde el extraño vehículo aparca, dejando grandes surcos en el barro. El susurro colectivo empieza mientras el motor deja de hacer ese infernal sonido y posteriormente la puerta del copiloto se abre.

Sus pies cubiertos con botas militares se plantan en el barro y esta persona avanza hacia una parte de la congregación confusa. Éste echa un vistazo alrededor, examinando lo que tiene en frente; su cabello es de un tono violeta oscuro y su ropa negra de pies a cabeza, dándole un aspecto intimidante. Un par de portazos llaman la atención de los demás, confundiendo aún más al público pues otras personas se suman al primer desconocido.