Confesión

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-Tiene dos costillas rotas, realmente ha tenido suerte. Para haber sido golpeado, eso es poco. Lo demás solamente han sido golpes fuertes, pudimos cerrar una herida por la que estaba sangrando y le hemos aplicado ya la sangre que donaste. –hablaba el doctor, mientras Ezra estaba sentado frente a una silla. Viendo al suelo, su mirada estaba fija en aquel.

Había sido su culpa, definitivamente lo había sido. Su hermano estaba en el hospital, por él. Se mordió el labio mientras se culpaba mentalmente a sí mismo.

Suspiró, colocándose una mano en el pecho, cerrando los ojos, ya habiendo dejado de escuchar al hombre que seguía hablando frente a él, se odiaba a sí mismo.

-Ezra –el hombre habló firmemente, sacando al menor de sus pensamientos-. Yo te lo advertí y no me hiciste caso, te dije que esto no saldría bien.

-Lo sé...-suspiró por lo dicho.

-Entonces, ¿qué es lo que harás? –Recargó los codos en su escritorio, viéndolo con fijeza-. ¿Le seguirás ocultando la verdad?

-No –negó-. Se lo diré, en cuanto se me dé la oportunidad..

-Ambos sabemos que eso significa que se lo dirás en las últimas horas… Permíteme darte un consejo…

Ezra elevó la mirada, volteando a verlo para escuchar con atención sus palabras.

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-Mgh… -se removió el pelirojo en cama. Se sentía como aquella primera vez que había bebido con su gemelo. Su cabeza dolía, aunque no más que todo su cuerpo recostado. Tomó algo de aire, entreabriendo poco a poco los ojos; cegándose con la luz de la habitación, que estaba encendida.

-Eithan –una voz suave le llamó, y entonces la luz que le molestaba fue apagada, aunque aún estaba visible el cuarto.

Luego sintió que tomaban su mano entre algo cálido.

-¿E-Ezra? –sus ojos terminaron de abrirse y buscó  con la mirada a su hermano. Encontrándolo sentado en un lado de la cama, en una silla.

Lo vio, y notó en los ojos de éste una notable preocupación. ¿En verdad su hermano estaba así de angustiado como parecía?... Esperaba que fuese así, de otra forma la felicidad que se iba formando en su pecho se convertiría en desilusión.

-Eithan…-su gemelo sonrió, colocando una mano en su mejilla, acariciándolo.

Sintió esa caricia como si fuera con un pétalo de rosa, aunque eran las yemas de los dedos de su hermano. En ese momento se sentía tan importante para él.

-Eithan, lo siento –musitó el chico, viéndolo ahora con arrepentimiento en los ojos.

Entonces Eithan se confundió. ¿Perdonarlo? ¿Por q-…

Recordó ahora, la escena vista minutos antes del accidente que se había presentado. Ahora entendía por qué su hermano se veía tan preocupado. Seguramente sólo había sido su conciencia al pensar que alguien hubiese tenido un accidente por su causa.

Soltó un suspiro, dolido, y volteó el rostro hacia un lado para no verlo fijo.

-N-no es tu culpa…

-¡Claro que lo es! ¡Perdóname, Eithan!

-E-está bien…-se mordió el labio-. Pero en verdad, no es necesario que te sientas culpable por el accidente… n-no es…

-Eithan…

No quiso voltear al escuchar ese llamado, sin embargo, su mentón fue tomado, haciéndolo voltear para besarle los labios. Su corazón se estrujó, y sus lágrimas comenzaron a salir mientras sus labios temblaban, dejándose besar por su hermano. No podía sacar de su cabeza el haber encontrado a su hermano con una mujer, en ése, el sillón en el que estaban siempre juntos. Entrecerró sus ojos, sin verlo claramente, pues sus lágrimas hacían su visión borrosa. Sintió cómo los labios suaves se separaron y las manos cálidas le secaron las lágrimas.

-No llores, Eithan, por favor…

-L-lo siento –se disculpó, cerrando los ojos. Mientras Ezra negaba con la cabeza.

-Yo lo siento, Eithan, perdóname, en verdad… Fui un gran estúpido. No. Soy un gran estúpido, por no saber apreciarte como se debe… he tomado decisiones que no son nada buenas, y que sólo te han hecho sufrir…-tomó sus manos entre las propias-. Era porque no sabía lo que en verdad quería, pero ahora lo sé, Eithan… quiero estar contigo. Todo el tiempo que me queda… quiero estar contigo. Y no desaprovechar ni un solo momento.

-¿A-ah? –No le entendió del todo, mientras lo veía con los ojos rojizos-. Pero si estoy contigo, siempre lo he estado, Ezra…

-Lo sé, pero… quiero que estés conmigo de otra manera, Eithan –presionó las manos que sostenía-. Por favor… cásate conmigo.

-¿Eh? –ahora sí que estaba sorprendido, ¿qué demonios pasaba? Apenas un rato, había visto a su hermano revolcándose con una chica, y ahora éste le pedía que se casará con él. ¿Qué?...

-Por favor…

Ezra rogaba con la mirada a su hermano, quien le veía incrédulo. Luego desvió la mirada.

-No… no me casaré contigo. Tú… esa chica…-sollozó dolido.

-No, no. No es lo que parece, Eithan. Sé lo que viste, pero esa chica no es nadie. Y yo sólo he estado contigo, te lo juro. Con nadie más. –lo vio a los ojos, angustiado de pensar que podría perder a su amado-. Por favor créeme, Eithan.

-Si no es lo que vi… entonces…. ¿qué hacía con ella? –hablaba viendo hacia un lado. Notablemente decaído.

-Ella… estaba planeado, Eithan… yo quería que me odiaras, que no quisieras estar conmigo. Así todo sería más fácil. Pero al ver tu cara mi corazón se rompió con el tuyo. Y luego ese coche… Eithan, me di cuenta de cuanto te necesito. No podría estar sin ti –le presionó las manos. Eithan sentía que su hermano estaba siendo sincero. Pero no sabía…

-¿T-te molesta que… seamos hermanos…? –vio hacia abajo.

-No, claro que no, Eithan –le tomó el rostro entre las manos para verlo fijamente-. No es eso. El amor es el amor para mí… pero… no quería que sufrieras… -ahora fue él quien desvió la mirada, inseguro de hablar.

-¿Sufrir? A tu lado jamás lo haría, Ezra… yo te amo –aquellas palabras al fin salían de su boca, se sintió incluso algo liberado por ellas. Por lo que una suave sonrisa se le grabó en los labios.

-Yo también te amo –Ezra pareció entristecer. Elevando su mirada para ver a su hermano-.

-¿Entonces qué es lo que te preocupa? –ahora estaba confundido.

-Eithan yo –calló un momento, tomando aire para tener más valentía-

… tengo leucemia…

Una serie de eventos desafortunados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora