1.

4.3K 135 1
                                    


Tenía la sensación de estar en un sueño.

Había despertado hacía un rato, cuando me levanté para ir al baño y beber un poco de agua. Al mirar por la ventana del hotel vi como el viento sacudía los árboles y aquello me quitó las ganas de salir a caminar un rato, como había previsto, así que volví a acostarme junto a él.


Llevábamos algunos días juntos en las islas, disfrutando de una tranquilidad que parecía irreal. Nunca pensé que alguien como él me traería tanta paz, con su risa aguda, sus chistes malos y sus caricias repentinas.

Y allí estaba, dormido bocabajo, con los brazos debajo de la almohada y la cabeza ladeada encima de la misma. Mechones del pelo deshecho acariciaban su frente.

Por algún motivo, verlo tan tranquilo me hizo querer jugar con su dorado cabello, revolviéndolo un poco mientras le despertaba.


- No... - Balbuceaba el chico, haciendo pequeños ruiditos de desaprobación.

- Venga... Es tarde. - Le decía en voz baja, porque en realidad me daba pena despertarlo del todo, pero no podíamos pasar la mañana en la cama, teníamos un vuelo que coger en unas horas y muchas cosas por ver.


Con desgana, el rubio se levantó lentamente de la cama y se dirigió al baño, dejándome allí solo, mirando su espalda desnuda conforme se alejaba.

Quería memorizar cada movimiento de sus músculos al caminar.

Al volver del aseo, estaba mirando mi móvil apoyado en el cabezal de la cama.


- ¿Tienes agua por ahí? - Preguntó aún con la voz ronca.

- Sí, claro.- Contesté, pasándole un termo que traía siempre encima, que había estado en mi lado de la cama toda la noche.


Bebió un poco y se volvió a acostar, esta vez de espaldas a mi persona, tapándose hasta la cabeza, no sin antes echarme un vistazo para asegurarse que lo veía.

- ¡Oye! - Grité sorprendido.

- Un poquito más... Aunque sea descansar, no me voy a dormir, te lo pro... - Las últimas sílabas no se entendieron.


Volví a acostarme del todo, esta vez arropando a mi compañero, rodeando sus brazos con los míos, pegando mi cuerpo al suyo.

El catalán rió un poco por lo bajini y no entendí muy bien a qué se debía.


- ¿Qué te pasa a ti ahora?

- Nada... Hace dos meses te dije que me hicieras la cucharita en clase con las Javas.- Y era cierto. Aquello me hizo sonreír. Este niño... - Me ha hecho gracia la situación, - dijo soltando otra risita-, en ese momento me daba muchísima vergüenza.

- ¿Ahora ya no?


- Ahora ya lo sabes.

- ¿Que se supone que sé? - Pregunté intrigado y divertido a la vez.

- Lo que provocas en mi...


Y sin añadir nada más, cogió mi mano, que reposaba en su torso, y la colocó encima de su sexo. Estaba erguido y yo, rojo como un tomate.

No era la primera ni la última vez que hacía aquél gesto, pero por algún motivo, siempre me sorprendía su atrevimiento.


Aquello era una invitación, pero yo ya no quería que terminase como siempre – conmigo delante y él detrás, teniendo el control-.
Esta vez quería hacerlo mío. Hacer que se estremeciese al contacto conmigo, como yo lo sentía con él al tenerlo dentro de mi.

Empecé a moverme, rozando mi pene contra sus bóxers, sin apartar mis dedos de donde él los había dejado, acariciándolo.


- Agoney... – Me increpó bajito. Sabía que estaba entendiendo mis deseos y que aquello era nuevo para él.


- Shh... - Chisté.- Confía en mi.

- Pero es que yo nunca... No sé si...


- Si estás incómodo o te hago daño dímelo y lo dejo estar, ¿vale? 


Pareció que se lo pensaba unos segundos, pero movió un poco la cabeza hacia delante a modo de aprobación, así que proseguí.

Despertares. [ RAGONEY ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora