El piano

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Inspirado en la canción "klavier" de la banda alemana Rammstein

La conocí cuando éramos niños, admito que no era la niña más bonita pero tenía un gran talento, era un prodigio con el piano, tocaba como una profesional y a tan corta edad podía llenar el teatro del colegio y dar conciertos.

Pasaron los años y nos fuimos volviendo más unidos, hasta el inevitable momento en que nos enamoramos y después de un tiempo nos casamos. Era una buena mujer, nos llevábamos bien, era confiable, simpática, inteligente. Nuestra relación llego a ese momento en que más que una pareja sentía que estaba con mi mejor amiga. Lo que más me gustaba es que todos los domingos después del almuerzo me sentaba en la sala a leer cualquier libro mientras ella tocaba el piano. Muchas veces hasta fingía leer el libro únicamente para escucharla tocar.

Si Dios existe hasta Él se levantaría para aplaudir a aquella mujer con los ojos llenos de lágrimas. Cualquiera podría encontrar la vida bella escuchando tan mágicas notas, hasta llegué a pensar que la música de esa mujer le daba motivación a mi vida, que amaba más esos dedos que a la portadora.

Con el tiempo nuestra relación fue decayendo. Nos dejamos de hablar y poco a poco dejó de tocar. Tenía que esforzarme en tratarla bien para que tocara, hasta el punto de rogarle. Un día simplemente dejó de tocar, sus ánimos decayeron y decía no encontrar motivación para presionar sus dedos en tan magnífico instrumento. Intenté de todo, el cielo como testigo que lo hice, escuchábamos piezas clásicas, la llevé a teatros, le recitaba poesía, la llevé a sitios pintorescos, pero nada... Perdí la cabeza, el mundo perdió su color, la vida era arrítmica. Necesitaba escucharla tocar. Si no encontraba inspiración en la belleza, tal vez la hallaría en el horror. Bajé el piano al sótano y luego a con mi mujer en brazos até sus pies a este. Le prometí dejarla en libertad únicamente si componía una canción solo para mí, una tan hermosa que hiciera a los ángeles llorar.

Estuve tranquilo por unos cuantos días, el piano sonó día y noche sin cesar, reí y lloré escuchando tan perfectas melodías, pero no llegaba a la emoción que buscaba, a la sensación que hacía falta en mi vida. Una noche llena de regocijo escuchando aquellos mágicos dedos acariciar las teclas pude sentirlo, el sonido me hacía sonreír, recordar momentos olvidados y encontrar inspiración en el futuro hasta que de repente paró, un sonido seco y grave paró mi respiración.

En el sótano oscuro solo se respiraba la podredumbre y sonidos de muerte. Un piano rasgado y teclas llenas de sangre sostenían el peso del cuerpo de mi una vez amada, sus ojos vacíos de desesperanza y horror en perfecta sintonía con sus labios rojos, reseco de no haber probado más líquidos que el flujo de su propia sangre. Ese escenario de tragedia más la mezcla de la armonía de sus notas de piano, fusionado con sus gritos fue la melodía perfecta para mí y ahora como he prometido, te he dejado en libertad.

El pianoWhere stories live. Discover now