Capítulo 1

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Los estudiantes entraron al salón, todavía bostezando y frotándose los ojos. La nieve derretida goteaba de sus abrigos y formaba charcos en el piso. Dawson estiró sus largas piernas, colocándolas sobre el asiento vacío en frente de él. Ociosamente rascando su mandíbula, miró al frente de la habitación mientras Lesa se paseaba, haciendo una mueca hacia Kimmy, quien la miraba horrorizada por lo que la nieve había hecho con su cabello.
—Es sólo nieve —dijo Lesa, rodando los ojos —. No va a hacerte daño.
Kimmy alisó su cabello rubio entre las manos. —La azúcar se derrite.
—Sí, y la mierda flota. —Lesa tomó asiento, tirando de la tarea que
había hecho anoche.
Una profunda risita sofocada vino desde atrás, y Dawson sonrió. La chica lo hacía partirse de risa.
Kimmy se dio vuelta mientras se movía enfadada hacia su asiento, los
ojos fijos en él, como si estuviera planeando su próxima jugada. Dawson le devolvió una sonrisa forzada. Aunque sabía que debería haberla ignorado. Para Kimmy, algo de atención parecía ser mucha atención, especialmente desde que había terminado con Simón.
¿O Simón había terminado con ella?
Diablos como si él supiera o si realmente le importara, pero no iba con su forma de ser ignorarla completamente. Colocando un bolso de piel de cebra sobre su escritorio, Kimmy continuó sonriéndole por otros diez segundos antes de mirar a otro lado.
Sacudió los hombros. Lo cierto es que había sido visualmente violado y no de una buena manera.
La risa regresó, y luego en una voz lo suficientemente baja para que sólo él escuchara. Aprovecha. Aprovecha…
Estirando los brazos hacia atrás, golpeó el rostro de su hermano mientras sonreía. —Cállate Daemon.
Su hermano empujó sus manos fuera de su cara. —No odies el juego…
Dawson negó con la cabeza, todavía medio sonriendo. Mucha gente, la mayoría humanos, no entendían a Daemon como su hermana y él lo hacían. Sólo unos pocos lo hacían reír como él lo hacía. E incluso menos lo
hacían enojar tanto. Pero si Dawson alguna vez necesitaba algo o si había
algún Arum cerca, Daemon era el hombre indicado.
O Luxen. Como sea.
Un hombre corpulento ingresó a la clase, agarrando un montón de
papeles que parecían ser los exámenes calificados. Un coro de quejas se escuchó a través de la habitación, a excepción de Daemon y él. Lo sabían, ellos se lucían sin siquiera intentarlo.
Dawson agarró su lapicera, haciéndola rodar entre sus largos dedos y suspirando. El martes ya se perfilaba para ser otro aburrido día de clases. Preferiría estar afuera, caminando por el bosque a pesar de la nieve y el frío brutal que hacía. Aunque su aversión al colegio no era tan mala como la de Daemon. Algunos días eran peores que otros, pero la forma en la que Dawson veía a sus compañeros hacía la experiencia más tolerable. Era como su hermana en ese sentido, como un ser humano escondido en el cuerpo de un alíen.
Sonrió afectado.
Segundos antes de que sonara la campana, una chica se apresuró a
entrar a clases, sosteniendo una hoja de papel amarillo. Inmediatamente,
supo que la muchacha no era de aquí. El hecho de que usara un suéter y no
un gran abrigo cuando estaba casi por debajo de menos un grado la delataba. Su mirada vagó por sus piernas, realmente lindas, largas y esbeltas, hasta sus delgados pies.
Sip, ella no era de aquí.
Al entregar el papel al profesor, ella levantó ligeramente su barbilla y miró a lo largo de la habitación.
Los pies de Dawson cayeron al suelo con un golpe sonoro.
Mierda, ella era… ella era hermosa.
Y él conocía la belleza. Su raza había ganado la lotería genética cuando adoptaron sus formas humanas, pero la forma en que los rasgos de duendecillo de esta chica encajaban juntos era la perfección absoluta. El
cabello color chocolate se deslizaba sobre sus hombros mientras continuaba escaneando la sala. Su piel tenía un color saludable por haber estado en contacto con el sol recientemente, también, por su vitalidad. Las cejas finamente arqueadas hacían resaltar sus ojos enmarcados con largas pestañas. Los ojos de un marrón cálido se encontraron con lo suyos, luego sus
hombros, y después… ella parpadeó varias veces para aclarar su vista.
Ese tipo de mirada ocurría cada vez que las personas los veían a Daemon y a él juntos por primera vez. Eran idénticos, después de todo. El cabello ondulado de los Black, la misma estructura de nadadores, ambos
medían casi dos metros. Compartían los mismos rasgos: grandes pómulos, labios llenos, y ojo extraordinariamente verdes. Otros que no fueran los de su misma especie no podían diferenciarlos. Algo que a los dos chicos les encantaba usar a su favor.
Dawson apretó los dientes hasta que su mandíbula dolió.
Por primera vez, deseó que no fueran una copia del otro. Que alguien
pudiera mirarlo, realmente mirarlo y no ver a la imagen en el espejo justo a su lado. Y esa era una reacción completamente inesperada.
Pero entonces la mirada de la chica se encontró con suya y le sonrió.
La lapicera se deslizó de sus repentinamente fláccidos dedos, rodó a través del escritorio, y resonó en el piso. El calor se extendió en sus mejillas, pero sus propios labios respondieron con una sonrisa, y no había nada falso o forzado en su reacción.
Daemon rió disimuladamente mientras se inclinaba, pateando la
lapicera debajo de su zapatilla. Avergonzado a la enésima potencia,
Dawson golpeó la lapicera debajo del pie de su hermano.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2018 ⏰

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