|•Friends•|

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Ese brillo en tus ojos es tan especial... Es de verdad precioso...

Dos erizos corrían por los callejones de Möbius, esquivando contenedores, saltando paredes y subiendo escaleras de emergencia. Buscaban ocultarse de los uniformados que les seguían, los cuales ya habían engañado más de una vez.

Las sonrisas que me dedicas son inigualables... Como ninguna otra.

Siento que son sólo y únicamente dirigidas a mi persona.

Entraron por la ventana a un departamento en el décimo piso de un edificio viejo, cayendo a la cama que se encontraba bajo ésta, el más chico sobre su compañero.

Rieron a carcajadas, sintiéndose victoriosos de su fechoría. Habían robado una suma bastante grande en esa ocasión.

Eran dos erizos inseparables, dos chicos que dedicaban sus espectaculares habilidades para hurtar. Su actividad favorita.

Cada vez haces que me encariñe más contigo. Tienes un no sé qué que me obliga a no separarme de ti.

El más bajito se tiró al lado de su compañero, mirando ambos el techo, respirando jadeantes al por fin haber terminado de reír.

Se miraron un momento por el rabillo del ojo, sonriéndose entre sí, con orgullo. Con emoción.

No creas que he ignorado tus intenciones... No pienses que no sé qué quieres hacerme sentir.

Se sentaron en la cama, uno al lado del otro, dejando en la cama la enorme cantidad de dinero que habían conseguido. La emoción en ambos era más que evidente, era un motivo de admiración para cualquier otro ladrón.

— Con esto nos iremos a viajar alrededor del mundo, sin importarnos nada —comentó feliz el mayor de ambos, de nombre Scourge; miró a su compañero por unos segundos, recibiendo una sonrisa enternecida del más joven.

— Creí que querrías dividir el dinero —comentó el más chico, aún incrédulo ante las palabras del otro.

Tu forma de tratarme es ajena a las demás. ¿Por qué?...

Porque los amigos no se tratan como tú me tratas a mí.

— No me molesta compartir lo mío contigo —tomó el dinero, introduciéndolo en la mochila de la cual lo había sacado unos minutos antes —. Anda, es hora de dormir. Ya mañana divagaremos, y veremos a donde ir primero. —se retiró su chaqueta, arrojándola a una silla cercana. El menor imitó su acción, dejando su chaleco sobre ésta.

Pronto ambos pares de zapatillas quedaron a los pies de la única cama que estaba en ese apartamento.

Era un lugar abandonado, el cual ellos dos habían tomado como propio, no teniendo ningún tipo de ingreso que no fuese robar para conseguir un lugar mejor.

Tenían solo una cama, un pequeño radio y sus ropas. Además, lo más importante... La compañía de ambos.

Cada momento agobias más mi mente, engañas mi sentir.

Sueles decir que somos los mejores amigos... Inseparables, casi hermanos... Pero dejame decirte que, los amigos duermen en camas separadas.

Ambos se recostaron, siendo sólo iluminados por la luz de la luna que entraba por la vieja ventana de madera.

El mayor comenzó a hablar, planeando una vida en la que ambos lograrían más robos. En donde los dos vivirían una vida llena de lujos y caprichos. En la cual todo lo que quisieran sería posible...

Mas en ningún momento tomó la idea de que alguno de ambos tomara su propio camino. Todo era "nosotros dos".

Mientras qué, el de ojos marrones se limitaba a mirarle, emocionado ante las alocadas ideas que el otro tenía.

Aunque no te culpo, parece que ambos actuamos como si deseáramos que nadie se enterara.

Es como si no quisiéramos que los demás se dieran cuenta que tú y yo no nos tenemos cariño...

... Sino, amor...

El mayor se enderezó al ocurrirsele una "grandiosa" idea, invitando al otro a hacer lo mismo, quedando uno frente al otro.

— Ya sé qué haremos primero —celebró, obteniendo una mirada curiosa del copetón —, iremos en busca de tus hermanos.

El menor meditó un poco lo dicho. habiendo quedado de verdad sorprendido. Era uno de sus mayores anhelos...

— ¿De verdad? —chilló emocionado, recibiendo un asentimiento de cabeza del contrario —. ¡Oh, Scourge! —se lanzó a abrazarle, apretujándole con fuerza el dorso y cuello, sacando una carcajada del mayor.

— Todo por ti —musitó bajito, correspondido tal muestra del afecto.

Admite que no somos amigos... Nunca lo fuimos...

Admite que nunca nos veremos con ojos de amistad.

¿Por qué?

El más chico se separó, topándose con ese par de zafiros que tomaban lugar en los ojos de su compañero. Los miró atento, como si le llamaran a admirarlos.

Pasó su mirada a los labios del poseedor de ese par de hermosos ojos, sintiendo un pequeño punzar en el pecho a estar a tan corta distancia.

El mayor imitó la acción del otro, sólo que se atrevió a acortar poco a poco esa distancia, tomando al menor de las mejillas, uniendo sus labios con los de su "amigo".

Por que mis amigos no me aman como tú lo haces...

•Songs• |Drabbles| [Sonic's FanFics]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora