CAPITULO I - Juntando las piezas rotas

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Mi lengua se adormece, no puedo articular una sola palabra. Te vez bien, demasiado bien, después de aquel adiós. Me tiendes la mano y comienzo a temblar, no sé qué hacer. Solo puedo sentir como se dilatan mis pupilas al verte, y experimentar el cómo mis sentidos se agudizan al tocar tu piel. Y comienzo a poner mi cara de idiota, como cuando solíamos vernos, me sonrojo y quiero llorar,  tu mirada me congela. Sí, aún tienes ese efecto en mí. Después de todo, después de dejar de ser tu y yo.

Mi nombre no importa, una chica común y corriente de cabello castaño y una mirada suave, rara, sonriente, unas veces feliz, otras triste, a veces fuera de este planeta. Sólo tenía una cosa en común con los demás y era que, como muchas personas en este mundo, ya sabía lo que era el amor y lo que este traía consigo; tenía perfectamente claro que nadie le pertenece a nadie, y que a veces la palabra "siempre" dura días, meses, años o en algunos casos siempre.

Él, bueno, pues él era él, un chico que parecía ser igual que yo: común, solo que alto, cabello rizado, y unos bien marcados y hermosos hoyuelos en sus hermosas mejillas,  y bueno, él se enamoró de mi (o eso creía yo)...

Hubo ocasiones en las que creí que todo esto había sido un sueño, pero bastó una fotografía, y un enorme dolor en el pecho, para hacerme volver a sentir, que lo nuestro por un momento fue real.

Esta es mi historia, una historia de amor, pero no un amor cualquiera es: La historia de un medio amor... Cuyo final no es feliz...

Cero de cero: La historia de un medio amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora