CAPITULO III - Primera vez

9 0 1
                                    

Estrellas ocultas, lluvia de sábado, ¿acaso será un mal presagio?, nunca lo supe...

No podía creerlo que después de tres sábados haya aceptado tu invitación a salir; terminé de arreglarme justo cuando me enviaste un mensaje de texto diciéndome que saliera, me asomé y tu automóvil estaba justo en la puerta de mi casa, tomé mi bolso y salí.

-Sube- me ordenaste y obedecí. ¡No puedo creerlo, eres muchísimo más guapo que el chico de las fotografías en Facebook!, mucho más guapo que aquel chico que yo había visto por primera vez en enero y que saco a bailar a la chica de al lado, y ahora, ahí estabas tú, dedicándome una sonrisa generosa, mostrando los hermosos hoyuelos que hay en tus mejillas, una camisa a cuadros roja y blanca, pantalón de mezclilla negro, un cabello perfectamente arreglado, y un perfume de ensueño; seguí observándote, no se si lo notaste, pero estaba sonrojada;

-¿A dónde vamos?- dijiste mientras me mirabas de hito en hito.

-No lo sé, tú manejas, tu mandas.- Aquí vamos, con mi sonrisa de idiota otra vez. 

-Pero, ¿ y qué tal que te llevo a lugares que no te gustan?-

-¿Y cómo vamos a saberlo sí no le das a ningún lado?-

-Tienes razón hermosa, igual no nos podremos bajar, seguirá lloviendo por un buen rato-

-Eso sí, bueno, ¡vámonos!-

Prendiste tu auto y comenzamos a pasear, en efecto, llovió todo el rato, pero eso no fue impedimento para conocernos, entre risas y bromas, un amigo de ambos o hablar de nuestra familia, sacamos la conclusión de que teníamos muchas cosas en común.

Conducir por las pequeñas calles se volvió muy difícil, así que tuviste que detenerte mientras la lluvia cesaba un poco...

-¿Así que te gusta la lluvia?- retomaste la conversación, mientras elegantemente volteas hacía mi y me regalas una hermosa sonrisa, de esas que derriten.

-Sí, me encanta, ¿a ti no?-

-Solo cuando estoy acompañado de alguien como tú...- Esa cariño, esa fue la primera vez que me robaste el corazón, me sonrojé como nunca, y gracias a esa bendita noche de agosto, no pudiste notarlo, ni yo tampoco pude notar, que poco a poco te acercabas a mí y postrabas tu brazo sobre mi espalda, luego te acercaste poco a poco, y sentí como me convertía en un manojo de nervios, comencé a sentir tu respiración agitada en mis pómulos, tomaste mi rostro y nos fundimos en un cálido beso, y luego un beso más y otro, después un abrazo tan fuerte que casi siento que reventabas mis huesos, y sin darnos cuenta los vidrios se empañaron, nos miramos a los ojos y tal como un par de niños dibujamos sobre las ventanas nuestras iniciales ¡Qué bien quedaban!

-Eres muy linda, gracias por aceptar salir conmigo.

-Gracias a ti, por insistir- Y así, continuaron los besos, hasta casi la media noche, llegó la hora de partir, y por primera vez me hiciste sentir lo triste que era dejarte ir. No imaginé que después de todo tenías razón: salir contigo era una decisión de la cual nunca iba a arrepentirme...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 08, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cero de cero: La historia de un medio amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora