La brisa fresca de la tarde removía su castaña melena. Su sonrisa infantil adornaba suavemente sus labios y sus ojos tristes seguían reflejando la inocencia que el pasar de los años no perdonaba.
¡oh, pobre Donghae! ¡oh, pobre criatura que solo quería ser feliz y ahora solo abraza la locura!
Murmura la gente del pueblo al verlo hacer su andar.
Porque su vida se había reducido ha hacer el mismo recorrido durante todos esos años, porque el dulce Donghae atrapado en los recuerdos del ayer, no lograba ver mas allá de su fantasía. Pero el era feliz así y nada mas importaba.
Pero cuando la noche llegaba y el silencio y soledad invadían cada rincón de su vieja y descuidada casa, los recuerdos lo acechaban y su frágil corazón volvía a lastimarse en un ciclo sin fin. Y durante su momento de lucidez, la realidad lo golpeaba como una hola furiosa ahogándolo en su miseria. Sus desgarradores sollozos se escuchaban en esa habitación, pero no había nadie que lo consolara. El estaba solo, y los fantasmas del pasado seguían burlándose de su desgracia, susurrándole que papi nunca volvió, que mami después de mucho llorar sus ojos ya no abrió ... y sobre todo, a su Hyukie; su amado Hyukie cayendo al profundo y frío mar ... pero por mas que lo suplicaba los fantasmas no se callaban... ya no podía mas... ya no mas...
Y cuando menos lo esperaba , como si alguien se apiadara de su lastimada alma , los tristes recuerdos se fueron desvaneciendo, guardados en un lejano rincón de su mente . Su tembloroso ser relajándose. Cayendo en una tregua consigo mismo , cerraría sus hinchados ojos y dormiría... como si nada hubiera pasado...
Porque mañana volvería a su fantasía ; esa en donde el era feliz. Mañana habría un papi que ya salió a trabajar, una mami que estaría sentada frente a su tocador poniéndose mas bonita de lo que ya era mientras él hacia el desayuno porque era su turno. Pero sobre todo, nuevamente iría a su lugar especial, a ese peñasco frente al mar, a esperar a que su hyukie llegara porque habían quedado de verse allí porque su amor no podía irse a pescar sin su beso de buena suerte, pero cuando el sol ya se estuviera queriendo esconder, se marcharía de allí porque su amor otra vez no pudo ir. Donghae, en sus desgastados zapatos, rehará su andar para que la rutina se vuelva a repetir, como lo ha estado haciendo durante los últimos quince años.
¡Oh, pobre Donghae!¡Oh, pobre criatura que solo quería ser feliz y terminó abrazando la locura!