Los clones

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* Narra Ana*

Estaba en mi piso fumandome un cigarillo en el balcón. No es que me importase el olor a tabaco en el piso pero sabía que a pesar de que Aitana no dijese nada a ella si que le importaba.

Cada vez estaba más confusa. Nunca había sentido nada parecido. Claro que me habían atraido mujeres, pero nunca más allá de un calenton. Sin embargo esa melena rubia y esos labios carnosos se presentaban en cada uno de mis sueños. Y que decir de que tan solo la conocía de unas semanas. Desde luego el hecho de haber estado tanto tiempo soltera me había empezado a afectar.

Necesitaba verle. Necesitaba oir su risa una y otra vez o sentir el roce del su mano. Ver como su pelo se movia con cada pequeño movimiento o como sus caderas se contoneaban al caminar.

Cogí el telefono y marqué.

- Necesito verte.

- En diez minutos estoy en tu casa.

*Narra Agoney*

Lo que comenzo con un par de cañas se acabo convirtiendo en nosotros dos volviendo al piso para arreglarnos y salir de fiesta.

Mandamos un mensaje por el grupo de whatsapp que habiamos creado con Ana y sus amigos por si alguno se queria pasar y ser mas.

En realidad no nos hacia falta nadie mas para pasarnoslo bien, pero nunca estaba mal tener a alguien por si alguno de los dos decidia pasar la noche con alguna otra persona.

No nos arreglamos demasiado pero Mimi necesitaba cambiar su conjunto de baile por algo un poco mas arreglado.

No conociamos mucho las discotecas pero tras una investigación por internet salimos a los quese suponia eran los bares más frecuentados de nuestra zona.

Para ser un dia como cualquier otrohabía bastante gente. Y que decir, muchas presas para pasar una gran noche. Y es que a pesar de que cada vez asumía más que mi atracción hacia un catalán en especial era muy fuerte no me pensaba quedar esperando a que el lo asumiese también y quería aprobechar cada oportunidad.

A pesar de no saber si lo estaba haciendo bien o no tras un corto periodo de perreo intenso con un rubio un tanto más bajito que yo y de acento ruso acabé la noche de maravilla.

Pero eso no impidió que a la mañana siguiente al abrir los ojos y ver que aquel chaval seguía en mi cama no me entrasen ganas de echarlo e irme cuanto antes al teatro a ver al rubio que realmente me traía loco.

Como ya era costumbre no recordaba su nombre, y siendo ruso supongo que no sería uno cualquiera. Aunque que decir de Raoul y su "o" tan peculiar.

Dios parecía que no sabía hablar de nada sin mencionarlo se me estaba yendo de las manos.

Fui a la cocina en busca de un buen café y una pastilla para contrarrestar el dolor de cabeza que los chupitos de anoche habían provocado.

Mimi se encontraba igual que yo, el pelo revuelto y un vaso de agua entre sus manos. Rebuscando en un cajón en busca de un ibuprofeno.

- Me quiero morir. La peor resaca de mi vida. ¿Me explicas por que dejaste que bebiese tanto?

Rei ante su comentario, pero al notar el martilleo que aquello provocaba paré. Realmente era una de nuestras peores resacas.

- Siempre me dices lo mismo. Ya sabes que no soy tu madre y además siempre que intento pararte lo único que haces es liarme para que acabe bebiendo lo mismo que tu. Así que da las gracias de que aún siga saliendo contigo de fiesta.

No era la primera vez que manteniamos aquella conversación, ni sería la última. Y como siempre me enseñaba su dedo corazón en señal de que la conversación había acabado. Realmente ninguno de los dos estaba enfadado, pero no podíamos dejar de picarnos aun estando resacosos.

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