CONNECTED [ Jookyun - Monsta X ]

000

¿No os ha pasado alguna vez que los pensamientos acabasen consumiendo toda tu razón, y por un casual dejases de oír los ruidos, gente hablando o cualquier otro sonido a tu alrededor? Pues así estaba él, sentado en su cómoda y blandita silla de oficina que había encontrado años atrás en el basurero. No olía mal, tampoco estaba rota, pero sí chirriaba de vez en cuando si por un casual decidía echarse hacia atrás para estirar la columna y los brazos; aunque el lugar donde ahora vivía, trabajaba y pasaba la mayor parte del tiempo no era gran cosa.
Debía estar trabajando, con las manos sobre el teclado y marcando comandos y sentencias en una de las pantallas de su gran equipo, pero no, ya había perdido la noción y razón por cuarta vez aquél día.

- Hey!

Una voz conocida rebotó en sus pensamientos como un simple susurro, pero no le dio importancia y siguió a lo suyo. Su mirada estaba fija en la lata agujereada de habichuelas que yacía sobre su mesa, llena de lápices y bolígrafos y sólo para decorar, ya que no le hacía falta tomar notas con frecuencia. Para eso tenía un ordenador, una extensión de si mismo. Así que, continuó mirándola a pesar de que el eco de aquella voz continuase presente. No pensaba en nada específico, sólo recordaba pequeñas escenas de su vida las cuales ya no tenía y tampoco volvería a tener. También una pequeña casa, la sonrisa de su madre, un pequeño ordenador de juguete que le había regalado por su tercer cumpleaños, después, aquella misma sonrisa se apagaba y el color de las imágenes se des saturaba poco a poco hasta acabar con tonos grises y colores apagados. Después, su pequeño ordenador estaba destrozado en un rincón de la casa y él, un niño débil y pequeño, llorando por aquél juguete de plástico.

-¡Changkyun, despierta de una vez, maldita sea!-. Como si hubiese salido de un recipiente lleno de agua, ahogado por la falta de aire y por el susto que le ocasionó el otro chico, cogió aire desesperadamente antes de girarse hacia él.

-L-lo siento, lo siento... Sólo estaba... Ya sigo trabajando, disculpa-. A penas había mirado al chico un par de veces contadas, al menos directamente a los ojos, y aquella fue una de ellas.

Tan pronto como volvió a la realidad, siguió trabajando.

La sala era hexagonal, con muros oscuros de hormigón y el techo lo bastante alto para que pasasen largas tuberías y cableado por encima de sus cabezas. En el centro, formando un círculo de monitores, aparatos y más cables, estaban ambos, no necesitaban nada más. Eso a aquellos dos no les importaba lo mas mínimo, ya que para su compañero y él había sido lo más parecido a un hogar desde hacía doce años.