Cap 1.-

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Alexia:

¿Alguna vez has tenido la sensación de que alguien te sigue? No sabes si en verdad van detrás de ti o solo es tu mente jugando contigo. Justo estoy sintiendo eso ahora...

Voy caminando sola después de una fiesta, el grupo de amigas con el que vine se quedó, y como no estoy tan lejos de mi casa, no me hará ningún mal irme tranquilamente a pie.

Es demasiado tarde para ver personas en la calle, y el panorama luce bastante tétrico...casi como en una película de terror: una de las lámparas de la calle parpadea cada 10 segundos, el cielo está más oscuro de lo normal y parece que se acerca una tormenta. El viento sopla tan fuerte que puedo escuchar su zumbido resonar en mis oídos.

Trato de coordinar mi caminar para ir más deprisa, al compás con los latidos de mi corazón.

Suspiro porque no puedo quitarme de la nuca la extraña sensación de que me observan. Pasado un rato, estoy más que segura de que alguien me sigue... solo le pido al cielo que no sea la llorona.

Mi respiración comienza a agitarse y el miedo no me permite mirar sobre mi hombro para comprobar. Siento que en cualquier momento algo saltará delante de mí... ¿Será que éste es mi fin?, ¿saltará sobre mí un hombre con una motosierra?... Dios, ¿moriré hoy?...

—¡Boo!

—¡AHHHH! –salté del susto y caí en el cemento frío de la acera. Rápidamente cubrí mi rostro con mis manos, ¡Dios mío, ayúdame!

Quien sea que me haya asustado, empezó a reírse de mí.

—Lo siento –fui quitando lentamente las manos del rostro, encontrándome a un chico con la mano extendida, que aún se reía de su chistecito–... no creí que te asustaría.

Me levanté sin tomar su mano, ya le odiaba sin siquiera conocerlo.

—¡Eres un idiota! –dije chocando mi hombro contra el suyo al pasar por su lado para alejarme de él.

—¡Un gusto! –gritó el chico. Cuando ya estaba un tanto lejos, volvió a gritar– ¡Oye, espera! –corrió hasta llegar a mi lado– Te acompañare a tu casa, las calles son peligrosas a esta hora.

—No necesito guarda espaldas, gracias –caminé un poco más rápido para dejarlo atrás, pero él igualmente apresuro el paso y siguió junto a mí–. ¡Basta! –paré en seco y chico me miró expectante—, ¿crees que dejaré que un extraño me acompañe?

—No soy un extraño, me conociste hace 10 minutos ¿recuerdas? Dos cuadras más atrás.

—Solo aléjate de mí... –le pedí, ignorándolo, hasta que tras unos minutos sentí que dejó de seguirme.

Bien.

Dejándolo atrás, seguí varias cuadras hasta llegar a mi casa. Entré sigilosamente, no quería despertar a nadie...

—¿Qué son estas horas de llegar, Alexa? –la sorpresiva aparición de la voz de mi madre me hizo soltar un chillido, aunque no podía verla en esa oscuridad– Hija, ¿crees que las 3 de la mañana son horas para que una señorita decente este en la calle?

Mamá encendió la luz, y tuve que parpadear un par de veces antes de contestarle con calma, sin verla a los ojos directamente.

—Te había avisado que iría a una fiesta...

—Sí, pero se te olvidó avisar que llegarías a estas horas –me miraba con el ceño fruncido, estaba realmente molesta–. Estás castigada.

—¡Pero, mamá!...

—¡Nada! Vete a dormir y dale gracias a Dios que tu padre tuvo el turno de noche en su trabajo y no está enterado de esto –el suspiro que dio fue una mezcla de cansancio y alivio, que según creo poder adivinar, era porque ya estaba en casa–. ¡Anda! Mañana hablaremos.

Subí a mi habitación con pies pesados y la cabeza agachada, me metí en mi cama sin siquiera ponerme la ropa de dormir. Caí rendida por el sueño, ya era demasiado tarde para pensar y mañana tenia clases.

Cuando la luz entró por mi ventana a la mañana siguiente, mis ojos empezaron a quejarse. Sin muchas ganas me levanté y decidí darme un baño de agua fría, tal vez así las energías regresarían más rápido.

Mientras el agua bajaba por mi espalda recordé al extraño chico de anoche. Por alguna razón me causaba escalofríos pensar en él... podría ser un psicópata.

Salí de la regadera, y me vestí lo más rápido que pude. Al bajar, me fijé que mi madre aún dormía y mi padre no había regresado del trabajo. Bien, eso significaba que quizá saldría invicta en ésta ronda.

Tomé un plátano del frutero, mi mochila y al querer salir de mi casa noté que había una hoja de papel doblada con cuidado delante de mi puerta. Al examinarlo, vi que era nota.

"Siento haberte asustado anoche.

Atte: Nicolás."

Arrugué el pedazo de papel y lo tiré lejos.

—Ese maldito me siguió hasta mi casa... –murmuré mientras iba rumbo a la universidad pensando seriamente en poner una denuncia por acoso en la policía, ¿quién sabe cuánto tiempo lleva siguiéndome?

Llegué al portón de la universidad y me encontré a Melissa, mi mejor amiga.

—¡Hola! –dijo y me abrazó– ¿A qué hora te fuiste anoche de la fiesta? Te estuve buscando, y no te encontré por ningún lado.

—Cómo a las dos de la mañana... uy, si supieras. Mel, me pasó algo verdaderamente extraño... –no pude contar mi macabro encuentro porque caí al suelo al ser tacleada, un chico estaba encima de mí– ¡Creo que me rompiste una costilla! –grité luchando para respirar con ese peso encima, él se levantó disculpándose y ambos nos empezamos a sacudir el polvo del suelo

—Lo siento, en verdad, sólo jugábamos con la pelota y... –se quedó en silencio. Levanté la mirada, y en definitiva era último rostro que esperaba ver.

—¿Tú? –le apunté con el dedo y achiqué los ojos, ¿Qué rayos hace aquí?











Capitulo 1, revisado, editado y mejorado. 

El último beso (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora