El Despertar de la Bestia.

9 0 0
                                    

Notas iniciales:

¡Jo! Aquí ShadowBeats presentándose a sus acólitos y «cercanos» amigos del gremio de lectores y escritores —tristemente la realidad es otra—.

Bueno, hoy vengo con total amor a las letras y a los queridísimos espectadores a presentarles esta especie de «capitulo piloto» acerca de este proyecto que deseo sacar adelante.

El episodio advierto desde ya tiene la finalidad de introducir dilemas por sobre datos clave, por lo que me reservo hasta próximo aviso información necesaria para comprender en su totalidad el espectro que nos narra esta prematura historia.

Nombro lo justo y lo necesario, dando detalles pero no aventurándome en escribir biblias de golpe innecesarias para la fluidez de la obra... Todo a su tiempo queridísimos querubines lectores, que las ideas las inyecto de a poco. ¡Al igual que las drogas el exceso de sustancia es malo (?)!

Sin más que decir... ¡A leer!

El Despertar de la Bestia:

El pasillo se extiende de forma continua. Es angosto, conformado por murallas blancas y una serie de focos de intermitente luminiscencia. El gélido vaho nocturno entumece mis músculos, desencadenando unos sutiles tiritones. Por otra parte, percibo un aroma que me resulta bastante familiar... Una especie de hedor a desierto, a cementerio y a cadáver.

A pesar de mis recurrentes visitas a «La casucha de M» —apodo que uso por simple socarronería—, nunca deja de embelesarme la atmosfera lúgubre que esta logra transmitir a quien osa pasearse por sus desolados pasillos... Por el exterior su fachada de edificio pobretón la cubre de miradas curiosas, permitiéndole mantener sus bizarros negocios ocultos de visitas indeseables. Su interior, privado de ventanas a excepción del gran salón de entrada, se ramifica en un sinfín de albos callejones techados los cuales llevan a secretos que pese a ir en contra de mis propios principios, dejo pasar; un tanto por dudas, otro tanto por respeto y forzada lealtad.

Avanzo algo desconcertado al pensar en el latente sosiego —contradictorio con la sombría y ruidosa naturaleza de aquella cimentación oculta en los rincones más recónditos de la ciudad de Baltroit—. Una puerta de mayúsculas dimensiones se posa ante mis ojos, liberando un aire desafiante y aplastador. Tras el umbral... Melsebar, gran amo y señor de La casucha de M, encargado de cuidar a los «suyos» para cometer cuestionables artimañas. Un ser caprichoso, meticuloso, cínico y sumamente  cortés cuando cuentas con el monto a pagar por sus fructíferos servicios. Por fortuna, el tiempo y la lealtad me dan ciertas regalías, las cuales no alivian en lo más mínimo la tensión. Conocido o no, Melsebar no es alguien que inspire mucha tranquilidad.

Abro la puerta y se presenta ante mis ojos la amplia y singular oficina de mi curiosa «amistad». Suelo reluciente, paredes de la más fina madera, una gigantesca lámpara de frágil cristal..., entre un montón de otros objetos estrafalarios. Dentro, un reconfortante calor comienza a opacar las bajas temperaturas del exterior.

—Bienvenido seas nuevamente... —Sonríe Melsebar.

—Veo que ese escritorio es diferente al de la otra vez —digo mientras me siento en el cómodo sofá ubicado al extremo izquierdo del cuarto.

—Aparentar no tener clase no significa precisamente que sea una realidad —replica mirándome fijamente a los ojos—. Si vivo entre mundanos mínimo tener ciertas regalías.

—¿Has pensado en broncearte? Ese aspecto cadavérico no te queda de lo mejor.

—Ser cliente frecuente no te hace invitado de honor Samuel—me dice mientras juguetea con su negra y ondulada pelambrera—.

—¿Es una amenaza Melsebar? —pregunto algo fastidiado.

—Deberías agradecer que la legión le ha abierto las puertas a un fallo como tú.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 22, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El Adviento del Apocalipsis Rojo: El Prototipo Carmesí.Where stories live. Discover now