"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida."
No es mi frase favorita. Pero, siento que es la mas adecuada para describir esta historia. El se llamaba Anonimo, ella se apodaba Soledad. Irónico, ¿no es así?
Anonimo acababá de salir de una relación un tanto turbulenta, tenía altas muy atractivas, pero unas bajas un tanto desagradables. Anónimo era un hombre que creía en el amor a la antigua, con rosas, claveles, cartas y sonatas. El tenía una vida ajetreada, pero de una manera u otra siempre podía pensar en ese tipo de detalles, ya fuera que tuviera una relación o no.
Anónimo de verdad creía en el amor. Tanto así que cortó esa relación, así como tomó la iniciativa de cortar todas las siguientes. Para anonimo ese "Acababa de salir de la relación." significaba una ruptura de hace un año, seguido de varias rupturas amorosas en el camino.
Anonimo creía en el amor. Más que nada en el mundo.
Pero el no sabía como amar.Soledad sabía amar, vaya que sabía amar. A cada hombre que conocía lo amaba con todo, viendo en ellos un futuro feliz, pero desechandolos a la mañana siguiente. Muchos la llamarían de diferentes nombres despectivos, pero a ella no le importaba. Verán, Soledad era una soñadora que soñaba con el amor perfecto, pero, la idea de este es a veces mucho más atractiva que este "amor perfecto" en sí. Soledad amaba enamorarse de esa idea, de aquel futuro, pero tenía miedo de alcanzarlo, era una persona contradictoria.
Marcaban las 12:30 pm en el reloj del bar, Anónimo pidió un whisky en las rocas, el cantinero era un joven flacucho de unos 20 largos años, sirvió aquel trago con elegantes movimientos, como si de una obra maestra se tratara. Anónimo estaba encerrado en su mundo interno meditando sobre su ultima relación, sus ojos fijos en aquel vaso relleno con olvido.
Soledad entró a las 12:31 y se acercó a la barra, pidió un Daiquirí de piña, y dio una vuelta en el banquillo quedando de espaldas al cantinero. Su mirada viajaba por todo el bar buscando su eterno amor que duraría una noche, sus ojos rapaces miraban y observaban a cada prospecto con una precisión abrasadora, mientras su mente imaginaba mil y un finales felices. Se lamió los labios con emoción y se giró para degustar su trago. Había visto doctores, ingenieros, abogados, cada uno con mas futuro que el otro, sin embargo al llegar la mañana la invadía un terror terrible que la haría salir corriendo, ella amaba locamente la idea de estar enamorada, pero le tenía un pavor inconmesurable al amor.
Y se lamentaba por el pobre bastardo que cayera en sus labios esta noche.
El volteo a la derecha y ella volteó a la izquierda. Y sucedió de repente, ambos sintieron el golpe de cúpido que los dejo en las cuerdas.
Ella sonríe y le pregunta si se conocen, el niega mientras toma un sorbo de su whisky, dice un piropo estupido y se ríe de su falta de tacto. Ella lo mira de arriba a abajo y no puede imaginar que decir, su mente no logra procesar ningun futuro con el, era la primera vez que le pasaba. El esta pagando su cuenta y se dispone a irse, cuando suena una canción lenta. El es terrible bailando, lo sabe, pero no entiende porque su mano se extiende hacia ella.Ella toma su mano sin dudar, y empieza a reirse cuando nota que son totalmente incompatibles, que el tiene 2 pies izquierdos y una calma desertica, mientras ella elegantemente mueve sus pies al son de su fiero corazón. Pero había un magnetismo, que se notaba en cada movimiento, en cada palabra hablada, en cada mirada.
Había chispa, mucha chispa, como 2 cables tocandose.
Entre risas y tragos ella le pide que vayan a su departamento, que quiere conocer donde habita esa calma creatura, con una confianza como si fuera un hecho, se sorprende cuando el se niega, insistiendo que vayan a un lugar tranquilo, como un restaurant, o un café, son las 3:30 y el ya no piensa bien.
Ellos dudan por un momento.
Pero ambos conocen ese dicho que ha causado tanto masacres como milagros.
"Ay, pobres de aquellos que no tienen fé."
Y unieron sus labios, haciendo volar chispas.Y así fue el contacto, entre un Anónimo y su Soledad.