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  —Gio, tenemos que hablar —me dijo mi padre apenas llegué a la sala de estar en donde él se encontraba leyendo el periódico, como lo hacía todas las mañanas.

—¿Que hice ahora?—pregunté mientras me sentaba a su lado. 

—Nada—negó con la cabeza—pero pronto empiezan las campañas electorales y todo lo que ello conlleva.

—No entiendo—fruncí el ceño confundida.  

—Los reporteros y los ciudadanos van a estar todo el día en la puerta y yo tengo que dedicarme completamente a esta campaña, sabes que muy importante.

—Ah, si papá, no hay problema.

—Pero eso no es todo—hizo una pausa— no quiero que estés sin seguridad.

—¿Sin seguridad?—pregunté confundida.

—Contraté un guardaespaldas para que te cuide —me respondió y fruncí el ceño.

—Pero...—comencé a decir pero mi papá me interrumpió.

—Es una decisión tomada, por lo menos por unos meses —dijo él. 

Quise protestar, pero no hay nada que pueda hacer contra la última palabra de mi papá. ¿Un guardaespaldas? Por favor, díganmé que es una broma. 

Llegué a mi habitación y me acosté en mi cama. Desde mis catorce años dije que quería ser una adolescente normal, pero parece que cada vez ese deseo se va haciendo menos posible. 

Ser la hija del Presidente de Italia no es algo de lo que me queje, claro que no. Pero ¿realmente es necesario tener un guardaespaldas? ¿que adolescente normal tiene uno? 

Claramente ya no puedo considerarme adolescente normal: nada en mi vida es normal. Me gustaría poder salir a cenar con mi papá a algún lado sin que ello implique cenar también con otras personas de la política. 

Las cosas cambiaron mucho desde que mamá murió, pasé toda mi adolescencia sin ningún consejo de mi mamá y me gustaría tenerla de vuelta. Desde ese día todo cambió, yo no soy la misma de antes, creo que nadie en mi familia lo es. 

—Señorita Mattarella, su padre la está esperando en su oficina— me dijo una de las amas de llaves de mi casa.  Otra razón por la que no puedo, aunque quisiera, ser una adolescente normal: ¿mi casa? el Palacio de Quirinal.

Me dirigí a la oficina de mi papá y cuando entré lo vi apoyado en su escritorio mientras hablaba con un señor de traje quien estaba a espaldas de mi. 

-Hija, te presento a tu guardaespaldas— el señor se dio vuelta y me di cuenta que no era precisamente un señor sino que parecía bastante joven— ya le di todas las indicaciones y tus horarios.

—Un gusto, soy Paulo— me tendió la mano, la cuál ignoré para dirigirme a mi papá.

—¿No es raro que sepa todos mis horarios? ¿Papá y mi privacidad?

—Me importa más tu seguridad que tu privacidad— dijo frío mi papá. Mi relación con él no es mala, simplemente que desde el día de la muerte de mi mamá los dos somos algo fríos. Mi 'guardaespaldas' miraba la situación— el señor se va a encargar de llevarte, traerte y cuidarte a donde quiera que vayas. 

 —Quiero imaginar que en la escuela no—casi supliqué.

 —No, en la escuela no. Él empieza mañana a primera hora de la mañana. Sé educada Giovanna.

 —Nos vemos mañana, señorita Mattarella—dijo el chico ojiverde. 

 —Y si no me queda otra opción... nos vemos mañana señor...—me quedé esperando que completara mi oración con su apellido ya que no lo sabía.

 —Dybala— dijo él— Paulo Dybala.

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⏰ Last updated: May 15, 2018 ⏰

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El guardaespaldas | Paulo DybalaWhere stories live. Discover now