Evadiendo canciones de sirenas que seducen corazones; infectando razones. Yo, tengo mejores sinfonías desde el día en que perdí aquel sentido para no oír sus tonterías.
Podría por ti encontrar las esferas del dragón, la partícula de dios y el porqué de la expansión del universo. Pero lo siento, espectros ya me hablaron de este cuento y tus primeras páginas hice desaparecer en un extraño amanecer de extraña estadía.
Los cambios conquistaron esta dinastía. El emperador dictó ejecutar al corazón, pero en la oscuridad del cuarto, sin testigos lo guardó. El reloj no se harta, y veo como mis sueños se compactan; jamás descansan.
Aunque de tu miel soy un adicto, no confío ni en mi mismo. Al final es el tic-tac quien marca el ritmo.
Hoy lo escribo. También viví sentimientos eternos, que conservo en versos plasmados en papel.
Sabes que soy fiel a este amor por lo desconocido; a navegar si hacer ruido; a vibrar con un vinilo.
Entre episodios tan intensos llevo tatuado aquí, en mis huesos, este camino sin regreso. Es por eso que siempre comienzo... y comienzo... y vuelvo a comenzar, y nunca voy a parar. Porque este es mi hogar; tierra de cambios e inmortalidad, donde exilié al mal y vivo mi capacidad de crear, de soñar, de forjar mi destino.
Tengo que decirlo: somos como agua y vino.
Lo lamento mujer, pero contigo... no combino.
