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Vagaba por las solitarias calles de la ciudad, no era extraño que a esas horas de la noche no hubiese personas caminando. Era más cómodo de esa manera. Aún si no veía autos me detenía para mirar a ambos lados antes de cruzar la calle.

Metí mis manos en los bolsillos de mi abrigo y seguí mi camino, estaba buscando a alguien y sabía donde podría encontrarlo. Solíamos ir a un parque cercano cuando queríamos estar solos. Él compraba algo para beber o comer y yo simplemente lo seguía para tomar algunas fotografías suyas.

Mis pasos eran lentos y con calma, no quería asustarle si me veía llegar. Escuchaba el viento mover las hojas de los árboles que aún tenían, pues el invierno estaba cerca. Me gusta mucho esa estación del año, puedo usar ropa linda de invierno y significa que mi cumpleaños está cerca.


"Me pregunto si me harán una fiesta sorpresa de nuevo"


El solo pensar en eso me hacía feliz. Tener un pastel y a todos al lado mío, como una familia. Aunque a uno no lo veía como familia y se lo había dejado claro hace unos días. Ni yo mismo entendía como es que había reunido el valor para hacerlo.

Creo que fue más por impulso que por nada, lo había citado a este parque y ahora lo veía sentado en la misma banca donde me había rechazado.

Mentiría si dijera que no me dolía el que mis sentimientos no fueran correspondidos, porque si, dolía y mucho. Tanto que esa noche simplemente me fui después de que se disculpara por no poder verme más que como a un hermano. Me acerqué para estar de píe a su lado bajo aquella lampara que a penas e iluminaba donde estaba Hoseok sentado.


—Lo siento... - Le escuché murmurar mientras su mirada parecía clavarse en el suelo o algún punto fijo. No me permitía ver su cara el que estuviera de esa manera.


—No tienes porque disculparte. – Intenté animarlo. No me gustaba verlo tan decaído, él era la esperanza del grupo y ahora parecía ser todo menos eso. De haber sabido que le haría tanto daño, no me habría confesado esa noche.


—Tae... - Me llamó y me incliné un poco para intentar ver su rostro. Pude ver entonces como las lagrimas comenzaban a descender por sus mejillas. Me dolía verlo de esa manera, eran contadas las veces en que él había mostrado sus lagrimas y ahora lo hacía por mi culpa.


—¿Por qué estás llorando? Somos los únicos aquí.


—De verdad lo siento... - Suspiré un poco frustrado. No quería que siguiera disculpándose.


—No tienes de que pedir perdón. – Me senté a un lado suyo sin tocarlo, dejando una pequeña distancia entre ambos.


—Todo es mi culpa. – Sus sollozos comenzaban a aumentar hasta que llevó una de sus manos a sus labios, buscando callarse a si mismo, pero no era de mucha ayuda.


—No tienes la culpa de nada. Además, ni siquiera duele. -Sonreí ampliamente hacía el, mostrándole mi sonrisa rectangular, pero no parecía ayudar en nada.


Seguí intentando hablarle para tranquilizarlo, pero no servía de nada. Él no podía escucharme, ni siquiera saber que me encontraba a un lado suyo en aquella fría noche. Quizás si no hubiera sido tan imprudente, él no estaría llorándole a una foto mía de cuando aún estaba con vida.

El cielo parecía querer ocultar tus lágrimas y sufrimiento, pues después de unos minutos comenzó a llover. Aquellas frías lluvias de otoño que nos recordaban los malos tiempos, las malas experiencias, las perdidas. Seguramente esta lluvia solo te haría recordar de nuevo esa noche.

Era un tanto egoísta y deseaba que te quedaras bajo la lluvia conmigo, pero yo no podía sentirla y tú podrías hacerte daño. Me levanté y te pedí que te fueras, pero seguías en el mismo lugar. Recibiendo las frías gotas de lluvia como si no estuviesen ahí. Como si tu ropa no comenzara a empaparse e ignorando el celular que comenzaba a sonar en tu bolsillo, seguramente los demás estaban buscándote.


—Tienes que regresar. – Sus manos ahora cubrían su rostro y podía notar como su cuerpo temblaba, no estaba seguro de si era por el frío.


—Hoseok, ve a casa. – Insistí.


—Fue mi culpa... - Le escuché intentar ahogar esas palabras contra sus manos. Me arrodillé frente a él para poder mirar su rostro, o al menos intentarlo, porque sus manos me impedían verlo.


—Regresa, te enfermarás si sigues aquí... - Deslicé una de mis manos sobre la suya y apreté los labios al darme cuenta de que no podía sentir su calidez. Aquella por la cual había buscado rozar su piel en tantas ocasiones. Por lo que le abrazaba cuando dormíamos en la misma cama. —¡Lárgate de aquí! ¡No seas imprudente! – Grité frustrado, aún si no podía escucharme, seguía suplicándole de todas las maneras posibles que se levantara y se fuera a casa.


—¿No habrías muerto si te hubiese dicho que sí? – Se preguntó en voz alta y sentí mi pecho oprimirse, aquella pregunta me dolía más de lo que pude alguna vez pensar que podría doler algo.


Sobre todo, porque aquella pregunta seguramente lo seguiría por mucho tiempo. Siempre había pensado que me gustaría ser recordado después de irme, pero ahora deseaba ser olvidado, aunque sea solo por él.


—Por favor... - Murmuré mientras me levantaba para rodearlo entre mis brazos. Era como envolver una almohada entre mis brazos, nada de calor llegaba a mí y mucho menos a él. —Olvídame... 



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Esta historia vino a mi mientras escuchaba "4 O'Clock "de V y RM.

Les recomiendo que la escuchen mientras leen esta historia. 


Gracias por leer~ 

Lluvia de otoñoWhere stories live. Discover now