Dos parte a.

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De nuestra loca y heterosexual historia ha pasado más de un año, ¡un año desde que besé a un chico! No... no los odio pero vamos, las chicas son otro mundo. Mina no ha dejado de fastidiarme cada vez que caminamos por las calles de Tokio al tocar mi hombro y susurrar un "mira, ese chico es lindo". Mina idiota, ella ocasionó todo.

Fruncí el ceño ante otro de sus comentarios pero esta vez decidí ignorarla o... mejor no. No olvides Momo, quien manda.

Ante su comentario no hice más que girar a verla en medio de las calles de Shibuya para sostener su mentón y besarla. De tanto que me gusta besarla puedo decir que los besos en público se sienten diferente, hay más adrenalina, se crea una burbuja la cual nos hace olvidar que el amor para algunos continua siendo entre hombre y mujer; me hace sentir libre. Claro, sólo sentir.

No faltó la mirada repleta de prejuicio, el comentario repleto de rencor. No faltó escuchar a los niños pequeños preguntar qué cosa estamos haciendo y a sus padres desviando el tema. No quise que Mina escuchara eso, no quiero que vea la realidad de la que escapamos cada día, no quiero. No quiero que esa chica tan delicada y hasta inocente se de cuenta de su realidad aunque sea inevitable, así que no dejé de mirarla y sonreír mientras cubrí sus labios con la bufanda y acaricié lo poco que pueden verse sus mejillas en un intento patético por cubrir sus oídos.

Como si eso impidiera que personas extrañas le hicieran daño.

—Vaya, mis besos se han vuelto poderosos—comenté con orgullo, usando su sorprendida reacción como broma. Confío en que no escuchó lo que yo sí.

—M-Momo... —su expresión de sorpresa fue obvia al igual que su molestia— ¡¿Qué demonios?! —quizá fue por el pánico o por la vergüenza, pero golpeó suavemente mi hombro.

Lamentablemente por su empleo debe ser cuidadosa con este tema y eso me frustra. Me frustra mucho verla tan preocupada de quien puede andar cerca, me duele verla esconderse cuando en realidad no hace nada malo. Qué me ame no es malo, nadie entiende que ella es lo mejor que me pudo ocurrir; ella es mi todo.

—Es difícil contenerme si te ves tan hermosa —susurré sin poder seguir sonriendo, no se puede ignorar al mundo real—, lo siento...

—Momori, ¿qué quieres para tú cumpleaños?

Mina es un ángel, uno comprensivo y que no pierde el tiempo en peleas innecesarias. Sé que continúa molesta, es cosa de ver sus labios fruncidos pero de todas formas entrelazó nuestros brazos y continuó avanzando.

—¿Cuándo es? —cuestioné confundida, escuchando la risa de Mina en segundo plano. Sé que se ríe de mí cara.

—El jueves~. Aún tengo cinco días para conseguir lo que quieras, aunque siendo final de mes el trabajo se vuelve peor —comentó emitiendo un suspiro previo a recostar su cabeza sobre mi hombro.

—N-no quiero nada —me apresuré en hablar sin darme cuenta de que agité mi mano a la altura de mi pecho; siempre que hago eso Mina termina acariciando mi palma justo como ahora, tal como si necesitase calmarme—. ¿Demasiado, demasiado trabajo?

—Será tu día, te daré algo lindo —asintió dejando escapar su dulce voz por medio de una risa. Su voz... la amo, joder—. Bueno, hay unos proyectos dando vueltas por ahí y si demuestro que soy apta para el cargo podría llevarlo a cabo. Sería un buen comienzo.

—¡Eso es genial! Si no te eligen se van a arrepentir por la eternidad.

—Exagerada...

—¡No estoy exagerando!

Mina al cursar su último año en la universidad en pedagogía en historia y trabajar día por medio como asistente en algunas clases de secundaria ya tiene una opción segura de trabajo al graduarse. Sabe hacer las cosas, sabe organizarse, disfruta mantenerse ocupada en lo que le gusta; eso me produce admiración. Mucha.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2018 ⏰

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