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Heejin entró a clase de la misma forma que hacía siempre, con la mochila colgada de su hombro derecho, los ojos entrecerrados por el sueño e intentando acomodar su despeinado cabello a consecuencia de los últimos minutos de descanso que había tenido en el autobús.

Observó el asiento vacío al lado de su mejor amiga, la cuál se encontraba concentrada en algún punto fuera de la ventana. Avanzó sin molestarse por llamar su atención y se acomodó en el pupitre, dejando caer la mochila al suelo, al mismo tiempo que su mejilla tocaba la mesa. Todavía quedaban cinco minutos para que el profesor hiciera acto de presencia y comenzara con su aburrida charla sobre números y ecuaciones de las cuales no tenía ni idea.

Le gustaba aprovechar aquellos pequeños minutos, para intentar fallidamente retomar algún sueño que hubiera quedado a medias. Sin embargo, desde hacía ya un tiempo, sus pequeñas siestas preclase se habían visto perturbadas por una mirada insistente en su persona. Podía sentir aquellos ojos cafés recorriendo toda su columna vertebral, deteniéndose en cada vértebra y erizando su piel en consecuencia.

Giró su cabeza para apoyar la otra mejilla y llamó a su amiga Gowon con bajitos murmullos para que aquella espía no se diera cuenta.

Gowon, no tardó en apartar su vista de cualquier cosa que hubiera estado mirando por la ventana y se acomodó en la mesa al igual que su amiga, quedando cara a cara para poder hablar sin ser escuchadas.

—¿Me está mirando? —Susurró Heejin. De repente su corazón que había permanecido inmutable se había acelerado hasta el punto de creer que, si aguantaban un poco la respiración, todos los presentes lo escucharían.

—Desde que entraste no te ha apartado la mirada. —Escuchó la confirmación de su amiga como una sacudida que recorrió todo su cuerpo—. Deberías devolverle la mirada, a ver si se sonroja como siempre.

Heejin no tardó en obedecer y enderezarse para poder girar su cuerpo. Y como había predicho, al igual que otra decena de veces, la chica llamada Hyunjin o más conocida como su acosadora personal, se sonrojó cuando sus miradas se encontraron, provocando que bajara la cabeza y empezara a toser por el susto de haber sido descubierta.

Se giró de nuevo, sintiéndose culpable por provocar que la dulce chica dos asientos por detrás de ella se ahogara. Pero a la vez, queriendo reírse por la expresión de sorpresa y pena que se había reflejado en su rostro.

—Deberías hablar con ella.

Heejin miró a su amiga y abrió la boca para contestar algo como un "me da vergüenza" o "no se de que hablarle", pero fue interrumpida con la llegada del profesor de matemáticas.

—Luego hablamos —fue lo que contestó en su lugar. Dejando de lado todos los pensamientos que rondaban su cabeza e intentando poner atención a la clase.



Las dos chicas no diferían mucho de cualquier estudiante que fuera a su escuela, o que estuviera en su mismo curso. Al acabar las tres primeras horas de clase, salían al patio para buscando una sombra donde comer y refugiarse del sol, a la vez que se despejaban de toda la información que sus profesores querían introducirles en su cabeza en unas cuantas horas de clase.

No obstante, ese día Gowon había decidido por sí misma dejarla sola desde segunda hora, excusándose con sus dolores menstruales. Cosa poco probable pero que había decidido no reprochar ya que se sabía de memoria que: primero, todavía le quedaba una semana y segundo, ella no sufría de esa clase de dolores.

Suspiró cansada, decidida a sentarse en el mismo sitio de siempre, una sombra perfecta que se hacía al lado derecho del edificio, todos los días a esa hora. No mucha gente optaba por ese sitio ya que tras unos diez minutos la sombra iba menguando hasta dejar paso al abrasador Sol. Por lo que el lugar, a pesar de parecer fresco de primeras, no se encontraba demasiado concurrido por los estudiantes.

Se acomodó con la espalda apoyada en la pared, para así tener vista hacía todo el lugar. Abrió su comida ajena a cualquier persona ya que ninguna era de su interés. La única digna de que parara su comida de medio día, siempre decidía comer sola en clase. Algo demasiado extraño para Heejin ya que Hyunjin no era una marginada o algo por el estilo. La chica se llevaba bien con cualquier persona con la que hablará, no obstante, todas las ofertas para comer con sus compañeras, las rechazaba demasiado amablemente como para que alguna persona se molestara por las constantes negaciones.

El primer mordisco calmó su estómago hambriento. Masticó tranquilamente, absorta en pensamientos banales, como seguir viendo su serie favorita cuando llegara a casa. Para cuando se acabó la comida, el Sol ya calentaba su piel. Había resguardado sus piernas con ayuda de la falda, por el contrario, la camisa de manga corta del uniforme no impedía que sus brazos sufrieran las abrasiones del Sol.

—Deberías ponerte protector solar. —Heejin alzó la cabeza cuando la persona que había hablado se paró enfrente de ella para cubrirla del Sol—. Si no estoy a tu lado, se te olvida que el rojo en tu piel no queda bien.

Gowon le sonreía desde su posición, extendiendo una mano para ayudarla a levantar.

—¿Ya te encuentras mejor? —Preguntó tras aceptar la mano y ponerse a su misma altura.

—Un par de horas de sueño en la enfermería han salvado mi vida.

Las dos se rieron por el comentario, a sabiendas de que una mentía y la otra solo fingía creerse la mentira.

—Entremos ya en clase.



Al volver a casa Heejin tomaba el autobús desde la salida de clases hasta su casa, a excepción de los martes y jueves que se quedaba un rato más en el edificio para acudir a clases de pintura, actividad que le servía para rellenar su ficha estudiantil de cara a la universidad.

Hoy era uno de esos días en los que tenía que quedarse para ir a su club, sin embargo, se encontraba sentada en la parada debido a la cancelación de las actividades extraescolares por que la profesora se encontraba enferma. Una de las cosas que odiaba de perderse el club de pintura, era no poder ver a Hyunjin sin que esta huyera o se sonrojara, ya que no se daba cuenta de que Heejin la estaba mirando debido a su concentración mientras pintaba.

Estaba segura de que Hyunjin le gustaba, y las constantes miradas de la chica le confirmaban que su amor era correspondido. Sin embargo, y a pesar de que siempre proyectaba una imagen segura de sí misma, el solo pensamiento de dirigirle la palabra a su fiel admiradora le hacía temblar las piernas.

Cuando el autobús llegó, se levantó y caminó hasta la puerta del vehículo, aprovechando para buscar su cartera y pagar. Nada más subir el primer escalón escuchó unos gritos que le hicieron girarse y reír por el aspecto de Hyunjin, quién corría y gritaba que la esperarán para no tener que esperar al siguiente bus.

Heejin se quedó a medio camino, entre subir al vehículo y quedarse en tierra, para que el conductor no arrancara, a pesar de la mala mirada que el mismo le dirigía por los insignificantes minutos que se iba a retrasar. Hyunjin llegó asfixiada y con dificultad le dio las gracias, sin percatarse del todo de que la persona que había impedido que se fuera el bus era la misma con la que no se atrevía a hablar pero, que siempre observaba en secreto. O bueno, en lo que ella creía que era mirar con disimulo. 

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2018 ⏰

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