Por siempre

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Día 29:

Escuchar las sirenas de la ambulancia se hacía cada vez más y más estresante, aunque no podía abrir los ojos, sentía y escuchaba todo. Supongo que esto es lo que uno siente antes de morir ¿verdad?  En lo único en lo que podía pensar era en Nathan, él era la única razón por lo que quería seguir viviendo no sabía porque.  Pero, después de todo lo que paso no creo que quiera saber algo de mí seguro solo quería estar con Melany. La vida y la muerte eran solo palabras para mí pero en este momento las podía sentir más que nunca y por más que quisiera sabía que solo un milagro podía salvarme.  Escuchaba todo lo que los doctores decían “está perdiendo mucha sangre” repetían una y otra vez o por lo menos era lo que escuchaba. Me bajaron de la camilla y ahí estaba él. Sus ojos caramelo, eso fue lo último que recuerdo antes de quedarme dormida.

Día 1:

 Finalmente, después de estas 3 semanas de vacaciones en las que no me dejaron salir, gracias papas, volvemos al colegio. La verdad que mi relación con mi familia es un desastre y solo mis amigos me pueden alegrar los días. Bueno si se puede decir que tengo “muchos amigos”, francamente la única persona que podría considerar “amiga” es Bethany mi mejor amiga de toda la vida. Es la única que quiere ser mi amiga mientras que todo el resto me ve como un bicho raro. La secundaria  a la que voy es como cualquier otra, está en la esquina de mi casa por lo que no tengo que caminar mucho. Viviendo en las afueras de la ciudad de Colorado no se ven muchos centros comerciales ni mucha contaminación supongo que es lo que más me gusta de la ciudad, bueno aparte de los bizcochuelos que hace la abuela de Bethany le salen divinos.

 Estaba caminando al colegio cuando una camioneta paso por delante era negra y grande parecía de un millonario. De esta bajo un chico, era alto y la verdad me parecía muy lindo, me sentía muy avergonzada tenia puesto los mismos jeans rotos que siempre uso y una camisa a cuadros muy vieja la verdad estaba tan desarreglada que no me sorprendería que no me dejaran entrar al colegio porque parecía un vago o algo así. No quería que me viera camine rápidamente hacia el primer árbol que encontré para esconderme, pero no me di cuenta del tacho de basura que estaba adelante y me tropecé. Fue el peor roche de la vida, lo peor de todo fue que el chico de la camioneta volteo y me vio, estaba completamente roja y él se mataba de la risa. Lo único que se me ocurrió fue levantarme rápidamente y seguir caminando.

 Llegue al salón de clases, temprano como siempre pero como era el primer día después de las vacaciones era tradición que todos llegarán temprano para hablar con sus amigos. Claro, que yo como siempre me senté en una esquina leyendo un libro hasta que llegara Bethany, que por cierto siempre lo hacía tarde. Llegó la profesora, la Miss Elizabeth Windish pero esta vez traía consigo a un chico agarrado de la mano, era el chico de la camioneta. Lo reconocí rápidamente, bueno era imposible no hacerlos esos ojos caramelo que tiene son imposibles de olvidar.

“Chicos este es su nuevo compañero de clase, se llama Nathan Cox y acaba de llegar de Inglaterra espero que se lleven bien con él,” dijo la miss.

 Creo que eso no iba ser un problema para él se notaba que era de esos que eran “populares” que se creían lo máximo lo cual en mi salón era muy común, más bien eran muy pocas las personas que no se creían la última gota de agua en un desierto por decirlo así. Y tenía razón, ya para cuando fuimos a la clase de biología que tocaba después, parecía que era amigo de todo el mundo como si hubiera estado en el colegio por años, sacaba en cara que la empresa de su papá era la mayor distribuidora de agua en Colorado por lo que literalmente dormía en almohadas hechas de billetes de 100 dólares.  A pesar de todo me seguía pareciendo muy lindo, pero creo que no era la única, todas las chicas se pasaban hablando de él todo el día, tal vez yo no tenía muchos  amigos pero podía escuchar todo lo que las demás hablaban era muy buena haciendo eso.  No culpaba a nadie de hablar de él, sus ojos eran preciosos y si llegaba a mirarte fijamente sentías como si te fueras a desmayar. Era muy alto y tenía un cuerpo muy formado y si a eso le sumabas su gran sentido del humor y su gran sonrisa que te hacia delirar, era el hombre perfecto. 

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⏰ Última actualización: Jun 18, 2014 ⏰

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