Invierno

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Una taza de chocolate y una caliente manta le hacían compañía mientras miraba el canal de Televentas en la TV. A las tres de la mañana era normal que no hubiese nada más en la tele que comerciales y una que otra película aburrida.

Tomo un sorbo de su chocolate y ahogó un suspiro.

Ya tenía más de una semana sin poder dormir más de tres horas. Y todo por el frío del invierno. Odiaba usar la calefacción -bueno, no odiaba, lo que odiaba era que el recibo de la luz saliera tan caro. Y él era el único que pagaba la luz, así que, prefería ahorrar-. Y tener tantas mantas encima sentía que le ahogaban.

Odiaba el invierno, odiaba esa fría época del año. Detestaba tener que salir abrigado hasta el cuello debido al aire gélido de las mañanas. Le molestaba no poder ir a la playa como solía ir antes, todo por culpa del día tan bipolar, en un rato estaba soleado y al otro nublado. Él era un griego de sangre caliente y acostumbrado al sol inclemente. El frío no era lo suyo, eso era para Camus ¡No para él!

Tan ensimismado estaba que no escucho el sonido de unas pisadas a su espalda.

Kanon sonrió de lado al observar el aspecto de su gemelo. Sin pensarlo dos veces, le abrazo de improvisto. Saga no pudo evitar soltar un bufido al voltear y ver la cabellera revuelta, los ojos adormilados y la sonrisa ladina de su hermano, no dudo en soltar unas palabras un tanto floridas.

—Maldita sea, Kanon, por poco me matas del susto. Imbécil. —gruño. Si hubiese tenido la taza en sus manos no habría dudado en lanzárselo en la cara a su hermano.

—Ya. No seas dramático. —de un grácil salto se situó al lado de su gemelo en el sofá y antes de que Saga parpadeará se adueñó de la taza de chocolate que reposaba en la mesilla —¿Otra vez Televentas? —arrugo la frente, en señal de molestia.

—¿No deberías estar dormido?

—No es de buena educación responder con otra pregunta, Saguita. —murmuro, antes de tomar un sorbo. Una sonrisa traviesa bailoteaba en sus labios, haciendo que se viera más joven de lo que ya era.

—Como si tu tuvieses educación. —entrecerró la mirada.

—Tengo educación. Y soy inteligente. No como tú.

—A ver, según tú, ¿Por qué no soy inteligente? —preguntó, cruzándose de brazos.

—Una persona que compra cosas inútiles de un estúpido programa de Televentas, obviamente no tiene inteligencia.

—Es mi dinero y hago lo que quiero con él. —se defendió el mayor.

—Hay veces que me gustaría que fueses igual de tacaño que antes. —respondió, encogiéndose de hombros —Me caías mejor cuando eras un miserable tacaño, oh espera, ese era Ares.

—Vete al diablo, Kanon. —se cruzó de brazos, desviando la vista a la televisión, que ahora anunciaba una faja para moldear la cintura.

Ares era un tema muy espinoso para él. Todo lo que tuviera que ver con esos trece años de muerte, sangre, asesinatos y miles de cosas más que no terminaría de nombrar prefería dejarlas atrás. Sabia que tarde o temprano tendría que hablar de ello, pero no, aún no.

¿Cómo decir lo asfixiante que es el ver como otro ser hace y deshace a su antojo? El ver como un ser superior a ti te doblega hasta que no eres mas que un simple espectador de tu propia existencia que no tiene ni voz ni voto. Y que decir del dolor que te provoco al arrebatarte todo lo que tenías; Familia, sueños e ilusiones.

El solo recordar como fue que su propio puño aplasto el corazón del hombre que veía como a un padre. Y ser quien ordeno el asesinato de quien era su mejor amigo. Y peor aún, encerrar a tu otra mitad para que se ahogara en esa fría cueva, sin alimento alguno y sin esperanzas a sobrevivir.

Invierno Y PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora