prohibido

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Sus miradas se conectaron enseguida, cuando el mayor pasó por aquella puerta del departamento que alguna vez en el pasado compartieron. El castaño se levantó con debilidad del sofá, teniendo sus ojos cristalizados; hace meses que no se veían, pero en ningún momento se dejaron de amar. Con lentitud los dos se fueron acercando, hasta estar en el medio de la sala, en donde sus cuerpos se juntaron en un abrazo donde se necesitaban el uno al otro.

Los días que estuvieron alejados, fueron los mismos que estuvieron anhelando la compañía de su ángel. Y esa noche cobrarían todas esa caricias que no pudieron darse cuando la luna estaba en lo alto del cielo oscuro.

El anhelo se encontraba tatuado en el brillo de sus ojos al ver a la persona frente a sus orbes. Y sus labios pedían a gritos ser fundidos con los contrarios; se han extrañado durante todo ese tiempo.

—Me has hecho mucha falta —habló el menor con su voz entre cortada, sintiendo el dolor en sus propias palabras.

—Lo lamento... Pero no has sido el único, JungKook —YoonGi se alejó un poco del menor y con sus manos acunó el rostro de su conejito.

JungKook puso sus manos en el pecho de su mayor, y las hizo puño sobre la tela, mientras que de sus ojos empezaban a salir las primeras lágrimas de la noche.

La vida era tan hija de perra...

Jeon aun no podía comprender el porque no podían estar juntos y felices; sabiendo que el día de mañana uno de ellos se uniría con la de otra persona que no era el amor de su vida. Pero por esa noche quería olvidar aquello. Esa noche solo serían YoonGi y él.

Mientras que el castaño aún derramaba lágrimas, YoonGi apreciaba todas las facciones del otro, porque tal vez podía ser la última vez que se vieran y él las quería recordar para siempre, como su tesoro más preciado.

Sus cuerpos se movían por si solos, acariciando el cuerpo ajeno y sus pensamientos perdidos en la fantasía del sueño prohibido, que ellos jamás podrían cumplir: estar juntos.

—YoonGi... —nombró el menor con la voz temblorosa— Hazme el amor una última vez... Por favor.

No hicieron falta más palabras, solo fueron las acciones del mayor para que supiera que su deseo era su orden y se haría realidad solo esa noche.

El mayor tomó con delicadeza la cintura de JungKook, para después empezar a besar su cuello, dejando a su paso las últimas marcas en su cuerpo, dando a entender que en algún momento de su vida, ese cuerpo fue solo de él.

JungKook se abrazaba con fuerza a la espalda del mayor, recordando todas esas noches que estuvieron uniendo sus cuerpos; algo que tal vez ya no se podría repetir. Solo esa noche.

Sus pasos eran un poco torpes, pero eso no importaba ahora, lo único importante era llegar a esa habitación a proclamar su amor una última vez.

Al estar en esa habitación, YoonGi dejó en la cama a su pequeño y se separó un poco de él, observando un poco el cuarto, viendo que no a cambiado nada. Pero su mirada de nuevo se dirigió a su amado y amante de aquella noche fría. A Min se le oprimió el pecho al ver como Kook derramaba pequeñas lágrima y escapaban sollozos de sus labios. Por instinto, con su pulgar quitó aquellas gotas de lluvia y besó esos finos labios para que ya no gritaran su dolor.

Los dos tenían sus ojos cerrados, disfrutando del tacto ajeno, imaginando que sería para siempre.

El mayor sabía que en ese momento sus ropas estaban demás, por lo que le fue quitando, con delicadeza, el suéter rojo a su pequeño, al mismo tiempo que acariciaba su suave piel.
JungKook dejaba salir ligeros suspiros, que cada uno de ellos era una caricia de YoonGi.

La habitación era alumbrada con el brillar de la luna; la única testigo del amor eterno de sus besos.

La noche llego al punto que los dos amantes de aquellas caricias y besos, ya estaban bajo el efecto del placer, en donde sus cuerpos se forjaron en uno solo, y sus voces eran susurros de su amor.

YoonGi ya no lo pudo evitar, soltó las lágrimas al momento que se dejaba besar por el amor de su vida. Los dos dejaban salir gotas de lluvia, al mismo momento que dejaban sus cuerpos y almas ser unidas una vez más.

Min penetraba lentamente a JungKook, esperando que ese momento jamás acabara y fuera eterno. YoonGi sonría entre lágrimas, suspiros y gruñidos, escuchar los gemidos de JungKook eran una dulce melodía para sus oídos.

JungKook se abrazaba con fervor al cuerpo de su amante, y apresaba con sus piernas la cadera del mayor, temiendo que el tiempo llegara a su fin.

El menor arqueó la espalda al sentir que ya iba a explotar en su orgasmo, pero lo que hizo fue llorar más fuerte y mezclar sus gemidos con sollozos; el fin se acercaba. Y YoonGi estaba en la misma, sentía que en cualquier momento se correría.

El momento llegó a su fin y ellos lo supieron cuando se dejaron ir, YoonGi dentro del menor y JungKook entre sus dos cuerpos.

Sus respiraciones entrecortadas eran susurros si las comparamos con sus sollozos, que eran gritos desgarradores para sus gargantas. YoonGi y JungKook se encontraban abrazados y temblando un poco, aún dejando sus cuerpos ser uno.

Pasaron unos cuantos minutos para que los dos tuvieran las estabilidad de sus respiraciones. YoonGi veía como lágrimas aún ardían en los ojos de su pequeño, le dolía en el alma pero lo tenían que hacer.

Min intento alejarse, pero lo que consiguió fue que el menor se aferrarse más a su cuerpo.

—Por favor, JungKook... —la voz de YoonGi se encontraba ronca, por lo que solo atinó a murmurar— No lo hagas más difícil.

—No me dejes —rogó el menor al momento que dejaba en lo alto su llanto— No de nuevo, no lo resistiría una vez más.

—Lo siento —dijo por último el mayor antes de deshacerse del agarre y salir de la cama con toda la fuerza de voluntad que tenía.

JungKook no podría creer lo que estaba viendo.

—YoonGi, por favor —el menor no podía dejar el llanto— Yo te amo. Por favor no lo hagas —JungKook se tomaba el pecho al sentir como se oprimía. YoonGi no le miraba, no quería ver como lo estaba destruyendo— ¡YoonGi!

Le gritó el menor para que parara de ponerse las prendas y lo mirará, pero el mayor solo se puso su camisa y salió de la habitación lo más rápido, cerrando la puerta detrás de sí.

JungKook pataleó y gritó todo lo que su dolor le permitía; YoonGi lo dejó de nuevo, pero él ya sabía que eso pasaría, solo que no lo quería aceptar.

Y mientras que el menor sentía la agonía de perder al amor de su vida, YoonGi se encontraba recargado en la puerta, escuchando como su pequeño se desmoronaba y sus corazones dejaban de ser uno.

Ese fue su último adiós

Sueño prohibido | yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora