No me agradan los gatos, no tengo ni la más solemne idea del porque los humanos los idolantran tanto.
Son amargados, traicioneros cual espina en rosa.
Seres sin corazón ni interés, si de ellos dependiera nos matarían a sangre fría, sin clemencia.
Me provoca escalofríos sus garras y su cara de indiferencia constante,
su forma de apollar las patas en el pavimento.
El sigilo que porta tal ser es indescriptible.
Jamás había visto un felino como el. Sus ojos enormes, y cristalinos como los de una caricatura. Tan bellos como su color, celestes como el topacio recién pulido.
El pelaje como los de su raza, suave como un algodón.
Si que es un ser silencioso, aparece cuando uno menos se lo espera.. como un ángel. Como un fantasma.
A mí parecer, tiene un alma libre como el viento, se comprende al observar con cuál rapidez su cuerpo va, de lado a lado, presipitando cada movimiento.
Atentamente me observa. Me analiza en mínimos segundos.
No sé su procedencia, no sé su paradero. Y no sé si lo sabré.
Pero de algo estoy segura, y no quiero se me mal entienda, no soy ninguna demente.
Ese precioso ser, con alma desgarradora, a llevado a otro extremo la palabra facinante.
Ya sé. No me agradan los gatos. Pero por alguna razón del destino alguien me topó con este y hoy puedo estar segura de que me enamoré de un siamés
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Me enamoré de un siamés.
Historische RomaneUna loca historia que me llevo a escribir locas letras