El sargento de Policía Mankiewicz hablaba por teléfono y lo estaba pasando mal. Su conversación más parecía un embrollo contado a su manera.
Estaba diciendo:
—Está bien. Llegó y dijo: «Enciérrenme en la cárcel porque quiero matarme».
—…
—¿Qué puedo hacer yo? Estas fueron sus palabras exactas. A mí también me parece cosa de un loco.
—...
—Oiga, señor, el tío responde a la descripción. Usted me pidió información y yo se la estoy dando.
—…
—Sí, tiene la cicatriz exactamente en la mejilla derecha y me dijo que se llamaba John Smith. No dijo que fuera doctor ni nada de nada.
—…
—Bueno, puede que se lo invente. Nadie se llama John Smith. Por lo menos no en una comisaría de Policía.
—…
—Ahora está encerrado.
—…
—Sí, lo digo en serio.
—…
—Resistirse a la Ley, asalto y agresión, daños intencionados. Son tres cargos.
—…
—A mí qué me importa quien sea.
—…
—Está bien. Espero.
Miró al oficial Brown y puso la mano sobre el auricular. Era una manaza como un jamón que casi se tragaba todo el aparato. Su cara de facciones acusadas estaba enrojecida y sudada bajo una mata de pelo amarillo claro. Exclamó:
—¡Problemas! Nada hay sino problemas en una comisaría. Preferiría mil veces patear la calle.
—¿Quién está al teléfono? —preguntó Brown. Acababa de llegar y en realidad le tenía sin cuidado, pero pensó que, en efecto, Mankiewicz estaría mejor patrullando la calle.
—Oak Ridge. Conferencia. Un tipo llamado Grant. Jefe de una división acabada en ógica o así, y ahora se ha ido en busca de alguien más a setenta y cinco centavos el minuto…
—¡Diga!
Mankiewicz volvió a agarrar el teléfono y se sentó.
—Mire, deje que le explique desde el principio. Quiero que lo entienda de una vez y, después, si no le gusta puede mandar a alguien aquí. El tipo no quiere un abogado. Asegura que sólo quiere quedarse en la cárcel y, amigo, no me parece mal.
—…
—Bueno, ¿quiere escucharme de una vez? Vino ayer, vino directamente hacia mí y dijo: «Oficial, quiero que me encierre en la cárcel porque quiero matarme». Así que yo le dije: «Óigame, lamento que quiera matarse. No lo haga porque si lo hace, lo lamentará el resto de su vida».
—…
—Hablo en serio. Sólo le digo lo que le dije. No le digo que sea una broma pesada, ya tengo bastantes problemas aquí, no sé si me entiende. ¿Cree que lo único que hago aquí es atender a locos que entran y…?
—…
—Déjeme hablar, ¿quiere? Le dije: «No puedo meterle en la cárcel porque quiera matarse. No es ningún crimen», y él me contestó: «Pero yo no quiero morir». Así que le dije: «Oiga, amigo, largo de aquí». Quiero decir que si un tipo quiere suicidarse, está bien, y sí no quiere, también, pero lo que no tolero es que venga a llorar sobre mi hombro.
ESTÁS LEYENDO
Relatos de Isaac Asimov
Science FictionColección de mis relatos preferidos del gran autor de ciencia ficción Isaac Asimov. Estos relatos son una recopilación, no pertenecen a algún libro en específico.