PARTE 1

12.2K 927 221
                                    

La sonrisa entusiasmada en el rostro de NamJoon lo decía todo.
Estaba satisfecho con su trabajo.

Dedicó una mirada a su alrededor, y como si fuera esto posible, aquella hermosa curvatura cedió más mostrando las pronunciadas depresiones que adornaban sus pómulos.

Estaba casi seguro que esta vez SeokJin lo perdonaría.
Y aunque no lo admitía frente a su mayor, la ausencia de la cálida sensación de un cuerpo tibio cada mañana al despertar lo estaba agobiando.

NamJoon no comprendía en que punto de su vida se había vuelto tan dependiente a una persona.
Ni siquiera cuando había sido un lindo bebé la sensación de querer ser acompañado había sido tan abrumadora como ahora.
A decir verdad nunca la había sido.

El ahora pelirosa siempre fue alguien libre, tomaba sus propias decisiones desde que apenas tenía cuatro años y no porque no quisiera hacerlo antes, sólo que el pequeño Joonie de tres años aún no aprendía a hablar y como buenos padres que no quieren la cosa, terminaron aprovechándose de su tierna limitación.

Con SeokJin era diferente.
Siempre lo fue. Aquel rubio era especial.

—Espero que esta vez no me hayas hecho venir en vano, NamJoon.— la voz de Jin lo alertó.
No había sentido la presencia de otra persona en la mansión.
Por lo lejos que la percibía inducía que su mayor lo esperaba en el recibidor.

Sonrió encandilado, dedicó una última mirada a su atuendo en el espejo de cuerpo completo, arregló los ligeros mechones rebeldes entre su gorro rosa de lana y finalmente tomó el ramo de rosas que yacía olvidado encima de la cama.
Si todo funcionaba, tendría a su bebé de nuevo con él esta misma noche.

—Jin.— sonrió melancólico viendo al hombre enfrente de él. Cómo es que se había atrevido a lastimar aquel hermoso cuerpo.
Era un estúpido lo sabía y merecía todo el desprecio que SeokJin le estuvo dando estas dos largas semanas.

—NamJoon.— el tono fue frío, lleno de resentimiento y furia contenida.
Su expresión no detonaba nada más que incomodidad.
Él amaba a su Jonnie pero antes que el amor a otros, estaba el propio.
Y tanto SeokJin como sus padres se habían encargado con tanto ahínco en fortalecer dicha cualidad.

—Hola bebé.— algo en el corazón de Jin hizo crack.

—¿Por qué estoy acá? ¿Qué querías que viera?— y ahora el fuerte crujido fue producido por el corazón de NamJoon.

Bajó la mirada terriblemente ansioso.
Esto no era lo que había pensado que sucedería.

¿Qué esperabas NamJoon? Se recriminó en silencio.

Aún tengo las flores, pensó.

Con un puñado de esperanzas deslizó la mano escondida en su espalda dejando a la vista un precioso ramo de rosas del mismo color que tanto le gustaba a su bebé.

Rosa intenso.

SeokJin lo escudriñó con la mirada, su ceja ligeramente levantada y la desconfianza plantada en sus ojos miel.
Lo pensó unos minutos.

Mierda.

Por más amor propio que se tenía, no podía negar que el color rosa era su talón de Aquiles.
Tal vez debería ser menos duro con él, al fin y al cabo se estaba esforzando.

—Son muy lindas. Gracias.— añadió sonrojado mientras su mano temblorosa arrebataba su mas reciente regalo, haciendo que un leve roce se produjera entre sus pieles.

Un escalofrío recorrió ambos cuerpos.
Quizás hasta ese momento no se habían dado cuenta la necesidad tan grande que emanaban al sentirse tan bien con un simple toque de dedos.
Estaban jodidos.

Cuarto rosa [NamJin] ONESHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora