Carta a Santa Marta

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Querida Santa Marta en esta humilde carta quiero expresar lo mucho que siento por ti...

A tu lado crecí, ame y viví los mejores años de mi vida...

Aún recuerdo a mis 7 años la primera vez que sentí tus cristalinas, húmedas y frías caricias sobre mi piel a la orilla de la arena, que para mi era el inicio de tu esplendor...

También cuando en mi adolescencia una noche de esas a las que iba a llorar a tu lado en tu arena, para desahogar mis frustraciones, me enamoré del reflejo de esa brillante perla del oscuro cielo en tu maravilloso cuerpo... Tentándome a invadir y sumergirme plenamente en tu interior experimentando el mejor estasis de mi existencia...

Nunca olvido la cantidad de veces que subí y baje el ziruma en el bus de la alegría, sintiéndome orgulloso de tener semejante paisaje ante mis ojos, y más aún el día que decidí subirlo caminando con la excusa de ejercitar mi cuerpo para contemplar aquella vista donde a las 7:00 de la noche las luces de colores cubrían todo tu corazón, donde me dieron ganas de gritar a ese precipicio cuanto te amo! y que sin importarme que dijeran de mí, el mundo lo escuchara.

Mi cumpleaños número 25 subí a un yate emocionado de conocer esos rincones que te conforman, y no tengo palabras para expresar el momento en que tuve las tres playas al frente mio (Rodadero, bahía y taganga) y cuando rodié esa gran roca llamada morro que una vez nos protegió a todos, me sentí tan pequeño como un ratón al lado de un elefante.

En mi mente sigue viva la imagen del sol ocultándose en el horizonte cubriendo el cielo de un místico color salmón que me hacía sentir mariposas en el estómago...

Con 35 años mi mente se perdía cuando la suave brisa danzaba con mi cuerpo en lo alto de tus montañas cuando lagrimas de sangre corrían por mis mejillas por los problemas y la rutina.

Tuve un montón de amores pasajeros en cada parque que te conforma, pero ninguno comparado con el amor que sentía por ti, porque desde mi primer respiro en esta tierra ya me había enamorado de ti.

A mis 42 ya mis fuerzas se estaban desgastando en la soledad y en el momento en el que inhalo ese aroma perteneciente de la Sierra Nevada siento que mi vida se alarga unos cuantos años más... Pero nunca imaginé que años después perdería el más importante de mis sentidos... negándome el poder apreciar tus hermosos arcoiris...

Hoy a mis 70 años mis sentidos se han ido desgastando, escucho cada dia peor que el anterior, las comidas perdieron su sabor natural y mi piel está más arrugada que una uva pasa o una hoja de cuaderno tirada en la caneca, pero a pesar de todo eso puedo seguir recordando a mi amada Santa Marta...

Fin...

Carta a mi amada Santa MartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora