Después de cepillarme los dientes bajé velozmente las escaleras, ya llevaba tres minutos de retraso.Albert seguía durmiendo y ya sabía que no se levantaría hasta mediodía por lo que opté por obviar el hecho de que existía y salí de la casa con rapidez después de coger una chaqueta y mi bolso, busqué en este las llaves del coche y tras desbloquear la puerte me senté en el asiento del conductor.
Primer día de segundo año de carrera, iba a ser un año difícil, de eso estaba segura, tanto a nivel académico como personal.
La muerte de mi madre seguía presente en mi día a día y no podía superar el sentimiento de que me faltaba una gran parte de mi vida.
A pesar de estar con el hombre que se hacía llamar mi padre me sentia muy sola, sin ese aura de cariño y calor que siempre sentía.
Me sentía vacia por dentro, y es que es imposible describir con palabras lo que se siente al perder a la persona que mas amas en el mundo, aquella por la que darías la vida una y otra vez.
Es difícil plantearse una vida sin esa persona ahí, sin su apoyo, sin su simple presencia.
Yo era joven, con apenas diecinueve años me sentía perdida en la vida, sin un rumbo fijo o una meta.
Tan solo sabía que tenía que asistir a clases e intentar sacar buenas notas, o al menos aceptables. Después de eso mis días eran inproductivos, si acababa de hacer tareas lo único que hacía era dormir, dormir, dormir.
Mi padre me había propuesto asistir al psicólogo, yo me negaba.
Me negaba a pagar para que me dijeran unas cuentas palabras de ánimo.
Creía firmemente que el tiempo lo curaría todo, tan solo debía ser paciente y esperar a que ese sentimiento de vacio en el pecho desapareciera...
Tan metida en mis pensamientos estaba que cuando me quise dar cuenta un cuerpo había chocado contra la parte delantera del coche y había visto como esa persona caía al suelo.
–¡Madre mía! –exclamé saliendo del coche para luego ver a un chico joven con una mueca de dolor en su rostro y con su mano izquierda sobándose el muslo.
–Lo siento, lo siento, lo siento muchísimo –repetí arrollidándome ante él–, ¿te he hecho daño? Dios, ¡cuanto lo siento! No te vi, iba distraída, fue culpa mía, de verdad que lo siento ¿te duele?
–Ey, ey, ey. Tranquila –rió él ahora levantando su mirada hacia la mia, en seguida me topé con unos ojos marrones que me admiraban con cierto atisbo de gracia–, solo ha sido un empujón, estoy bien.
–¿Estás seguro? –volví a preguntar, pero lo que de verdad quería saber era si tendría que pagarle algo por haberle medio atropellado.
–Si, completamente –ahora una sonrisa enorme se plasmaba en sus labios, se levantó rápidamente del suelo, yo imité su acción–, creo que estoy completo.
Ahora se observaba así mismo a la vez que abría los brazos y daba una vuelta sobre su eje para mostrarme que efectivamente, se encontraba de una pieza.
Suspiré de alivio, mi cartera no sufriría daños colaterales.
–Me llamo Brad Miller –se presentó estirando la mano hacia mi–, ¿y tu?
–¿Por que lo quieres saber?–pregunté con recelo, a la vez que observaba su mano con desconfianza–, ¿vas a denunciarme?
Di un respigno de susto al escuchar una gran carcajada salir de su gargata de repente.
–Ya te he dicho que estoy completo, si estoy bien no puedo denunciar.
–De acuerdo. Pues me voy –respondí dirigiendomé a la puerta del coche.
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Promesas Inquebrantables
Teen FictionTras la repentina muerte de su madre, April se ve obligada a ir a vivir con su padre, con el cual no tiene una buena relación. Todo es oscuridad a su alrededor hasta que un rayo de sol con nombre y apellido aparece en su vida haciendo que de un giro...