Tan sólo eran las ocho de la noche de un día domingo y hacía escasos minutos, había caído en su totalidad el anochecer. Sin embargo, pese a las horas tan tempranas, las calles de Tokio se hallaban casi en su totalidad desoladas, pocos transeúntes se atrevían a deambular por las aceras del distrito 20 el cual, si bien era reconocido por ser uno de los más seguros de todo Tokio, no quedaba exento del peligro que los ghouls representaban.
Haise Sasaki, un joven y reconocido investigador del CCG, se paseaba solo y despreocupado por las calles del distrito con una estoica expresión. La ruta que tomaba aquella noche lo conducía hasta Re: una cafetería con un ambiente ameno y reconfortante, ideal para degustar de un buen café a cualquier hora del día. Según su propio criterio, este café se trataba del mejor en todo el distrito y de los adyacentes, razón por la cual se había convertido en un cliente recurrente de la cafetería, considerándola así un espacio apropiado para dedicarse completamente a su afición, leer un libro en sus tiempos libres.
Se detuvo unos segundos a contemplar la puerta del local, de vidrio y con marco de madera, y como dudando de la decisión que estaba tomando, empujó lentamente ésta con su mano enguantada; aquella acción hizo sonar una pequeña campana que advertía su llegada. En el recinto predominaba un delicioso aroma a café recién tostado y molido, en él sólo se hallaba una pareja joven conversando entre risas mientras acompañaba su plática con un café. Haise sólo se limitó a dirigirse hasta una modesta estantería completamente ocupada por libros que se situaba en una de las esquina del lugar, ya decidido por cuál de éstos escogería, lo tomó sin vacilar y cogió asiento justo enfrente, su lugar predilecto para leer.
Touka Kirishima, quien era encargada del local, salió segundos después para atender al nuevo cliente que había sido anunciado por el tintineo de la campana. Entre sus manos tallaba delicadamente con un paño, una taza de porcelana que momentos antes había lavado y ahora secaba. Tras ver al inspector Sasaki —a quién por supuesto conocía de antes— tuvo cierto sobresalto producto de la sorpresa que su presencia le causaba, su expresión era semejante a la de un siervo a punto de ser arrollado y sus ojos no podían dejar de verle a él, quien por cierto, lucía diferente desde la última vez que le vio.
Evidentemente aquellas reacciones por parte de Touka se hacían demasiado obvias como para ser pasadas por alto por los clientes. La primera en percatarse de esto fue la joven que se hallaba frente a la escena que ahí se estaba desarrollando y de la cual ahora era testigo, razón por la cual dirigió entonces su curiosa mirada hacia lo que había provocado tal inquietud. A quien vio sentado del otro lado de la habitación la dejó —si se podía— incluso más atónita de lo que se hallaba la gerente. En ese instante los movimientos de la clienta se habían vuelto erráticos, por lo que intentó disimularlos con una risa que sólo delataba más su nerviosismo. Touka entonces volvió en sí y tras dar un par de palmadas en sus mejillas —como intentando recobrar el color de éstas— se acercó hasta la mesa en la que Haise yacía sentado y con una sonrisa cálida le saludó, él en cambio, intentando no interrumpir su lectura, le devolvió el gesto como tan cordialmente pudo, con una tenue y afable sonrisa.
La pareja que se encontraba casi al otro extremo del cuarto dispuso a ponerse de pie; aparentemente ella, quien había presenciado la expresión de la dueña y reconocido al individuo sentado de espaldas a la estantería, había advertido a su pareja como tan sutilmente pudo, que debían dejar el local lo más pronto posible. Haise se percató de estas actitudes por parte de la pareja, lanzó un par de miradas de soslayo por encima de su libro, casi despectivas, pero volvió a su lectura mientras aguardaba el café que había ordenado.
—Así que lo filtran en forma de espiral —musitó Haise en un tono serio y apenas audible, parafraseando uno de los textos del libro que leía «Delicioso café». La pareja se precipitó a salir lo antes posible del local, tomados de la mano, como intentando darse valor el uno al otro, haciendo un notable esfuerzo por lucir naturalmente tranquilos, lo cual fue en vano pues, tan pronto sus miradas se cruzaron con la del investigador, su andar se hizo torpe y descuidado. No parecían ser humanos, y en efecto, no lo eran.

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Tokyo Ghoul: La lujuria visita el café.
FanfictionDos días han transcurrido desde la captura de Takatsuki sen, escritora de best sellers y alter ego usado por el Búho de un ojo, un conocido Ghoul que ha cobrado incontables vidas humanas en la ciudad de Tokio. Sasaki Haise, investigador responsable...