Acto para Martín.

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Contenido explícito, lees bajo tu responsabilidad.

Manuel había terminado de leer y sentía su rostro arder.

Estaba deseando poder esconderse bajo las sábanas de la cama en que ambos estaban sentados, lejos de la potente mirada del rubio.

- ¿Y? - quería oír la típica respuesta escueta de la boca del chileno, porque sabía que no obtendría más.

Manuel sólo movió la cabeza en aprobación, ni siquiera le dió alguna frase que Martín en su cabeza ya se imaginaba.

En movimientos rápidos, el argentino se inclinó hasta dejar tendido sobre la cama al castaño; si no era lo uno, sería lo otro.

- Tan expresivo que sos, boludo. - como si el tiempo jamás corriera en contra, Martín comenzó a hacer un caminito de besos desde la barbilla hasta la manzana de Adán.

Manuel no pudo evitar estremecer.

- ¿Qué vai' a hacer, weón? - la respuesta era obvia, pero no encontraba otra cosa que decir; sabía a donde iría a parar.

Al no haber respuesta verbal del argentino, recibió un chupetón en el cuello que le hizo sacar un pequeño chillido.

- ¡Martín, eso no! - los intentos por sacar de encima al cuerpo del rubio eran inútiles, Manuel no poseía la fuerza requerida.

Martín mientras tanto disfrutaba el sabor de la piel de su amante, succionando en toda la extensión del cuello, dejando marcas evidentes.

Prosiguió a poseer con ferocidad los cerezos del castaño, tanta palabrería rara le interrumpía la inspiración.

En tanto lo besaba, con destreza retiró la polera de Manuel, separando sus labios apenas unos cuantos milisegundos.

El menor ya comenzaba a adoptar una actitud más dócil; comenzaba a disfrutar.

Martín retiró el jugueteo que se hacía presente en la boca de ambos y paseó sus manos por todo lo largo del abdomen adverso; sin despegar la mirada del rostro de Manuel, quien evitaba contacto visual.

Bajó sus manos hasta los botones del pantalón ajeno, pero no las dejó ahí, sino que fue unos centímetros más abajo.

- ¡Ah! - primer gemido que con orgullo escuchó del chileno, y la sonrisa ladina que se hacía dueño de los labios del argentino era la prueba.

- ¿Pasó algo, che? - preguntaba con supuesto desentendimiento, volviendo a presionar un poco más fuerte la zona genital.

Manuel presionaba sus labios entre sí para evitar soltar otro gemido y a Martín no le gustó eso.

Pronto Martín ya tenía un dedo dentro de la boca del castaño, y el pantalón junto con el boxer tirado por alguna parte de la habitación.

- Succiona fuerte. - fue la única orden que dió, y que Manuel acato sin protestar.

El castaño era un desastre en gemidos medianamente ahogados, mientras su falo era atendido por la mano de Martín.

Luego, convocó a otro dedo dentro de la boca de Manuel; quien con ambas manos en la muñeca de Martín, seguía succionando todo lo que le era permitido.

Pasado unos pocos minutos, Martín también quería recibir otro tipo de atención, por lo que sacó ambos dedos sin previo aviso.

Comenzó por sacar desde su polera, hasta su ropa interior, quedando completamente desnudo frente a los atentos ojos cafés.

- Vení. - guío a Manuel hasta dejarlo sentado al orilla de la cama; y los dedos que el castaño había ensalivado, los pasó por toda la extensión del erguido miembro.

Manuel sabía cuál era su tarea; tomarlo, pasearlo desde sus mejillas hasta su boca, y engullir lo más que pudiera.

Primer gemido soltado desde los labios del argentino, y Manuel sonrió victorioso.

Sin detenerse, pasaba su lengua desde arriba hacia abajo, engullendo y retirando. Tomando el descaro de mirarlo a la cara mientras lo hacía.

Tan suicio.
¡Oh!
Tan exquisito.

Martín estaba encantado de tanto placer dado por la boca del chileno, gimiendo sin vergüenza alguna.

Y sólo eso era escuchado en las cuatro paredes; los gemidos de Martín y las agitadas respiraciones de ambos combinadas.

Desde lo posterior de la cabeza del castaño, lo empujaba a tomar más, a tocar más a fondo.

Y Manuel en ningún momento se negaba.

El argentino estaba casi abrumado de tanto, y casi con desesperación tomó a Manuel dejándolo tendido sobre el lecho; siempre dándose la cara.

El rostro de Manuel cambió.

- Tenés que mirarme a mí, ¿Dale? - Martín sabía lo difícil que era esa parte para el castaño.

A pesar de todo, Manuel sentía innecesaria la preparación en esta ocasión y Martín como buen adivinador, supo.

Tan lento como podía, Martín fue entrando en Manuel, quien abrazaba con fuerza la espalda del argentino.

Hasta hacerse uno solo.

El rubio dejó pequeños besitos sobre todo el rostro del castaño por un buen tiempo, mientras aumentaba el ritmo de las estocadas.

Y Manuel ni cuenta se daba del dolor ya.

Primer gemido coordinado entre ambos, y primer disfrute a la par.

Uno, dos, tres, cuatro estocadas... Hasta que se hicieron incontables y cada vez más fuertes por parte de Martín.

Manuel se deshacía sin reparo alguno en gemidos y jadeos, enterrando sus uñas en la blanca piel de la espalda del rubio.

Más y más, hasta llegar al ansiado clímax.

Otro gemido sexual acoplado entre ambos.
Y terminando el acto en beso casto.

××

Final de mierda, I know.

sorri x tan pok.

Versos para vos. ArgChi. (One-shot.)  [ +18 ]Where stories live. Discover now