Era una fría mañana en Londres, pues el otoño había llegado finalmente. Era tan temprano que ni los pajarillos despertaban aún, el ambiente era húmedo y salado como el de cualquier ciudad costera, combinado con un intenso viento frío y una espesa niebla que apenas te permitía observar al horizonte.
Allí, se encontraba un joven de aproximadamente unos 17 o 18 años, con una sudadera azul grisácea y su cara oculta entre la capucha mientras con pasos frenéticos caminaba por las calles de Londres sin saber hacia dónde dirigirse.
Cualquier persona que mantuviera la suficiente atención en él, notaría que se encontraba conteniendo el llanto con apenas audibles quejidos, lloriqueos y una respiración acelerada. El eco de sus quejidos y pasos resaltaban levemente en el casi absoluto silencio de las calles, sintiendo su presencia a metros de distancia, incluso, sin siquiera poder verlo a los ojos.
Sus piernas no cesaron hasta que finalmente se encontró desorientado. ¡Por el amor de Dios! Su frustración ocasionó incesantes cruces y vueltas alrededor de la ciudad, ocurriendo así su posterior pérdida de la orientación… Justo después se dio cuenta que había frenado en seco a mitad de un puente; suspiró profundamente y fijó su mirada por debajo del barandal del puente encontrándose con su reflejo en el lago que había debajo de él, su tez era pálida, tenía ojeras muy marcadas debajo de sus ojos, además, su nariz y párpados se encontraban rojos de tanto llorar y había una lágrima colgando en el borde de su pestaña a punto de caer. Se quedó por un momento admirando su reflejo, analizando minuciosamente cada detalle de sí mismo.
Cuestionándose cómo todo terminó de esa manera, inhaló profundamente y exhaló todo de golpe, calmando así su agitada respiración, poco a poco se relajó e inmediatamente se echó al piso apoyando su espalda en la barandilla del puente.
¿Y ahora qué? —Reclamó a sí mismo en un tono bajo. Esperaba que sucediera un milagro que mejorara su vida. Se quedó admirando el cielo un rato antes de levantarse e intentar volver a casa, pues ya había hecho una escena y aunque nadie lo había visto estaba satisfecho. Caminó en busca de alguna placa de calle que le indicara en qué lugar se encontraba. Justo en ese momento comenzó a sentirse agotado, y no era por menos, pues no había dormido bien las últimas semanas y para completar salió en la madrugada a dios sabe dónde.
Caminó a paso lento, encorvado y casi arrastrando los pies, con sus manos dentro de sus bolsillos y su mirada dirigida al húmedo suelo. Llegó a la calle más cercana, y observó que la mayoría de edificios que tenía a su alrededor eran negocios que estaban cerrados debido a la hora. Continuó caminando hasta que se topó con una cafetería que se encontraba en toda la esquina de la calle, tenía enormes vidrieras y una estructura bastante llamativa, sin embargo, no mostró suficiente atención en ésta, pues lo que necesitaba era divisar la placa de la calle, la cual se encontraba doblando la esquina (algo inusual, ya que suelen estar ubicadas en toda la esquina). Una vez leyó la dirección pudo ubicarse fácilmente, además se dio cuenta que no estaba tan lejos de casa. Sin embargo, hubo algo que llamó la atención del chico antes de tomar rumbo a su hogar, fue el negocio llamada “Latte & Noir”, éste tenía un cartel en la vidriera solicitando empleados, dándole una loca, pero no tan loca idea al joven.
ESTÁS LEYENDO
Cofee O'Clock (Café en punto)
Short StoryAshley Ross, es una chica de Londres muy aplicada y estudiante estrella desde pequeña, siempre saca las mejores calificaciones, cosa que la mantiene en una constante presión por ser siempre la mejor. A consecuencia de esto inventó una costumbre de...