Capítulo 1

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Allí los podía ver a todos, de pie, delante de nosotros, esperando impacientes, solo para vernos a mi y a mi grupo tocar. Delante de mí hay un micrófono, y entre mis manos tengo una gran guitarra azul, a mis lados, mis compañeros, con más micrófonos e instrumentos. Veo que uno de ellos empieza a marcar el ritmo con la pierna y a continuación con la batería, todos empiezan a tocar sus instrumentos, y yo sin quererlo empiezo a tocar con ellos también. Cuando nos damos cuenta todo el público está cantando con nosotros y bailando al ritmo de la música.

- ¡Kwan! - escucho que alguien desde el público me está llamando, y cada vez se acerca más - ¡Hazme caso joder! - el ya está casi a mi lado - ¡Kwan! ¡Despierta coño! - me levanto de golpe con el corazón acelerado, y ahí estaba de nuevo como cualquier otro día corriente, en mi cama, y mi padre delante de mi llamándome a gritos. Suspiro y me levanto de la cama quedando de pie a su lado - Ya era hora de que despertaras, dentro de unos días tienes competición y hay que entrenar - él sale de mi habitación. Enfadado cierra la puerta de un portazo y me deja solo.

Me froto los ojos para ver todo más claro. Mi habitación no es que sea muy grande, pero no me puedo quejar, nunca hemos sido una familia muy favorecida. Toda mi habitación está llena de cosas: ropa tirada, decoración no muy cara, libros que nunca he leído y muchas más cosas que no sirven para nada. Voy junto a la única ventana que hay en mi habitación y levanto la persiana, dejando que la poca luz del principio del día pase a la habitación. Aquí es donde me doy cuenta que otro día de mierda va a comenzar.

Voy hasta mi pequeño armario y lo abro, cojo una de mis únicas mallas para correr y una camiseta de tirantes verde y blanca. Me lo pongo y cojo mis deportivos que mi padre me regaló para mí cumpleaños. Salgo de mi habitación ya vestido y me dirijo a la cocina, allí está mi padre con una tostada y un vaso con zumo de naranja en sus manos.

- Cómetelo rápido y vamos al parque a entrenar - me tira la tostada y el vaso lo deja encima de la mesa. Me la como lo más rápido posible y el zumo me lo bebo de un sorbo. Dejo el vaso en el fregadero, y mientras voy saliendo de la casa me limpio los restos de mi boca con mi antebrazo. Mi padre ya estaba fuera esperándome, con los brazos cruzados e igual de refunfuñón que siempre - ¡Vamos! - el hace un gesto con la cabeza y aplaude con sus manos para meterme más prisa.

Salgo de la casa y me voy junto a mi padre para emprender camino al parque donde siempre entreno para carreras en pista. Mi padre me apunta a muchas carreras, ya sean en campo, como Cross o incluso maratones, o en pista, ya sean pruebas de fondo, medio fondo o distancias cortas. Las que mejor se me da son las de fondo y medio fondo, pero no me gusta ninguna, mi padre me obliga a correr.

- Tu hermano está ahora mismo en Tokio corriendo pruebas en pista - el se me queda mirando, no tengo ganas ninguna de ir a correr y creo que mi padre me lo nota por los ánimos que llevo, ya que cuando me habla aparto la mirada y miro al suelo - Como sigas así, no llegaras a ningún sitio - ni si quiera le miro, noto como poco a poco se va enfadando mas, me coge del brazo lo más fuerte que puede y me empuja hacia el dejándonos cara a cara - Mira, TÚ - pone su dedo encima de mi pecho haciendo presión y apretando todo lo que puede - Vas a correr, porque eres hijo y hermano de grandes deportistas. Y tú también tienes que ser así, es la ley, es cosa de hombres - quito mi brazo de golpe de su agarre y el me mira con asco, yo se la devuelvo pero aparto la mirada lo más rápido posible.

De camino al parque no decimos ni una palabra más, aún que yo casi no haya hablado en todo el día.

- Venga vamos a empezar a entrenar, primero calienta, unos veinte minutos corriendo y vuelves - antes de empezar bebo un poco de agua y empiezo a correr, si digo la verdad, calentar es lo que más me gusta de esta mierda, ya que estoy veinte minutos o lo que a él le plazca sin verle y sin tener que soportarlo.

Siempre paso por un camino del parque, en el que hay muchos bancos, y gente sentada en estos, me gusta imaginarme la vida de otras personas mientras corro, o más bien cual sería mi vida perfecta. Me llama la atención en concreto un banco, en el que hay dos chicos sentados, uno está tocando la guitarra y el otro canta, me encanta la música, me encanta como se puede hacer a la gente feliz con solo cantar y tocar instrumentos.

Cuando me doy cuenta ya llevaba dieciocho minuto corriendo, así que mejor vuelvo ya con mi padre. Y allí estaba él, sentado y comiendo, como siempre.

- ¿Qué tengo que hacer hoy? - lo digo con tono desagradable, como si lo que hago no me gustase, cosa que es totalmente cierta. A mi padre cuando me pongo así no le gusta nada, pero me da igual lo que me haga. Con todas sus fuerzas me pega en la cara, seguro que me ha dejado marca, pero yo solo llevo mi mano hacia donde el me ha pegado y la paso por allí, notando la zona muy caliente.

- No. Quiero. Que. Me. Vuelvas. A. Hablar. ASÍ - lo dice marcando cada una de las palabras que con su boca pronuncia - Venga, empieza corriendo un kilómetro - se queda pensando y en cuanto voy a echar a correr me para cogiéndome del brazo - No, mejor cinco, te lo mereces -

- Que te den - lo digo en un tono bajo pero mirándole mientras empiezo a correr, nunca ha sabido leer labios, así que no creo que sepa lo que le he dicho. Empiezo a correr, pero me meto por las calles de mi ciudad, Seoul, es una gran ciudad, pero nunca he ido a visitarla y a conocerla. Vivo apartado de la sociedad, el instituto es casi el único sitio donde puedo escapar de mi pesadilla, mi padre y hermano, y conocer gente nueva. Habrá gente que odie el instituto y desea que este desaparezca, para estar siempre con sus amigos y de fiesta. Yo no. Ojalá y el instituto nunca acabase, cuando acabe ¿Qué haré? Seguro que mi padre me obliga a salir de los estudios para centrarme en el deporte. Pero yo no quiero eso.

Mi madre siempre ha querido lo mejor para mí, pero murió cuando yo era muy joven, casi ni pude conocerla, como desearía que ella estuviera aquí, para hablar con ella, y a ver si así pudiera escapar un poco de todo esto.

Llego a unas calles que nunca antes había visto, y todas estas están casi vacías, mi padre me ha obligado que hoy y mañana no vaya al instituto, para que el sábado esté lo mejor entrenado posible para la competición, así que casi todo el mundo estará trabajando o estudiando. Una chica de unos veinticinco años se me acerca y me da un papel, yo sin parar de correr lo cojo y sigo corriendo, miro el papel. El papel es de unas clases de música en una nueva academia de Seoul. Doblo el papel y lo meto en un pequeño bolsillo que tienen mis mallas.

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⏰ Última actualización: Dec 20, 2020 ⏰

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