Nor your fault.

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El frío tacto del arma quemaba en sus manos, el helado ambiente lo hacía tiritar y la niebla nublaba su vista. Su corazón palpitaba cual tambor en festival y su delgado polerón se pegaba a su espalda producto del sudor. Su respiración era dificultosa, cortos cabellos se pegaban a su frente perlada, el gorro de su polerón le ayudaba a esconder parte de su rostro.








Se movía entre las sombras, sigilosamente emboscando a su víctima. Sus pasos eran cautelosos, sus pisadas eran suaves como si pisara sobre un montón de plumas, pero llevaba sus piernas rígidas, temblorosas. Su corazón se aceleraba aún más con cada paso que daban sus pies y sentía su garganta apretada, ahogado en el gastado nerviosismo de su cuerpo.








Podía ver su espalda, tan esbelta, grande y atractiva aún con ropas sobre ella. Cerró sus ojos, extasiado con sus recuerdos. Podía sentir en los nervios de las puntas de sus dedos la suavidad de su piel, la sensación de tenerlo en sus brazos, el placer de sus besos. Su cuerpo tembló ante la sensación que le brindaban las nítidas imágenes en su cabeza. Jadeó ante el deseo de tocarlo, de hacerlo suyo.








Detuvo sus pasos, inmerso en sus recuerdos. Viajó a los días a su lado, cuando era feliz viviendo en una fantasía, cuando pretendía que todo estaba bien y que no sufría. Cuando se sentía seguro y sano, cuando no sentía impulsos que le nublaran el juicio, cuando no sentía sed, cuando el dolor agudo en su cabeza era soportable. Era su culpa que se encontrara en ese estado, él era el culpable de su dolor, todo terminaría si acababa con él. Todo desaparecería, volvería a sentirse vivo.








Parpadeó, dejando que cálidas lágrimas empaparan su rostro. El salado sabor en su boca le revolvió el estómago. Su cabeza la sentía a punto de estallar y soltó un sollozo, un horrible grito del que no estaba del todo seguro el motivo.








No sabe cómo sucedió, pero estaba tocando su piel. La sentía, cálida y suave en sus dedos. Inhaló fuerte y ruidosamente, hundiendo su nariz en la curvatura de su cuello. Lo estrechó fuertemente entre sus brazos y se permitió sentirlo, amarlo, entregarle calor en esa fría madrugada de otoño y besarlo, tanto como quiso.








Los gritos llegaban melodiosamente a sus oídos, embelesado por la dulzura que su voz le causaba, rindiéndose ante el encanto de su voz llamándolo por su nombre. Lo sostuvo más fuerte entre sus brazos, de pronto se sintió asustado de dejarlo ir, asustado de que lo abandonara nuevamente, aterrado de alejarse de él. Lo necesitaba para vivir, necesitaba de su presencia para mantener sus pies en la tierra. Sin él se hundiría, caería en el pozo de la locura. Le necesitaba como línea de borde, una jaula que atrapaba sus más profundos instintos. La desesperación lo envolvió y ya no sabía si la linda música en sus oídos eran los gritos de su amado o los suyos. Si el dolor que sentía en su cuerpo eran los golpes que estaba recibiendo o era un dolor psicológico que él mismo se estaba provocando. No lo sabía, no sabía nada.








           《 Te necesito, te necesito. 》








No supo si sus palabras estaban en su mente o salían de su boca. No pudo identificar si se sentía tranquilo con su amado entre sus brazos o asustado ante la posibilidad de perderlo nuevamente.








De pronto recordó su objetivo, recordó el motivo por el cual lo había estado siguiendo desde hace días. Lo recordó y lanzó un estruendoso grito de dolor. O tal vez solo rió. No lo supo, no supo si estaba feliz o triste. Quiso acariciarlo, pero no fue capaz de controlar su cuerpo y estrelló el arma que aún mantenía en su mano contra su bonito rostro. Se apresuró inmediatamente a levantarlo del sucio suelo, tomó su rostro en sus manos y besó la horrible herida en la comisura de sus labios. El sabor metálico invadió su paladar y le fascinó.








Sonrió, no porque estaba feliz, sino porque se encontraba ejecutando su deseo, pero sus lágrimas seguían rodando por sus mejillas y el dolor punzante en su cabeza se incrementaba y su corazón dolía. No estaba satisfecho. Se puso de pie y lanzó una patada a su rostro. Rió ante el jadeo de su víctima, pero eso tampoco lo hizo feliz, el dolor en su pecho persistía.








ㅡJeno... detente, por favor.








Placer. Su cuerpo se estremeció ante su voz quebrada, arrastrando las palabras. Cuánto había deseado volver a escuchar su voz, cuánto había deseado que volviera a dirigirle la palabra. Observarlo desde las sobras desde hace mucho había dejado de ser suficiente, pero no podía acercarse a él sin que éste huyera. Lamió sus labios resecos, mordisqueó su labio inferior mientras degustaba el sabor mezclado del rastro de sangre y lágrimas que aún quedaba en él.








ㅡMe dejaste... sabías que te necesitaba... y me dejaste.








Tomó la pistola entre ambas manos y apuntó a su amado. Podía sentir su cuerpo débil, asfixiado en dolor y sufrimiento. Lloró ante la imagen que tenía ante sus ojos, la imagen del amor de su vida postrado en la suciedad de la calle, su bonito rostro lleno de sangre y moretones. ¿Cómo se había dañado de esa manera? Dió un paso al frente, dispuesto a envolverlo en sus brazos y besarlo hasta calmar su dolor. Frenó cuando imágenes de su mano golpeándolo llegaron a su mente en una fracción de segundos. Era cierto, él lo golpeó. Era cierto, debía matarlo.








ㅡJeno... no lo hagas...








Negó moviendo su cabeza de lado a lado, las lágrimas ya no las sentía cálidas, las sentía como un río de fuego ardiendo en su piel. Soltó una risa sonora y nerviosa, convirtiéndose en fuertes sollozos y lamentos. ¿Por qué lo había dejado? ¿Por qué permitió que todo acabara? ¿Por qué dejó que todo se saliera de sus manos? Era su culpa, toda su culpa.








ㅡTe amo, Renjun.








Jaló del gatillo justo cuando su amado abrió la boca en protesta. No podía escucharlo, no podía permitirse flaquear en ese punto. Siempre fue débil ante sus palabras, fácilmente persuadido ante cualquiera de sus pedidos. No podía permitirse dudar, no podía esperar más.








La sangre salpicó y calló un poco de ella en sus zapatos. Soltó el arma de sus manos, cayendo sonoramente ante el pavimento. Se lanzó al suelo, tomando el cuerpo inerte de su amado entre sus brazos y llorando su tragedia. Los gritos desgarraban su garganta, su cabeza estaba hecha un lío y su corazón seguía doliendo. Sufría, no paraba de sufrir, ¿por qué no lo hacía? Había acabado con él, había terminado con la vida de la persona que lo había dañado, ¿entonces, por qué sentía que estaba a punto de desmayarse por el fuerte dolor en su pecho? ¿por qué no sentía calma? ¿por qué no podía dejar de llorar?








Miró el magullado rostro del hombre entre sus brazos. Acarició suave y lentamente su mejilla y beso la punta de su nariz.








¿Por qué tuvo que ser así? ¿Por qué tuvo que morir? Ah, era cierto, fue su culpa, todo fue culpa.



















                                   /-/-/

Normalmente escribo fluff, cositas lindas, todo color rosa y corazones por todos lados, pero ahora quise intentar algo distinto, nunca había escrito algo "oscuro". Intenté hacerlo de otra ship, pero Jeno no dejó mi cabeza en cada palabra que escribía, así que tuve que cambiarlo jaja ¿por qué mi mente tiene a Jeno con esa imágen?;;

Isn't my fault |NoRen| Jeno/RenjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora