Único

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Todo iba también, pero... nada es para siempre, la inocencia se va, y los problemas llegan... si, lastimosamente es así, yo no pedí ser así, yo no quería convertirme en esto, en un monstruo, en una desgracia, en una asesina... pero ya no puedo hacer nada, paso lo que tenía que ocurrir, fue el destino que me asignó los cielos, sin embargo, se van a arrepentir, estoy segura que se arrepentirán por haberme convertido, en la hija del pecado...

Todo empezó cuando era más pequeña, lo más común y normal que puede haber una chica de solo 12 años, padres divorciados, un hermano, una madrastra, lo más normal en los tiempos de ahora, en esos días todo estaba saliendo bien, mis notas en la escuela eran las más altas, tenía a mi hermano que le iba en la escuela igual que a mí, y a pesar de no estar con nuestra madre, ella nos llamaba todos los días, y nos daba el amor de una madre, igual que nuestro padre, pero todo tiene un fin ¿no?.

Una tarde, tuvimos visita, un amigo de mi hermano, ese día mi hermano se había fracturado el brazo en la escuela, ya había sido atendido, ya que no fue tan grave, mi hermano era menor que yo por dos años, estaban jugando en la acera de la casa, solo veía desde la puerta sentada en una orilla con mi cuaderno y una pluma, me encantaba dibujar, mis lentes con marco de color azul puestos, una camisa holgada azul de mi hermano y unos tenis grises junto con pantalones cortos, y mi cabello en una cola de caballo con crespos al final de esta, recuerdo cada cosa como si hubiera pasado hace 5 minutos, pero bueno, seguiré con mi relato.

Había un muro alto, no sé qué paso ni como, pero de un momento otro el chico se encontraba golpeando a mi hermano, me puse de pie enseguida, ellos se habían alejado, nunca me había asustado tanto en la vida, sudaba como nunca, todo iba en cámara lenta, no sabía qué hacer, corrí hacia ellos, con el corazón en mis manos, cuando llegue, todo estaba perdido, el chico agarro con sus dos manos el cabello de mi hermano y lo estrelló contra el suelo, asustada, una chica de 12 años, viendo a su hermano pálido, con la cabeza sangrando, sin pulso, acostumbrada a verlo reír, corriendo con una pelota en sus manos, estaba tirado en el suelo, muerto. No pensé, solo tenía 4 palabras en mi cabeza: mato a mi hermano, y solo camine hacia el que había terminado con la vida de mi hermano, aun con la pluma en mi mano. Sin pensar, solo con ira, rencor, venganza, cegada por eso, me lance a él, clavándole la pluma, justo en su corazón, pero... porque me dolía, alce la vista, y me di cuenta del porqué, vi su rostro, no era el chico que acabo con la vida de mi hermano, era mi padre, se puso entre los dos, con lágrimas en los ojos me aleje de él, me sonrió, mientras el chico huía.

-hija, esto no es tu culpa, todo estará bien -lo decía con tanta tranquilidad, como siempre, mientras yo solo negaba, y movía mi cabeza de un lado a otro, solo pidiéndole a los cielos, que fuera una maldita pesadilla, pero el mundo no es como lo queremos- hija- lo mire a los ojos- te amo.

-y yo a ti padre, te amo-lo vi cerrar sus ojos, y al irse, se llevó consigo, mi alma.

No tenía mucho tiempo, escuche las patrullas, no era idiota, dime ¿si encontraras a una chica con una en pluma en la mano, con sangre en sus manos de las víctimas, y al lado de ellas, no creerías tu también que yo sería la asesina?, les di un beso en la frente y corrí hacia la casa, ya no quedaba tiempo, sería la principal sospechosa, las huellas digitales estarían en todas partes, tome un bolso en mis manos, metí ropa, un par de zapatos, algo de comida, el cargador de mi teléfono y un dinero que tenía guardado, sabia donde mi padre guardaba el dinero, tome el suyo también, al fin y al cabo, él no se molestaría por eso, ya había lavado mis manos, me coloque un suéter negro, y un tapabocas, salí de ahí, no sin ver una última vez a mi padre y a mi hermano, coloque mis audífonos y comenzó a sonar una canción, la favorita de mi hermano, los cielos no ayudaban mucho, no podía permitirme llorar más, necesitaba hacer unas llamadas, encargarme de mi, y sobre todo, del desgraciado que acabo con la vida de mi hermano, e hizo que yo acabara con la de mi padre, la culpa me consumía, pero no tanto como el deseo de acabar con la vida de ese bastardo, me aleje, y escuche un grito, era mi madrastra, supongo que ya había descubierto los cuerpos.

A los pocos días escuche las noticias, tanto mi madre como mi madrastra, acabaron con su vida, mi madrastra se cortó las venas, y en cuanto mi madre saltó del décimo piso del edificio donde trabajaba, y como lo sospeche, yo era la principal sospechosa, de hecho, todos me culpaban de haberlos asesinado, asumiría la culpa de mi padre sin embargo no lo consideraba culpa mía, solo era culpa de ese bastardo, por el todos mis seres queridos habían terminado con su vida.

Lo odio con todo mí ser.

Pero bueno, sobreviví bien estos últimos años, 5 años escondiéndome, aprendí a disparar, soporto bien el alcohol, tengo una gran puntería, hice mucho dinero como asesina a sueldo, solo para poder llegar a ti, no sé ni siquiera porque te cuento mi historia, bueno, nuestra historia, si tú te la debes saber de memoria. Le apunte con mi arma a su cabeza. Sabes te volviste muy guapo, lástima que asesinaras a mi hermano.

-Maldita perra-sonrió de lado- tu tampoco estas nada mal, además ese traje negro se te ve espectacular-hijo de perra.

- hijo deputa-no podía odiarlo más- tenías que matarlo por una chica, ¡tenía 10 años maldita sea!

- yo tenía 16 y estaba muy enamorado, pero a ella le gustaba el mocoso de tu hermano, además, que derecho tienes tú de recriminarme, estas apunto de matarme de todas maneras ¿no?

-yo lo haré porque mataste y acabaste con mi vida, además yo no voy a asesinar a un chico- esta vez fui yo a que sonrió-matare y torturare al hijo de puta que me convirtió en la propia hija del pecado.

No tape su boca, quería escuchar sus gritos, rogándole para que lo perdonara, rogándome piedad, sin embargo jamás lo perdonaría, después de una larga noche de lamentos, al fin murió, y yo no podía sentirme mejor, camine hacia la azotea, me senté en la orilla de esta, viendo la ciudad, era hermosa, eran alrededor de las 3 de la mañana, encendí mi cigarro y comencé a recordar todo lo que hice, tratando de contar a cuantos asesine, cuantos estafe, o con cuantos me acosté, solo para poder llegar a él, y no me arrepentía de nada, pero, ya era hora de acabar con esto, mire al cielo y puse el arma en mi boca y antes de dispararlo dije:

-supongo cielo, que no me van a encontrar, ya que me pudriré en el infierno, dile a mi hermano y a mis padres que los amo y que, jamás los olvidaré, que en su debido tiempo, me hicieron la niña más feliz de este maldito mundo- una lagrima salió de mis ojos y disparé. Acabando al fin con la vida, de la hija del pecado.

La hija del pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora