Speak Now ; Hunhan

Speak Now

 "Quien se oponga a esta unión, que hable ahora o que calle para siempre..."

"¡Yo me opongo!"

Ugh no, eso suena tan cliché.

No soy el tipo de chico que interrumpiría abruptamente una boda, pero tú tampoco eres el tipo de chico que se casaría con la persona incorrecta.

Nunca me he sentido cómodo en los eventos tan... tan de este tipo, donde vestir bien es un requisito indispensable, y sonreír falsamente es parte del disfraz. Habría venido en pijama si por mí fuera, pero hoy solo quiero pasar desapercibido, alguien más del montón, nadie con planes maliciosos, ni con una maldita obsesión en la cabeza.

Paso disimuladamente a aquel salón tan brillante y blanco, tratando de no hacer mi observación demasiado obvia, aunque es lamentable que sea un buen observador, ya que los detalles solo me hacen enojar.

Esto no eres tú, obviamente. Tú no gastarías tanto en flores para los centros de mesa, ni recordatorios extremadamente caros e inútiles para cada invitado que solo se acuerda de ti en este día. Veo a los padres de tu futura esposa y a los tuyos, riendo y seguramente teniendo alguna exagerada conversación culta. Me niego a creer que tú serás como ellos.

Bueno, es una de las tantas cosas que me niego a aceptar.

Todo luce tan suave y delicado que me dan ganas de vomitar. El vértigo llega a mí al darme cuenta de que justo ahora luzco como todos ellos: vestido con un traje elegante, con camisa impecable y corbata rosa pastel.

Es una de las cosas que jamás creí hacer, pero al parecer hoy es el día para hacer las cosas incorrectas. Me acerco a la mesa principal, donde todo luce absolutamente delicioso, eso sí debo reconocer.

Bueno, si he venido hasta aquí, debo justificar mi presencia, así que me permito tomar todo lo que se me antoje. Sonrío al pensar que de alguna forma me estoy vengando, me estoy comiendo toda esta comida cara que pagaste.

Algo es algo.

Una enorme fuente de chocolate destaca en el centro de la mesa, a su lado, brochetas de fruta fresca esperan ser empapadas en tan delicioso manjar, y juro, que justamente no puedo odiarte más en este momento.

¡Maldito infeliz! Sabes que me encantan estas cosas, es como si lo hubieras hecho a propósito.

Termino de atragantarme con la comida, más de lo que quisiera, normalmente no soy una persona maleducada, pero algo dentro de mí, me obliga a limpiarme las manos en el impecable mantel blanco que decora la mesa.

Siento una mirada sobre mí, volteo simplemente para confirmar que no estoy paranoico, y no lo estoy. Un chico disimula una risa, mientras finge no haberme visto haciendo gala de mi mala educación. Me da lo mismo, realmente todos en ese lugar me importan una mierda.

Me alejo de ahí, tratando de convencerme con esa estúpida frase de "barriga llena, corazón contento" quien la haya dicho, obviamente no había sido invitado a ver como el amor de su vida, contraía matrimonio con el mismísimo diablo.

Y sí, pueden creer que lo de mismísimo diablo es mera exageración, que estoy basándome en lo mucho que esa chica ha jodido mi vida, pero no, no soy de esas personas que dice cosas por decir, o que pone adjetivos sin pensarlo dos veces. Pero me retracto, porque estoy ofendiendo al diablo al compararla con ella.

Obtengo una gran prueba de mi afirmación al escabullirme a una habitación donde escucho gritos histéricos, ahí está ella. Tan esplendorosamente vestida de un blanco cegador con un peinado alto que la hace ver algo ridícula, con el vestido tan vaporoso que podría ser el nuevo hogar de los 8 enanos –incluyo a su futuro esposo ahí-.