-Buenos días, mamá. ¿Alena no está despierta todavía? -dijo Sarah, la hermana pequeña de Alena.
-No cariño, sabes que le encanta dormir. -respondió la madre muy cariñosa.
-¡Pero es su cumpleaños! -dijo Sarah un poco enfadada.
-Sarah, no seas pesada, si quieres ves a despertarla. Voy a sacar la tarta de la nevera. -dijo retirandose del salón.
Sarah fue corriendo y muy ilusionada al cuarto de su hermana mayor. Le encantaban los cumpleaños, siempre hera la primera en despertarse para felicitar a sus seres queridos, para ella, el cumpleaños de sus hermanas era como si fuera el suyo, le hacía igual de feliz.
-¡Taaaaaata! -dijo Sarah entrando en el cuarto y gritando.
-¡Sarah, idiota, que te vayas! -le respondió su hermana de malas maneras.
-Lo siento... es que... yo... da igual, felicidades. -contestó algo molesta y avergonzada.
-Gracias Sar... ¿Sarah? -respondió Alena, cuando su hermana pequeña ya salió del cuarto.
Alena estaba un poco triste por lo que había sucedido por la mañana, y decició levantarse y bajar al salón con toda su familia.
-Buenos días, ¿y mis regalos? -dijo Alena riendose.
-Buenos días, nena. Yo te compré una tarta, sabes que no somos ricos, ¿no? -dijo su madre con un tono neutro.
-Ya... pero... es que a Sarah le compraste un regalo, y a todos mis hermanos. No es justo, no eres justa. -dijo Alena con lagrimas en los ojos y muy molesta.
-¡Tranquila, tata! Esta mañana ha llegado un regalo para tí. Tiene una nota, pero no la he leído. -Sarah se añadió a la conversación para calmar a su hermana.
-¿Enserio? Dejame verla. -le contestó Alena ya más alegre. -yo la leo.
Hola, Alena, cariño. Sé que es tu cumpleaños, ¿15 o 16? Bueno, que te haces mayor. Espero que te guste este humilde regalo. Es un simple diario, pero puedes poner fotos tuyas en la portada y... bueno, espero que te guste. Besos. Tu tía Isabella.
-¡Mamá! ¿Lo has oído? ¡Tengo un regalo! Luego escribiré a la tia Isabella, ha sido muy amable.
Alena se fue sin esperar respuesta, entusiasmada y con muchísimas ganas de escribir en su nuevo diario. Lo que Alena no esperaba es que ese simple cuaderno se convertiría en su mejor amigo.
