Día 1

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Dicen que un vuelo da para mucho. Raoul siempre se quedaba dormido, completamente relajado por las nubes bajo el avión; pero esta vez no. En toda la semana no había tenido ni cinco minutos para sentarse y asimilar todo lo que había pasado en los últimos días. Había viajado a Londres con Aitana, que se había convertido en su fiel compañera de aventuras. Habían disfrutado cada momento en la capital inglesa pero como siempre, acabó con mal sabor de boca. Tuvo que aguantar ver a gente cuestionándolo por redes, opinando sobre una relación de la que no sabían ni una mínima fracción. Agoney llevaba días mal, todo el mundo lo sabía. Raoul había intentado cancelar todo para ir a verlo pero las cosas no siempre salen como uno quiere. A veces debes conformarte con un vuelo en standby una semana después de lo que te hubiera gustado. Por culpa de eso, había recibido cientos de comentarios cuestionando si de verdad eran tan buenos amigos o habían hecho un parón en su relación. ¿La realidad? Raoul apenas durmió durante su viaje por tirarse hasta altas horas de la noche hablando con él, pese a que sabía que Mimi lo acompañaba. Su cuerpo podía estar en Londres, pero su cabeza estaba en Tenerife.

La azafata cortó cualquier pensamiento, anunciando que iban a aterrizar. Raoul sonrió hacia sus adentros, sabiendo que era cuestión de minutos volver a ver al canario. Se moría de ganas de abrazarlo y no soltarlo, de cuidarlo y hacerlo sentir bien, de escucharlo reír y que estuviera feliz gracias a él. Pero sobre todo, se moría de ganas de besarlo.

Para su sorpresa, cuando pudo divisar la melena de la rubia y la gorra del canario, vio que los acompañaban un grupo de chicas, las cuales le miraban con una sonrisa acogedora. Se acercó y las saludó a todas antes de abrazar a Mimi, que le dio un cálido beso en la mejilla. Y como si no lo hubiera visto nunca realmente, ahí estaba: Agoney. Con una de sus sonrisas más sinceras, Raoul le dio un abrazo que duró apenas un par de segundos mientras le susurraba a la oreja "hola, Mickey". Escuchó la risa del moreno en su oído, lo cual hizo sonreír aún más al rubio.

Una vez se hicieron fotos y conversaron con las fans, se despidieron de ellas y se dirigieron a uno de los restaurantes del aeropuerto. Mimi le contaba emocionada lo que había disfrutado el viaje y Agoney hacía comentarios entre medias. Raoul había decidido llevar aquellos días de la manera más privada posible, pero era imposible decirle que no a la rubia y se hicieron mil fotos para instagram, con la excusa de que estaban todos muy guapos. Finalmente, llegó la hora de despedirse de Mimi, que daba por finalizada su estancia en las tierras canarias y volvía a Madrid. Con una amplia sonrisa, el canario la abrazó.

— Mimi, gracias por haber venido, me has hecho muy feliz. Ya lo sabes pero te lo diré todas las veces que haga falta: te quiero mucho, bonita.

— Gracias a ti Agoney, por acogerme y darme tanto cariño, eres el mejor — le dijo esta, mientras le tocaba con el dedo en la punta de la nariz.

Raoul se acercó a Mimi y se fundieron en otro abrazo y la rubia le susurró:

— Cuida mucho de él, Raoul, sé que tú lo vas a saber hacer mejor que nadie.

Finalmente, la chica desapareció tras las puertas de embarque.

— Por fin solos, amigo — Agoney sonrió de manera pícara y añadió —. Bueno, vamos a casa que te tienes que instalar todavía. No hay tiempo que perder.

El camino hacia su casa se hizo ameno y tranquilo, no hablaron mucho, cada uno en sus pensamientos y disfrutando de la música. Cuando llegaron a casa, Raoul saludó a la madre de Agoney, tan agradable como la última vez y a Glenda, a la cual cada vez tenía más cariño. Cuando entraron a la habitación, el rubio escuchó un ladrido que provenía de la cama, era su peor enemiga. Bambi.

— Qué fea que es, Agoney. Quítala de ahí.

— No la llames fea que te volverá a morder, ya la tengo enseñada.

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2018 ⏰

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