Capítulo 1: "La promesa"

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Es frecuente que Raoul se quede embobado mirando por la ventana mientras intenta hacer los deberes. Era un día soleado de junio, pero él tenía que estar ahí encerrado estudiando para las recuperaciones de primero de bachiller, la literatura no era su punto fuerte.

- ¡Agoneeeeey! – Alguien gritó.

La voz resultaba familiar para Raoul, pero no lograba identificar de quien se trataba, lo que si tenía claro es que si Agoney estaba implicado, él tenía que meter su hocico en el asunto.

Sin dudarlo ni un segundo, el chico se levantó para no perderse la aparición de su viejo amigo Agoney, para su desgracia solo logró avistar a ese tal Cepeda.

- Ughh...No le soporto. –Murmuró.

Lo único que conocía de ese tal Cepeda es que estaba mucho por casa de Agoney, y esa razón ya era suficiente para no soportarle, aunque no entendía muy bien el por qué.

- ¡Hombre hola! – Exclamó Agoney al abrir la puerta de su casa.

Aunque el contacto de Raoul con su viejo amigo Agoney fuese prácticamente nulo, seguía poniendo la oreja en sus conversaciones cuando se aburría.

Mientras veía la desagradable imagen de Agoney junto a Cepeda, un viejo recuerdo invadió su mente.

                                                                                       ............


- Te reto a una carrera, ¡amiguito! – Gritó Agoney dándole una colleja a Raoul mientras pasaba por su lado izquierdo a toda velocidad.

- No es justo, yo aún llevó las ruedas de atrás de la bici –Musitó Raoul mientras intentaba seguir el ritmo de su amigo. – ¡Dame ventaja! –Insistió.

- El primero en llegar al puente gana – Gritó su amigo de lejos.

Agoney tenía un año más que Raoul y mucha más ventaja en el dominio de la bici, tanto dominio como era posible con 9 años. Así pues, Raoul le perdió de vista.

Una vez Raoul llegó al puente, se bajó de la bici y buscaba con la cabeza a su compañero mientras jadeaba apoyado sobre sus rodillas.

- ¡Amigoooo! – Exclamó Agoney desde el otro lado del puente.

- Jope qué lejos... - Farfulló Raoul de camino al chico.

- Eres un poco lento, se nota que eres un nene pequeño aún. – Este le sacó la lengua.

- No eres un buen amigo, los amigos juegan limpio.

- ¡Sí lo soy! – Agoney se cruzó de brazos disconforme.

Raoul notó un ápice de tristeza en el rostro de Agoney causado por lo que este le había dicho, así que sin pensárselo dos veces, le dio un achuchón.

- Claro que eres un buen amigo, el mejor. – Dijo Raoul.

- ¿Me prometes que seremos siempre amigos? – Contestó Agoney devolviéndole el abrazo.

- Pues claro. – Raoul se aparta y extiende su meñique – ¿Juramento?

Como era de costumbre, entrelazaron sus meñiques para sellar el juramento. Pero esto no era suficiente para Agoney.

- Toma. – Dijo Agoney mientras se quitaba el collar de Mickey Mouse que tenía en el cuello. – Quiero que te quedes este collar, y que cuando lo mires, te acuerdes del juramento que hemos hecho. – Añadió entusiasmado.

Raoul le hizo caso y colocó en su cuello el collar que le había brindado su mejor amigo.

- Lo cuidaré siempre, te lo prometo. – Añadió Raoul sosteniendo su nuevo tesoro aun en sus manos.

   ............  


Raoul dejó de soñar despierto y miro por la ventana, su antiguo mejor amigo ya no estaba ahí y lo único real que quedaba era la nostalgia que había invadido la mente del chico.

- "Lo cuidaré siempre" – Recordó Raoul mientras miraba el corcho que estaba en la pared de su habitación.

Ahí estaba, habían pasado más de 8 años, pero el collar continuaba ahí, intacto, colocado en el corcho en perfecto estado, tal y como su viejo amigo Agoney se lo había regalado.

Raoul suspiró triste, y prosiguió con sus deberes de literatura, intentando olvidar el bonito recuerdo que pocos minutos antes había embriagado su mente por completo.

Promesas VacíasWhere stories live. Discover now