CARTER
Aún recuerdo, con el tipo de claridad que hace que el pelo detrás de mi nuca se levante, el principio mismo de mierda. Al menos, en mi propia vida.
Tenía diez años, y mis padres, "los James de la 1100 en Joyce Avenue", sostenían una recaudación de fondos en nuestro hogar, y en medio de la cena con un plato que costaba mil dólares, mi padre decidió dar un innecesario discurso.
Ahí se hallaba él, un metro noventa, genuinos ojos azules americanos, y genuinamente codicioso, hablando sobre cómo quería invertir en menús para los niños en la escuela. También quería ayudar a invertir en mejores ideales disciplinarios desde que conocía a cierto niño (o sea yo) que no podía mantenerse alejado de los problemas para salvar su vida.
Aun así ninguno de esos ideales justificaba la etiqueta de mierda; levantó su copa y dijo lo siguiente—: Considero que todos aquí esta noche son mis amigos. Si no eres un amigo, es sólo porque eres de la familia, y la familia es para siempre. La razón principal por la que digo esto ahora es porque mi difunto padre me enseñó una lección muy importante que ha quedado conmigo durante todos estos años: Algunas personas entran en tu vida por una razón, algunos una temporada, y otros para toda una vida.
Hubo un fuerte aplauso, un montón de vítores y sinceras—: Tan cierto... tan cierto... —respuestas arrojadas por la sala en ese momento. Y entonces, un hombre mayor se agachó a mi nivel y dijo—: Tu padre tiene razón, ¿sabes? Recuerda todo lo que acaba de decir.
—¿Qué acaba de decir?
No lo sabía entonces, pero mi padre y su versátil seguidor prácticamente predijeron mi futuro...
Pocos años después de que dio ese discurso, debe de haberse imaginado que forzó su "razón" en mí y en la vida de mi mamá porque nos dejó a ambos. Varios años después de eso, mi madre decidió que su "temporada" de maternidad se hallaba terminada, y decidió que se sentía cansada de ser una mamá, que su verdadera vocación se podía encontrar en bares llenos de humo y casinos. En cuanto a "toda la vida", sólo podía pensar en una persona que estuviera cerca...
CUARTO GRADO
Querida, señorita Carpenter,
Lamento que estuviera mal en la clase de ayer. No era mi intención causar una alteración, y lo siento por romper sus mejores plumas, pero no siento que ODIO a Arizona Turner. Ella es fea y habla demasiado. No sé por qué nunca la envía a la oficina como usted me envía. Merece ser castigada también, y espero que ella muera mañana, así no tendré que verla o a su fea boca de metal más.
Sinceramente, Carter.
Sonreí y le entregué la carta a mi mamá, con la esperanza de que esta vez sería el encanto que no me haría reescribir todo de nuevo.
Me sentía más allá cansado de Arizona metiéndome en problemas y riéndose de eso. Ella pensó que era tan inteligente porque sabía las respuestas a todas las preguntas en clase, pero yo también las sabía. Sobre todo porque sabía en dónde guardaba nuestra maestra la hoja de las respuestas y siempre se las robaba a la hora del almuerzo.
Mis padres conocían a sus padres personalmente porque siempre tenía que ir a reuniones sobre mí "metiéndose con ella" y "haciéndola llorar", pero nadie me cree cuando les digo que fue ella quien lo inició.
Ella siempre lo empezaba...
—Carter... —Mi madre respiró hondo y sacudió la cabeza—. Esta es una terrible carta. Es peor que las tres últimas que escribiste.
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SINCERELY CARTER
RomanceArizona Carter ha sido mi mejor amiga desde cuarto grado; incluso cuando nos "odiábamos". Hemos estado allí el uno para el otro a través de los primeros besos, primeras "veces", y hemos estado constantes con el otro cuando buenas relaciones se torn...