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Para una bailarina la participación y la presencia son esenciales.

Por desgracia, yo falté durante cuatro semanas ya que hace 2 meses mi hermana menor cumplió 15 años y ella pidió como regalo un viaje con toda nuestra familia a Japón.

A pesar de que solo llegué ayer, estoy yendo a danza, no quiero perderme otra clase.

Miro mi reloj.

Tarde.

Hace 7 años vengo y nunca me voy a cansar. El instituto es como mi segundo hogar.

La danza es para lo que vivo. Nada más.

Mis amigas me molestan por esto. Ya que no me interesa ningún chico, ni salir a ningún lado. Yo solo quiero bailar.

Hago varios estilos de baile: clásico, contemporáneo y jazz. Y siempre me gustaron los bailes de parejas pero este instituto es solo para chicas.

Estaba llegando a la clase cuando me encuentro con Hanna, mi mejor amiga a quien conozco desde que entré al instituto. A ella también le encanta la danza pero sí tiene novio y tiene una personalidad más extrovertida.

- ¡Hanna!

- ¡Mi linda! ¡¡Al fin volviste!!

Viene hacia mí y me abraza provocando que pierda el equilibrio por unos instantes.

- ¿Cómo viajaste? ¿La pasaste bien? ¿Tenés el número de algún japonés lindo?

- Bien, ¡Si! y no, pero Hanna, tenemos que hablar después porque ahora estamos llegando tarde y necesito ponerme al día.

- ¡Es verdad entremos! Todas van a estar muy felices de verte.

Entramos juntas al salón encontrándonos con todas mis compañeras que me saludaron gratamente.

Mientras las saludaba sentí una mirada posada en mí y cuando descubrí de quién se trataba tardé unos segundos en reaccionar.

Los ojos pertenecían a un hombre un poco más grande que yo que vestía un pantalón de algodón negro con una remera holgada blanca.

Me sorprendí ya que en el instituto solo se permitían mujeres pero lo hice todavía más cuando no encontré a mi profesora en la sala.

Cuando finalmente terminamos de saludar a todas las chicas y entramos nos dijo:

- Hola chicas, por favor tomen asiento ya estábamos por empezar la clase.

A pesar de ser algo aguda para un chico, su voz era muy suave y cálida.

Ambas nos sentamos y empezó:

- Bien, como les estaba diciendo, esta es mi primera calse con ustedes y me gustaría empezar conociéndonos, pero al ser una clase de danza vamos a hacer las presentaciones un poco distintas.

Todas nos miramos confundidas.

- Me gustaría que cada una se presente con un baile corto. Puede ser del estilo que más les guste.

Todas las chicas empezaron a gritar y celebrar por la propuesta haciendo sonreír al profesor.

¡Y Dios! ¡Qué linda sonrisa tenía!

- ¿Qué les parece si empiezan las últimas que llegaron?

- ¿Y-yo?

Dije un poco nerviosa ya que me estaba mirando fijamente.

- ¡Espere!

¡Gracias Hanna!

- Usted tiene que presentarse primero.

- ¿Yo? Está bien, me parece justo.

Respondió él pacíficamente. Con la misma bella sonrisa en su rostro.

De verdad no podía dejar de ver su eye-smile ni su cabello que, por cierto, estaba mejor arreglado que el de la mayoría de las chicas del salón.

De pronto se quitó los pantalones dejando ver un pequeño short elastizado negro que utilizaban normalmente los hombres en danza.

Esos shorts eran tan pequeños que dejaban muy poco a al imaginación.

No me di cuenta de que lo estaba viendo hasta que Hanna me preguntó:

- ¿Disfrutando la vista?

Yo la miré mal.

Él hizo como si no hubiera escuchado nada, aunque se le notaba que estaba evitando una sonrisa.

Se adelantó al reproductor, puso un disco y se movió al centro del salón para poder posicionarse con una forma suave que nunca había visto.

Era simple pero increíble.

La música era pacífica como sus movimientos, suaves, que parecían acariciarte lentamente con fuego, recorriendo todo.

Se podía sentir el amor que tenía mientras bailaba. Estaba relajado pero se notaba como sentía cada uno de los pasos.

Sin embargo, mientras la música avanzaba su danza se aceleraba. Se perdía toda la delicadeza de antes dejando paso a una feroz pelea.

Siguió bailando al compás de la música, hacía pasos limpios pero dulces que te hacían sentir millones de cosas en tan solo unos minutos.

Y a pesar de que todas las chicas lo estaban mirando, yo sentía que solo éramos nosotros dos en ese salón.

Él, mostrándome como era capaz de atrapar y devorar a la presa. Yo, buscando la manera de escapar de esa emboscada para no quedar atrapada en sus garras.

¿Cómo es que una persona que no conozco podía hacerme sentir tantas cosas?

La canción estaba terminando y mi corazón se estaba calmando. Solo podía pensar en la persecución.

Pero cuando estaban sonando los últimos acordes, él se acercó a donde yo estaba, agarró mi barbilla y me levanto la cara.

Déjando nuestros labios a escasos centímetros de distancia, podía escuchar su corazón y sentir su respiración como si me pertenecieran.

Yo solo podía pensar en cómo me iba a devorar.

Y por fin la canción terminó.

Lo único que veía, escuchaba y sentía, era a un depredador en su naturaleza.

O tal vez solo era un chico que me hacía pensar eso.

El chico solo sonrió y me susurró suavemente al oído: 

- Yo soy Park Jimin, tu profesor suplente.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2019 ⏰

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