Me gusta tu forma de iluminar el desastre que se crea entre mis costillas, ese desastre que arrasó conmigo antes de que los planetas se alinearan por primera vez.
Y al verme brillar me pregunto si tú te estás apagando como lo hacía yo antes de rehacerme entre las constelaciones, consumido por el silencio que producía tu voz, dejándome lleno de una serenidad inagotable.
Pero ahora que ya no te siento, resulta que el silencio es el único que hace ruido en esta habitación.