2

242 18 1
                                    

Llovía.

Estaba echado en mi cama, leyendo el libro romántico que me regalo Erick por mi cumpleaños, ese tipo de historias rosas que tanto le fascinaban, para mí era aburrido leerlo, pero lo hacía por la apuesta.

—Que bien que estés leyendo ese libro —dijo Erick al mirar mis manos. Los padres de Erick siempre trabajaban al igual que los míos, todas las tardes estamos solos, por eso que él se quedaba en mi casa hasta el anochecer.

—Lo hago por la apuesta —contesté mientras mis ojos detallaban su figura.

—Todavía tienes tres días para cumplirla —mencionó.

Erick se sentó en mi cama.

—No voy a perder —contesté sin titubear. La forma que tenía de mirarme me encantaba, era ver fuego en su mirada, era cautivador y excitante, especialmente este último. Siempre me gusto ese tipo de miradas que había entre nosotros, porque de alguna forma me incentivaba a seguir con el desafío, me mostrabas ese lado tuyo que solo yo podía ver y que mostraba en momentos como estos.

—Joel, ¿solo lo haces por ganarle a Christopher? —interrogó mientras me miraba fijamente. Mi cuerpo se tensó involuntariamente, dando la respuesta más rápido que mi boca. Nuestras miradas se conectaron por unos instantes, mis manos disimuladamente temblaron, sin hacer que el libro resbalase. Nunca fui bueno mintiendo y esos gestos eran la mejor prueba para demostrarlo.

—Así es. ¿Qué más podría ser? —expresé mientras ocultaba mi mirada con el libro que estaba leyendo. Lo escuché suspirar. Alcé un poco mi mirada, interrogante a ese gesto cansino que mostró.

—No me hagas caso —dijo mientras seguía mirándome —¿Estás concentrado en leer?

—No —respondí—. Trato de leerlo y entender qué es lo que ves en este tipo de lectura. —Dejé el libro a un lado.

Sonrío.

—Los protagonistas demuestran sus sentimientos de forma romántica, con acciones y palabras. —La emoción aumentaba con cada palabra.

Miré detenidamente la portada del libro. En este se apreciaba una pareja de enamorados, estaban besándose. Yo solo atiné a levantar una ceja.

—No se supone que este libro es para chicas.

—Corrección, es para personas románticas —respondió—. Ya tengo que irme, mis padres ya están por llegar a casa. De mis labios salió un «hasta mañana»; él se fue apresurado. Sus padres son personas estrictas que se preocupan cuando Erick no está en casa a la hora que ellos llegan.

Agarré el libro y me recosté, listo para empezar de cero y está vez, con mucha atención, tratando de entender qué era lo que decía entre sus líneas aquel escrito.  

La apuesta |Joerick| Adaptación| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora