Margarita tenía cuarenta novios, pero un día se dio cuenta de que estaba enamorada de sólo dos. Estaba en un profundo dilema, ya que quería quedarse con ambos pero sabía que tendría que elegir a uno.Comenzó a terminar sus relaciones con los demás, porque no quería dañar los corazones de los treinta y ocho jóvenes apuestos que vivían para ella. Algunos fueron comprensivos, otros no tanto; lo bueno que veinte de sus novios eran personajes ficticios de un libro o una película y quince eran producto de su imaginación. Los otros tres que eran los secuestrados no dudaron en correr en cuanto ella los liberó. Así que a Margarita le restaba saber dónde su corazón quería estar.
Brad Lee y Leonardo Dicassio eran los únicos pretendientes reales que la joven tenía, el primero era su vecino-bad boy-genio oculto y el segundo se consideraba como un poeta viajero por el mundo que buscaba cambiar a la gente por medio de sus rimas (las cuales parecían mas chistes malos que una frase profunda, según las personas que lo oían).
-Mi amor hacia ustedes es tan profundo que termina por confundirme -suspiraba Margarita desde el balcón de su casa mientras veía como los dos jóvenes se esmeraban en buscar un detalle para ella.
¿Qué podría hacer para entender a su alocado corazón que vivía en una nube de fantasías? Tenia que hacer entender a sus sentimientos que uno de ellos era el indicado.
¿Y si ambos fueran aptos para ser merecedores de su cariño?
Margarita sacudió su cabeza en señal de confusión. Brad Lee y Leonardo Dicassio deberían de hacer méritos, solo uno de ellos era merecedor de su corazón.
-Los he reunido para hablar de algo muy importante -anunció el día en que los reunió en el sótano de su casa.
-¿Escaparás conmigo? -preguntó Brad Lee sonriendo coquetamente.
-¿Te casarás conmigo? -inquirió Leonardo Dicassio preparando su guitarra para componer una canción.
-¡Para nada! -exclamó Margarita para sorpresa de los muchachos.- Lo que quiero decir es que a los dos los amo tanto, pero solo uno es el verdadero dueño de mi corazón.
-Y ese por supuesto que soy yo, no hay más que decir sabiendo que me consideran un sex simbol -interrumpió Brad mientras una canción sexi sonaba de fondo.
-La bella Margarita no consideraría a alguien de tan poco cerebro -opinó el otro chico, molesto, pero sin perder una delicada pose teatral.
-No tengo una respuesta aún -intervino la joven-. Tienen que hacer algo para que yo pueda elegir.
-¡Por ti voy al fin del mundo! -gritaron sus pretendientes al unísono.
Margarita se sintió tan especial que le dio un revoltijo en el estomago. Ninguno de los otros novios, ya sean ficticios o secuestrados, la habían hecho suspirar profundamente.
-De ser así, entonces me gustaría que me traigan lo más hermoso que puedan encontrar en el fin del mundo.
Brad Lee y Leonardo Dicassio asintieron atentos a los deseos de Margarita. Se propusieron realizar dicha travesía en una semana y para no perder tiempo decidieron partir ese mismo día. Finalizada su peculiar reunión, Margarita los vio partir desde el balcón de su casa, agitando una tanga de encaje de una colección exclusiva de Victorina Sicrecs para desear mucha suerte a sus dos amados pretendientes.
Brad y Leonardo iban peleando cada cinco pasos, no se soportaban, eran tan opuestos y ninguno entendía como es que Margarita había podido fijarse en el otro; el único objetivo en común era el de poder ser el indicado para la chica enamoradiza a la cual cada uno la conoció mientras bailaba El Sapito en un bar de mala muerte. Tanto uno como el otro iban a hacer lo posible para derrotar a su contrincante, no importaba que tan guapo fuera su contrario... Espera, ¿qué?
Margarita luego de cenar tres combo junior de comida rápida, decidió pensar en cada uno de los chicos para ver si así lograba decidirse con mas claridad, pero era en vano; si pensaba en los brazos de Brad, recordaba de inmediato en la voz hermosa de Leonardo; si pensaba en los ojos del joven poeta, su mente también la obligaba a recordar en la sonrisa del Bad boy. Así que después de un rato, a Margarita le dio flojera seguir pensando y mejor se fue a dormir.
Luego del tiempo establecido para el reto, Margarita esperaba a los dos pretendientes en el portón de su casa. Con un cartel hecho con papel de diario y un marcador sin mucha tinta pegado con una cinta vieja, daría el resultado sobre con quien se quedaría. A su lado tenia unos vales de descuento en restaurantes para que el perdedor lo usara para conocer a otra persona.
Divisó a lo lejos a dos apuestas figuras masculinas caminando tranquilamente, ella aplaudió de emoción pensando en que al menos sea cuál fuese el resultado, los dos no terminarían riñendo. Sin embargo su sonrisa se comenzó a desvanecer sospechando cuando al estar más cerca, Brad y Leonardo llegaban con las manos tomadas.
-¡Oh, Margarita, dulce niña! -exclamó Leonardo Dicassio cuando estaban frente a frente.
-Disculpa por no traerte nada -dijo Brad Lee.
-Entonces, ¿como puedo elegir entre uno de ustedes? -cuestionó la chica.
-Comprendimos que el amor no se basa en traer obsequios para estar seguro de los sentimientos del otro -dijo Leo.
Los chicos se miraron cómo compartiendo un gran secreto, suspiraron cómplices y volvieron a mirar a Margarita.
-¡Nos enamoramos y nos casamos en el fin del mundo! -exclamaron felices.
A Margarita por poco le dio un infarto al saber aquella noticia, pero se recompuso de inmediato.
-Pues muchas felicidades, me alegra que se amen.
Dicho esto, Margarita decidió que era hora de ir a gastar los vales de descuentos, uno nunca sabe quien puede ser el próximo nuevo amor, ya sea ficticio o real.