Sies, ocho, siete, nueve. Falle al ingreasar la secuencia de números para apagar la alarma, sies, siete, ocho, nueve, apagada. El pegamento de los parpados empieza a ceder son las cuatrocientas veinte horas, es una madrugada fria de febrero, el siguiente reto, aja, bañarse. Mi madre tan solamente es extraordinaria, tomo mi cafe y mi comida esta lista en el mismo topper de siempre, mi favorito por cierto es verde manzana. Las cuatro cuarenta me recuerda, todo esta listo en mi mochila y el siguiente reto es abrir el portón que nos proteje del mundo, es pesado y los pasadores atorados de oxidó, soy yo contra la obscuridad, amo el cielo estrellado, me siento pequeño ante tal espectaculo, el volcán de fuego y una pequeña flama en su cráter y camino sobre la avenida al compas de let it be, sintiéndome alguien importante e insignificante a la vez, dos antorchas se encienden debajo del horizonte y sé que se aserca el cajón reciclado amarillo, en otra epoca estuvo lleno de niños que iban alegres a la escuela, pero se jubiló y ahora esta aquí llevando a la clase trabajadora de la región a una gigantesca fabrica de dulcura, ahí trabajo almacenandola para hacer del mundo un lugar dulce, un lugar mejor.
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Alarma
Short Story4:20 a.m. Esteban se despierta y su día empieza de la mejor manera.