✤» Espejo, espejito

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E S P E J O, E S P E J I T O

Te ves, lo haces una vez más; te das media vuelta, regresas a ver.

Es un inferno, el verte frente a él por completo.

Observas tu cuerpo desnudo, las razones son obvias. No puedes creer lo que ves, lo que sientes en estos momentos.

«¿Por qué te sientes culpable?». Escuchas aquella voz dentro de tu cabeza, una a la que la disfrazas como el monstruo.

«Eres gorda, un cerdo». Un susurro, el susurro de la que tu crees que es, la realidad.

Piensas en irte, dejar las cosas como están. Ignorar todo lo que ves frente a ti.

Te sientes culpable, no puedes hacer nada, ¿o tal vez sí?

Es entonces cuando tus lágrimas brotan, la impotencia consume cada vena de tu cuerpo y caes al vacío.

Un vacío sin final, un círculo vicioso lleno de debates entre la realidad y la fantasía.

«Espejo, espejito, ¿qué escondes entre los cristales?». Recitas una y otra vez; tus labios tiemblan y puedes analizar como tus ojos humedecidos se deshacen de aquellos resentimientos a través de las lágrimas.

«¿Por qué mientes? —Musitas—. ¿Por qué te aferras a construir personas rotas? ¿Por qué destruyes la sociedad e implantas estereotipos perfectos, imagenes perfectas? ¡Déjame en paz!». Gritas con desdicha.

En un movimiento improvisado impactas tu mano en el espejo, el que alguna vez provocó que te sintieras culpable.

Los vidrios caen en diminutos pedazos, algunos se incrustan en tus finos dedos bañados en sangre, otros caen al vacío del que acabas de salir.

Retrocedes mientras ves tu rostro reflejado en lo que quedaba de, Mirror.

Tus impulsos son más fuertes, optas por intentar arreglar lo que destruiste. Lo que tú mismo construiste.

No lo culpo, era solo un objeto. Objeto que se convirtió en un arma doble filo para ti y los que te rodean.

Toda la tarde sentiste como tu cuerpo desnudo se convertía en el fruto de tu estupidez hasta que cayó la noche del Invierno.

Al final lo arreglaste, con algo de cinta éste quedó como alguna vez inició. Lo que no sabías era que estabas haciendo contrato con tus propios monstruos.

Unas vez más señalo, Mirror no tenía la culpa. Tú eres quien creó a los monstruos dentro de tu cabeza, a los susurros que alguna vez te dijeron: Gordx, cerdx, o simplemente te dedicaron una serie de insultos.

Porque te dejabas llevar por la sociedad, ellos son los culpables, tú también lo eres, formas parte de ello. Yo lo soy.

«Espejo, espejito, ¿quién es la siguiente?».

Mirror©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora