Meditación

567 38 16
                                    

Caminaban juntos por los largos pasillos de la orden. Las miradas no se posaban en ellos. Eran dos más entre ellos, las tareas diarias mantenían a los estudiantes los suficiente ocupados como para no querer fisgonear ante la escena.

Las puertas del salón se abrieron ante su llegada y la luz del pasillo inundó la estancia dibujando un cuadro de luz en medio, a los lados la oscuridad continuaba reinando imperturbable, las notas de polvo danzaban suavemente en el aire. Un bufido escapó de los labios de uno de los presentes, Kayn estaba claramente fastidiado.

- Insisto por tu bien- Eran palabras dulces, pero no eran dichas con suavidad. Casi podría tratarse de un regaño.

La mano que lo sostenía por el hombro lo abandonó, dejó una marca caliente de la que no fue consciente y se adentró entre las sombras del salón. Kayn siguió ciegamente a su maestro tras cerrar las puertas detrás de si. Las sombras nunca habían sido un obstáculo para ellos, podía saber dónde estaba su maestro ahora. Buscaba con calma en la mesa de meditación las velas y los cerillos. Kayn simplemente buscaba ocupar su lugar en medio de aquel lugar.

Otra vez la mano de su maestro se posó en su hombro, la sensación volvió por todo su cuerpo. Y una pupila roja despertó en la oscuridad.

Kayn no podía ver el rostro de su maestro, pero estaba seguro de la expresión que habría en su rostro. Contuvo el aliento y sonrió pedante. Zed finalmente encendió la vela en la mesa. Su figura se mostraba orgullosa, y la luz solo enmarcaba aún mejor su escultural figura. Kayn apretó el mango de Rhaast.

- Como siempre, dos horas de meditación, la vela se consumirá al terminar, si no vengo por ti, acoplate al entrenamiento en los patios-

- Ya sé eso, ¿Por qué debo de ir?-

La mirada de Zed colocó en su lugar a Kayn mejor de lo que las palabras pudiesen haberlo hecho. El calor recorrió su cuerpo de pies a cabeza nuevamente, pudo escuchar a Rhaast quejarse abiertamente en su mente.

"No eres nada para el"

"Él se preocupa por mí" respondía Kayn, sin restarle atención a Zed.

- Que te quede claro - sentencia Zed.

Cuando era menor, aquello hubiese venido con un tirón de cabellos o una tunda. Siempre había sido un boca suelta, es algo que no había cambiado ni siquiera al crecer. Y Zed entre todos era el único que le tenía paciencia. Y el único que había puesto una mano encima suyo. Recordó con cierto deseo oscuro muchas de las tundas que vinieron de su mano.

Zed no dijo nada más, abandonó la habitación en absoluto silencio. Solo supo que se había ido cuando una fina línea blanca dibujo su figura a contraluz.

Kayn se posicionó, se sentó en el suelo y respiró hondo. Colocó la guadaña de Rhaast entre sus piernas y acarició su mango pensativo. Hubo una vez donde Zed lo molió a palos con una varilla, recordaba cuanto había ardido sus nalgas. Se había merecido aquello. Pero ahora lo recordaba sin rencor.

"Ponerte duro por unas nalgadas...eres sucio"

- Lo dice el que no se va cuando me masturbo-

Dos horas de meditación para controlar el poder que Rhaast podría influenciar en el. Sabía muy bien que Zed no era el más adepto a meditar. Pero su guía parecía tener resultado con los días.

Por supuesto, Rhaast no respondió. Su mirada roja lo juzgaba en silencio desde su sitio. Kayn sentía el cosquilleo febril de una erección entre sus piernas con solo recordar la palma firme de Zed en su hombro, la caricia gentil que había dejado amparado en la oscuridad. Qué sucio era de su parte pensar de ese modo sobre Zed.

Oscuridad interna [ Kayn, PwP ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora